Hoy se cumplen 34 años del temblor de 1985, en ese tiempo vivía en Ensenada, Baja California, me asusté por lo que se comentó alrededor de ese suceso, vi por televisión como en aquel tiempo el comentarista Guillermo Ochoa, informaba lo que sucedía en la Ciudad de México, pero no tenía ningún familiar cercano viviendo en aquel lugar. Años después mientras ponía unos botones en la camisa del menor de mis hijos escuché la radio. Se interrumpió la transmisión y solo pensé “Que desagradable momento para interrumpir la transmisión”.  Mi mente no asimilaba que sucedía un nuevo temblor en el centro del país. Mi preocupación fue distinta y el susto mayor. Ahora, mi hijo mayor vivía en la Ciudad de México, pasaron solo 10 minutos antes de saber dónde estaba y con quién. Esos minutos me parecieron eternos, di gracias al Ser Superior, cuando supe que él estaba en un lugar seguro. Por la tarde en la escuela que estudia ya se habían organizado, se reunieron en su centro escolar a preparar alimentos, separar la ropa con la que contaban, hicieron paquetes de ropa y comida. Llegaron grupos del ejército para acompañarlos a dejar lo que tenían ya sabían a donde irían a entregar los víveres y vestimenta. Mi hijo vivió la experiencia más importante y catastrófica de su vida hasta ese momento, ante un hecho del que solo había leído en periódicos y revistas. Encontró la forma de emplear aquella información aprendida en un grupo parecido a la Policía Juvenil, para organizarse, seguir instrucciones y no perder la calma ante situaciones adversas. Vivió la solidaridad, apoyo, compañerismo y respeto a los que menos tienen. Por momentos, según su dicho, lo mejor que le pudo pasar fue ponerse a ayudar a otros, él y yo no pudimos comunicarnos con poca frecuencia, aun así, me sentí tranquila al saber que estaba realizando actividades en apoyo a otros.

Es el segundo año que ha transcurrido desde el temblor de 2017, en aquel día uno de sus hermanos estaba por iniciar una conferencia sobre Derecho del Trabajo en el Congreso de la Unión. Desalojaron aquel recinto y al igual que yo, creyó que era una mala broma, pero no, como siempre la realidad supera por mucho la ficción. En otra parte mi hijo y una compañera caminaron mucho, hasta llegar a un lugar donde pudieron ver a la familia de ella, ambos se apoyaron por que los unió la adversidad, con todo y a pesar de todo, mi hijo ganó una amiga y una familia.  Al apoyar a su compañera y no haberla dejado sola en esos momentos tan dramáticos, hay un lazo distinto que los une. Tiempo después mi hijo y su amiga comentaron algunas cosas que vieron y vivieron como consecuencia del temblor de ese año, entre ellas el haber visto como quedó Xochimilco y la caída de una Plaza comercial, lugares que habían visto unos días antes. Pasado el tiempo a la luz de tantos meses nos percatamos de que hay lagunas entre sus recuerdos, como si al haber visto tantas cosas, también hubiera bloqueado algunas partes de su memoria.   

Hoy es un día triste para muchas familias, en nuestra familia no perdimos a nadie cercano. Damos gracias por ello. Recordamos a muchos que perdieron la vida ese día, otros más que nadie supo de ellos. También pedimos por aquellos rescatistas y personas que sufrieron o perdieron la vida en su intento de rescatar y proteger a otros, ese es un acto de amor al prójimo indescriptible y que bien merece nuestro reconocimiento y también nuestras plegarias.

Este día se harán simulacros a lo largo y ancho de todo el país, pero… seguimos sin estar preparados ante circunstancias adversas, como este tipo de hechos naturales. A los encargados de Protección Civil les queda un trabajo arduo por hacer, para que se sigan las reglas en los diferentes municipios de nuestra entidad, para que se deje de construir en zonas peligrosas, se hagan los mapas de riesgo, incluso se entregue el material y equipo a las personas que se dedican al rescate. No sabemos que grupos tienen a los perros entrenados en el rescate de personas. Como vemos más que hacer un simulacro deberíamos recibir los ciudadanos un recuento de lo que tenemos en recursos humanos y materiales para el caso de emergencias como lo es un sismo o una inundación.

Llegó el momento de actuar y dotar de lo necesario a quienes se dedican a protección civil. No sólo es momento de recordar a los que perdieron la vida. La vida sigue y hay que estar preparados por lo que pueda llegar a suceder, al final de cuentas vivimos en una zona sísmica.

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