Es evidente que todos podemos reconocer el valor de la constancia, siempre que nos proponemos una meta a futuro la alcanzaremos tarde o temprano, si sabemos ser constantes. Un jefe reconoce a un buen empleado cuando vea que ejerce este valor, más aún, si le añadimos un “Plus”: La renovación.  

Que desgastante debe ser el nadar contracorriente, cuando tal vez lo más sencillo en hacerlo en zigzag, o de lado a lado, poco a poco hasta llegar al final del camino. Si aprendemos a combinar la constancia, con la capacidad de renovación, poseemos una ventaja que no todos desarrollan.

Y si… asusta renovarse, pero hoy en día es prácticamente una necesidad, los días corren rápido, y no hay nada que podamos hacer para cambiar esa situación, renovándonos aprovechamos cada oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos.

Las presiones en el ámbito laborar siempre crecientes, según la tendencia actual, crea en muchos trabajadores una sensación de “Insuficiencia”, por lo tanto, para tratar de ser considerados como buenos trabajadores decidimos dar esfuerzos extra.

Había una vez dos amigos pescadores, uno se llamaba Ricardo, y el otro Roberth. Rob era muy dedicado a su trabajo, apenas el sol, tomaba su caña y se adentraba en la inmensidad del océano en su balsa, Ricardo solía salir más tarde…

Una mañana, Roberth decide buscar a su amigo para ir a pescar juntos. Ricardo apenas se encontraba preparando su equipo, y revisando la balsa con extrema paciencia, mientras comía su desayuno a pausas.

  • ¿Te vas a tardar mucho hermano?, pregunto Roberth impacientemente, hay mucho por hacer el día de hoy.
  • Estoy preparando mis cosas todavía, si no puedes esperar adelántate, y yo te alcanzo después, respondió de manera amable y pausada Ricardo.

Cuando llegó a la zona de pesca, Roberth hecho las redes, y lanzó la caña, rápidamente la cuerda se tensaba pues parecía los peces habían picado, para segundos después, en ocasiones minutos, para soltarse y escapar.

Roberth revisó los anzuelos después de cada intento, sin lograr ningún avance. Al parecer su experiencia no era la suficiente, pues el cansancio lo había alcanzado.

En eso Ricardo, que ya había terminado su jornada, regresaba al puerto, y preguntó a Roberth:

  • ¿Vas a seguir pescando hermano?, ya es medio día, y a esta hora ya no suele haber peces, pues los asustan las sombras de nuestras balsas.
  • No se “Bro”, siento que puedo trabajar unas horas más, ¿o tú ya no puedes?
  • Por hoy terminé, contestó Ricardo, regresaré a casa para ajustar los nudos de mis redes, y preparar los anzuelos de mañana.

Cuando nos esforzamos una y otra vez, para alcanzar cualquier meta, o realizar algún trabajo, inevitablemente nos desgastamos. Creemos que tenemos tanto por hacer, que el tiempo no alcanza para prepararnos, aprender tal vez y hacer las cosas con energía. Como no hay tiempo para detenernos, hacemos sobre esfuerzo, lo que seguro traerá una crisis futura, cuando nos agotemos y ya no podamos rendir.

La clave es renovarnos, actualizarnos, cambiar nuestros métodos, de esta manera nos mantendremos productivos. Cuando nos renovamos irradiamos vitalidad, energía y tenemos un comportamiento que nos impulsa al éxito.

“Solo la renovación puede mantener, el que se queda parado, se retrasa”

¡Nos vemos en la próxima edición! Recuerda que puedes solicitar los temas de tu interés al correo aguileraf.cf@gmail.com

0 Comments

Leave a Comment