La planta desaladora de agua de Rosarito ha sido muy cuestionada desde su inicio. Más que por el fondo, lo ha sido por el manejo que el anterior gobierno le dio a un tema que pudiendo ser virtuoso, se convirtió en sospechoso. Sesiones de congreso a media noche, sospechas de venta de agua a Estados Unidos, construcciones sin sentido de tubos y tanques, construcción de la planta sin permisos ambientales, y un largo rosario de elementos que solo alimentaron el muy mexicano sospechosismo.

Recientemente, la autoridad de agua de Otay en Estados Unidos, de la cual el actual gobernador formó parte, expresó su interés en poder comprarle agua al gobierno de Baja California producida por esa planta. La respuesta debería ser positiva, ¿por qué no?

La venta de agua a nuestro vecino del norte, explicaría las dimensiones de un proyecto que es innecesario para nuestro Estado al menos por los próximos 6 años. Al no haber transparentado esta intención, el gobierno de Kiko Vega solo generó preguntas y dudas respecto del costo que tendríamos que pagar los bajacalifornianos por un agua que no necesitamos ni necesitaremos en más de un lustro. Y al necesitarla, no se necesitaría tanta como para justificar el proyecto. Sería hasta 2040 aproximadamente cuando la totalidad de la producción de agua sería necesaria para el Estado.

La venta de agua a California nos pondría en una nueva dimensión de colaboración con ese Estado, tendríamos ingresos para el nuestro, producto de algo que tenemos en abundancia, generaríamos esquemas de cooperación en un bien que para muchos será un problema futuro como es el agua, y algo que es muy importante, no se pondría en riesgo el abasto de agua para nosotros.

Para lograrlo, es indispensable que el nuevo gobierno estatal, transparente los planes técnicos, financieros y comerciales del proyecto. La razón por la que se ha visto interrumpido, es por que no se dijeron las cosas como son, y no es que sean malas, es que no se supo manejar la información, de tal forma que el proyecto tuviera el apoyo social necesario, sino al contrario, se generó un rechazo social que terminó por hacer inviable este plan que puede poner al Estado en una situación de vanguardia en muchos sentidos.

Que el gobierno nos muestre el proyecto. Si es como parece, tendrá el respaldo popular. Nos sentiremos orgullosos de venderle agua a nuestros vecinos de norte, y estaremos felices de recibir su dinero. De otra forma, el proyecto se dirige al fracaso por segunda ocasión.

paco@pacogarciaburgos.mx

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