La semana pasada escribí un artículo en referencia a las estadísticas y el peligro que viven los jóvenes en nuestro país, en este, mencionaba también en máximo un renglón lo ocurrido con la familia Lebarón, más por el referente a las edades que el tema en particular. Entonces pues, mi artículo tuvo como referencia una imagen de dicha familia, lo que generó un sinfín de opiniones rápidamente sobre el suceso.

Fue sorpréndete como un gran número de personas dejó su comentario en el post de mi publicación en las redes sociales opinando (Gracias) sobre la desgracia ocurrida pero fue aún más grande el número de comentarios en los que me señalaban de criticar a la 4T por ser “Fifí” y no aceptar el “Cambio” en el que está inmerso el país; nada tenía que ver una cosa con otra, dejando en claro que no importa el tema que toques, no importa de qué hables, ni siquiera que hables de las estadísticas y de los problemas que sufre  la sociedad no por causa del gobierno sino por los valores que se han perdido como sociedad, como familia, nadie hablaba de una crítica a Andrés Manuel López Obrador y su estrategia gubernamental, hablaba de cómo nos vamos acostumbrando como sociedad a las desapariciones, a los asesinatos, a la violencia y es hasta que algún familiar o conocido pasa por esta circunstancia cuando que se puede vivir el desconcierto, el rechazo, y la indiferencia con la que se están tratando estos temas, a eso me refería nada que ver con política.

Entonces pensé hasta donde llega el trauma, ¿Quién hablaba del gobierno? ¿Por qué de un tiempo para acá todo gira en torno a quién es “Fifí” y quién es “Chairo”? ¿Por qué hemos catalogado a las personas y a nosotros mismo como tal? ¿No podemos hablar entonces de otro tema que no sea divisiones políticas porque ya estamos en contra o favor de una estrategia nacional?

Ahora, ¿Qué tanto conoce la ciudadanía el plan implementado no solo por el gobierno, sino por cada uno de los representantes que han forjado la esperanza de un cambio en el país? ¿Por qué entonces no se aceptan opiniones generadas tras el resultado de los aconteceres que día a día aquejan a cada uno de quienes vivimos los cambios?

Aquellos que hoy se hacen llamar morenistas se han victimizado, mientras que cualquier persona que los critique es un malvado.

Hay una pequeña línea entre la admiración y la fanatización, podemos admirar a alguien por su esfuerzo y trayectoria pero también se reconoce cuando algo no funcionó y quizá no para juzgar pero sino para que pueda mejorar; mientras que los fanáticos no reconocen errores en su líder y hemos tenido cientos a lo largo de la historia, fanáticos en temas políticos, religiosos, sociales etc. y según la historia esto no ha terminado bien.

El liderazgo exitoso depende mucho más en la percepción que los seguidores tienen del líder que en las aptitudes del líder. Los seguidores, no el líder, definen cuándo alguien posee las cualidades de liderazgo. En otras palabras, el liderazgo depende de la perspectiva del seguidor.

¿Que perciben ustedes de quienes hoy son los líderes de su ciudad, de su Estado, de su nación? Separando el partido político, separando los errores, olvidándose de los “Chairos”, “Fifís” y  “Mafia del poder”, seamos objetivos y como sociedad, como ciudadanos, como personas, reconozcamos el buen trabajo de quienes lo merecen, pero a quienes no también exijamos que lo hagan, al final de cuenta lo único que podemos hacer como sociedad es exigir el respeto a una calidad de vida, a la salud, al bienestar.

Dejemos de defender lo indefendible y de creer que la política es o no responsable de todo del estilo de vida, de la pobreza, de la infelicidad, dejemos de creer en alguien para forjar algo, somos nosotros quienes afrontaremos las consecuencias, los políticos vienen y van, es el resultado de lo que hacen lo que vendrá a impactar en los ciudadanos, ya no exigimos porque pertenezca a un partido social, exijamos por nosotros, por nuestros hijos, porque aquello que construyan o destruyan será parte de nuestros días.