Al arribo del misionero franciscano Fray Junípero Serra Ferrer, a la bahía de San Diego, y toma en conquista las tierras a nombre de la Corona Española, donde fundó el 16 de julio de 1769, la misión de San Diego de Alcalá, con la creación de estos recintos católicos, nacieron también los ranchos, que fueron espacios de uso para la agricultura y pastoreo de ganado.

La vida pastoral de esta misión franciscana, fue de 64 años, la primera fundada en la Alta California,  al perder la autosuficiencia y dejar de percibir apoyos, la mayoría sino es que en lo general las misiones entraron en un periodo de decadencia hasta llegar a la etapa final de este sistema de evangelización católico, como consecuencia y literalmente fue el tiro de gracia, la promulgación de la Ley de la Secularización de las Misiones, emitida el 17 de agosto de 1833, la que en sus preceptos contemplaba que los bienes misionales podían ser adquiridos y quedar en propiedad de la sociedad civil.

Cuatro meses después de su publicación Juan Bandini Blancas, el 14 de diciembre de 1833, se convierte en propietario del Rancho Tecate, que formaba  parte de los bienes de la  misión de San Diego de Alcalá, dos personas más fueron dueños de este extenso predio, que contaba con una  superficie de cinco sitios de ganado mayor, que colindaba al este con la Ranchería de Milkuatay, actualmente Campo California, y finalizaba en la Ranchería de San Isidro Ajolojol, ubicada hacia el este de Tecate, hoy en día conocido como el pueblo de Valle Redondo, de los otros personajes que también estuvieron en posesión del rancho en referencia, uno de los dos que lo tuvo a cargo en el año de 1862, fue el español José Mogort, naturalizado mexicano, registrado en La grulla, el 16 de noviembre de 1861, el último en poseerlo fue el guerrerense Luis G. Sosa, en el año de 1867, entre estos tres personajes cubrieron un período de 36 años, dedicados a la actividad de la agricultura y la ganadería, siendo este predio un ícono de la historia de Tecate, y uno de los espacios donde se dieron los primeros intentos de colonización u ocupación.

Al término del enfrentamiento bélico entre  México y los Estados Unidos de Norteamérica, llegó a su fin con la triste y el incalculable número de personas que perdieron la vida y más el robo del siglo en que los gringos se apoderaron más de la mitad de territorio mexicano, esto dio origen a que muchas familias que ocupaban ese espacio perdido con un patrón de vida por muchos años establecido, de pronto desconcertados sin saber a dónde dirigir sus pasos, Manuel José María de la Peña y Peña, presidente de la República Mexicana, literalmente como un bálsamo para la cura de sus males, publicó un decreto de repatriación con fecha 19 de agosto de 1848, con las siguientes instrucciones. Las familias radicadas en la Alta California, tenían la opción de elegir para vivir en el Estado de Baja California, o en el Estado de Sonora, y las establecidas en los Estados de Texas y Nuevo México, debían trasladarse a los Estados de Tamaulipas, Nuevo León y ocupar también los espacios al margen del Rio Bravo.

El éxodo para esas familias, que lo perdieron todo se fundamenta en ese decreto, que fue base para emprender el viaje en caravana de carretas para llegar a la tierra prometida, a donde viajaron con la esperanza, el sueño y el anhelo de encontrar un espacio de paz, para empezar una nueva vida y conseguir el sustento para sus familias con las que hicieron el viaje.

Este pasaje histórico está muy limitado en información son pocos los datos aislados que hemos logrado encontrar, sin embargo se sabe que por  testimonios transmitidos en generaciones, como es el caso de la importante narración hecha por don Ramón Salazar López, al señor Alfredo Rebelin Ruiz, dando a conocer las penurias que tuvieron que pasar las familias para llegar a fundar el pueblo de Tecate, lo  que sí es claro y con certeza se puede decir que las primeras oleadas migratorias llegaron al hoy Pueblo Mágico, mucho antes de que estuviera en proyecto la creación de la Colonia Agrícola de Tecate, en base a un informe enviado a las autoridades centrales del país, por el  inspector Manuel Sánchez Facio, donde se da conocer el temor que tienen los colonos de perder sus propiedades a causa de las compras desmedidas de terrenos por las empresas colonizadoras radicadas en la península de la Baja California.

