El Otoño llegó, se deja sentir con sus colores ocres, los aromas propios de la estación y algo más… El día de gracias llega entre relámpagos y truenos, en una anunciada tormenta que cumple con las expectativas del más incrédulo en las noticias del clima. Llega una fiesta que ha permeado en los festejos de los mexicanos que vivimos en frontera, así como de aquellas personas de origen distinto, pero, que al estar lejos de sus hogares o de sus seres amados adoptan esta fiesta como propia para agradecer lo que tienen.

El sentido de esta celebración extranjera nos hace recordar a muchos que “Somos migrantes” nos hemos cambiado de domicilio a otra ciudad, en el país que nacimos, en busca de un mejor trabajo, para estudiar o encontrar la mejora en la salud de un familiar.

Las personas en nuestro Estado quizá estén realizando las últimas compras y arreglando las habitaciones donde pasarán la noche sus invitados. Mientras… nosotros estamos sumidos en la resaca del buen fin y del cambio de día en la conmemoración del 20 de noviembre o la Revolución Mexicana, como algunos la mencionan. Pienso que las fiestas en frontera son una simbiosis de convivencia entre dos países que comparten la línea divisoria, en cada lado de la muralla las personas conservan parte de sus raíces, se manifiesta su origen en los alimentos, idioma y costumbres que se reflejan en la manera en que se presentan en un mosaico de colores, aromas, texturas y rituales.

Nosotros contamos con la ventaja de que los colores de nuestra bandera utilizados en los adornos de las fiestas patrias y de la Revolución Mexicana son iguales a los colores de las fiestas navideñas, con la pequeña diferencia de que en los aparadores decembrinos incluyen ramilletes o macetas con hermosas nochebuenas.   

Por años vi los festejos del día de Acción de Gracias, ajenos a mi familia, pero al llegar a la ciudad de Tijuana, algunas amistades me invitaron a su convivio, recuerdo que con la familia que me invitaron, dimos gracias por el trabajo que habíamos tenido ese año, la mejora en la salud de un jovencito enfermo y dos los miembros de esa familia, obtuvieron sus documentos de estancia legal en el vecino país. Me agradó mucho ver la forma en que llevaron el festejo, fui testigo de todos los esfuerzos que hicieron todos y cada uno para estar juntos ese día, el centro de todo era la convivencia y la cena. En ella, se degustaron alimentos como: Pavo relleno, puré de manzana, ensalada verde, ensalada de malvaviscos, así como tamales, romeritos, elotes con mantequilla, camotes cubiertos de miel, burritos de frijoles, champurrado y calientitos.

Los invitados llegamos con comida para compartir, cada platillo fue acomodado sobre una mesa, misma que fue cubierta con un colorido mantel con dibujos navideños, frente al árbol cubierto de esferas y focos de colores, colocaron las flores de nochebuena como decoración en la sala. Nos tratamos con afecto y decoro, vestimos cada uno nuestras mejores galas. Tomamos fotografías y las compartimos con todos aquellos que no pudieron acompañarnos.

Contamos anécdotas familiares, los recién llegados al grupo relatamos la manera en que fuimos integrándonos a la familia anfitriona, nos sorprendió a las nuevas amistades, saber qué entre sus hermanas, hermanos, y amigos de antaño, conocieran de nuestra presencia en sus vidas.

La felicidad y alegría se dejó sentir, algunos de los asistentes contaron chistes ñoños, aquellos que sólo en las familias se conocen y comprenden la gracia de los mismos, denotan la  intimidad existente. Reímos mucho, después de cenar tomamos posiciones en los distintos juegos de mesa, fue divertido escuchar la mezcla de los idiomas en las pláticas… todos comprendíamos el mejor idioma, el amor y afecto entre los que nos reunimos.

Hace años que ya no compartimos juntos una cena como aquella, todos cambiamos de residencia, pero… en mi familia adoptamos la costumbre de cada año estar juntos el día de gracias, no esperamos a la navidad para agradecer los bienes, los dones recibidos, y que estamos sanos, tenemos trabajo. Sobre todo, vivos.  Y esa familia está presente en nuestro pensamiento y nuestro corazón, lo estará por mucho tiempo, dónde estén espero que sigan juntos y en armonía.

Para todos aquellos que hoy festejan el día de gracias, que la pasen bien, es tiempo para la reflexión, de compartir los alimentos, las bendiciones, el amor de familia y de los amigos, arropados por un fresco jueves que deja sentir como será el invierno de éste año.  

¡Feliz, día de Gracias!

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