“Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad”

Oscar Wilde

Nos vemos al espejo, cada mañana esperamos encontrar en el reflejo una imagen distinta a como nos sentimos, en los días posteriores a las indicaciones dadas de quedarnos en casa por treinta días más, desempeñar nuestro trabajo desde ese cómodo lugar.  Más de uno de nosotros pensó en ello alguna vez, “Trabajar desde casa” hoy se ha concedido el deseo pertinaz que tuvimos. Cambios que se generaron como consecuencia de la enfermedad, esa que ha viajado por el mundo, nos obliga a enfrentarnos a una batalla distinta día con día, que no es poca cosa. La de estar en un solo lugar, convivir unos con otros, respetar lo que hacemos cada uno de los integrantes de las familias. Parece una historia extraña extraída de un cuento de otros tiempos, pensamos en el pasado, donde el tiempo carece de sentido, a una distancia que ni siquiera podemos ver y ahora nos parece lejana, la sentimos, se palpa en todos los rincones del planeta, y como si fuera la primera vez que estudiamos geografía nos percatamos de que el mundo no es tan grande, recordamos que no hay enemigo pequeño.

En otra parte, cada uno de nuestros gobernantes miran su propio reflejo en cristales inquisidores, observan su figura en diminutos destellos de los que no saben si saldrán aprobados; los ojos de sus representados, en espera de que vean su mejor traje puesto: El del convencimiento y la renovada confianza en él, así como en cada uno de sus colaboradores, en consecuencia, que sus gobernados se vean permeados por esa misma confianza, que les evite caer en las garras de la desesperanza. Una vez logrado todo ello, hacer un frente común a la realidad de un enemigo de dimensiones mínimas e inimaginables, que como fantasma casi invisible muestra su fachada truhan, amenazante y disímbola. Si pudiéramos ver al micro-enemigo, se exhibiría vestido de arlequín con corona, sin sonido, como perfecta máquina biológica de matar sin sentimiento alguno. Al escuchar que se pronuncia su nombre se nos mueven las facciones, nos eriza la piel y los sentimientos quedan expuestos de cada persona que habitamos mundo.

Es un extraño relato para recordar que el dos de abril de 1805 nació el escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, quien escribió muchos cuentos, más de alguno de nosotros recuerda con agrado los relatos del Patito feo, La reina de las nieves, La sirenita, La pequeña cerillera, y otros más, mis favoritos: El soldadito de plomo y El traje nuevo del emperador.

Cada cuento nos lleva a imaginar una historia, viajar con la mente, además nos permite obtener un aprendizaje, en El soldadito de plomo, una bailarina se enamora de un soldado que era imperfecto porque había sido fabricado con el metal sobrante del que habían sido hecho los demás soldados, por lo que había quedado incompleto, tenía una sola pierna, pero una bailarina de papel cortado portaba su vestido y como único adorno una lentejuela brillante. Ella sólo veía lo hermoso del corazón del soldado de físico diferente pero de corazón lleno de amor, pero como en cualquier cuento apareció el “Malo”, un duende negro que vivía en una caja de sorpresas, provocó la desdicha de los amantes pero a pesar de sus esfuerzos no logró separarlos, al final terminaron juntos en un hermoso y sólido corazón cuyo adorno era una hermosa lentejuela. La mejor enseñanza de este relato es que el amor todo lo puede o todo lo vence. Sigo pensando que el amor es el sentimiento que mueve el mundo y permite que sigamos nuestro camino, donde debemos y queremos llegar.

Por otra parte, el cuento del Traje nuevo del emperador, me permite recordar que debemos vernos cada día con ojo crítico, para no quedar desnudos con nuestras pretensiones incoherentes o extrañas en un mundo cada vez más materialista y que nos exige más y más. Lo que sucede hoy es la oportunidad para cada uno de vernos sin tantos adornos, con el disfrute y gozo de lo que tenemos y con los seres que están o con quienes estamos y dar gracias por ello.

Llegamos al punto en que se cumplió nuestro deseo, pero como acontece más de una vez, las presentaciones no vienen exactamente como las solicitamos, llegan en un empaque distinto, como si se hubieran equivocado al recibir nuestra petición y nos enviaron lo que comprendió el prestador de servicio o será que ¿No hicimos bien la petición?  

Con todo y a pesar de todo hay que encontrar lo maravilloso de quedarnos a trabajar desde nuestra casa, para la próxima vez hay que hacer de mejor manera la peticiones, “Hay que tener cuidado con lo que deseas” lo que tanto queríamos se cumplió, con la diferencia de que realmente no estábamos preparado para ello, ni esperábamos policías o gendarmes haciendo el llamado de “Quedarse en casa”.

Hay que aprender de los cambios que se generaron, llegamos al punto de que las redes sociales y plataformas han colapsado debido a la cantidad de personas que trabajamos desde casa; alumnos, docentes, personas de la iniciativa pública y privada, es momento de preguntarnos ¿Somos necesarios? ¿Estamos dando un buen rendimiento en el trabajo? ¿Estamos estudiando?  ¿Merecemos la oportunidad de cambiar en nuestra forma de trabajar? Esperemos que el trabajo realizado por cada uno de nosotros se deje ver en esta nueva manera de colaborar, pero sobre todo, sería bueno saber qué cantidad de información aumentó en las páginas electrónicas, si se ven mejoras en la sociedad con todo ello.

Mientras el tiempo transcurre, buscaré otro cuento que pueda ser entrelazado con las vivencias que nos trae el día a día, en una cuarentena que nos trajo palabras a nuestro lenguaje que creíamos olvidadas, y en espera de hacer peticiones más certeras.

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