Se transcribe parcialmente el texto con relación al informe, y la manera tan peculiar de como describe el inspector Sánchez Facio, el momento que estaban viviendo los colonos en esa época. 

 “Varios de ellos eran los restos de aquellos veteranos que hacía cuarenta años habían defendido la integridad del territorio nacional, y que, mutilados o decrépitos, no tenían ya ni la fuerza bastante para abandonar los hogares de donde quería expulsárseles. Otros, eran los valientes voluntarios que arrojaron del suelo de la península a los filibusteros que la invadieron en 1854 y que alimentaban la esperanza de legar a sus hijos el pedazo de patria que compraron con su sangre”. El clamor de estas tres generaciones se condensa en un solo voto, y era el de que la nación protegiera la tierra que ocupaban, con el triple derecho de la ley, de la lucha y del trabajo.

Para entender mejor el texto respecto a la palabra veteranos, se refiere aquellos que participaron en la lucha armada de 1846, y al término de la misma en 1847, retornaron a su patria, lo que demuestra que el tratado de Guadalupe Hidalgo o Tratado de Paz, fue letra muerta y solo sirvió para 8 cosas, “Para nada” y para  7…….cosas más.

En cuanto a la invasión filibustera de 1854, México en esa época aún no se recuperaba del duro golpe que recibió en 1846, a grado tal que cualquier hijo de vecino, se atrevía a levantarle la mano faltándole al respeto como lo hizo en esa fecha William Walker, queriéndose apoderar de más territorio, pero en todas le salió el tiro por la culata o como se dice en el argot boxístico le dieron hasta con la cubeta, principalmente don José María Melendres el hijo predilecto del poblado de La Grulla, conocido actualmente como El Ejido Uruapan.

En base a las leyes la del 14 de marzo de 1861 y la del 14 de diciembre de 1874, se fundó la Colonia agrícola de Tecate, el 18 de agosto de 1879, previo a este importante acontecimiento encaminadas a su creación, se elaboró el plano que integró cinco ranchos que sirvieron de base para el asentamiento de la Colonia, San José, San Valentín, Cañada Verde, Tanama y Nacho Güero, diseñado por Antonio Canalizo.

El segundo plano es uno de los de mayor importancia, dado que el Ingeniero Ismael Sánchez, hizo un trazo de 54 parcelas tazadas en caballerías, distribuidas a igual número de familias.

Con La creación de este valioso documento, que representa un amplio campo de estudio por la importancia de su contenido, permitiéndonos en el mayor de los casos la fácil ubicación de los predios y por quienes estaban  ocupados.

RELACIÓN  DE ALGUNOS PIONEROS COLONIZADORES

Teófilo Noris fue propietario de la parcela número 3 ubicada en la puerta y faldas del Cuchuma y la de mayor superficie de 190 hectáreas, don Teófilo le vendió el derecho a don Ignacio Federico, predio donde está asentado el rancho turístico La Puerta.

Jesús Valencia, propietario de la parcela número 11, en ella está ubicado el estadio Manuel Ceceña, la U.A.B., Colonia La Viñita y todo el espacio que ocupa el complejo industrial de cervecería, la parroquia de  Nuestra Señora de Guadalupe y en general lo construido a partir de la calle Portes Gil, hasta la calle Carranza y delimitado al norte, por la avenida Hidalgo y al sur por el cauce de rio.

Plano que integra las 54 parcelas, que en próximos trabajos se hará el intento de hacer la descripción, de a quien le perteneció, que fraccionamiento, colonia o industria lo ocupó.  

Por Emilio Sánchez Pérez, Cronista Municipal.
Taller de Historia de Tecate, A. C.

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