Por Jorge Vargas

Guadalupe fue encontrada muerta hace algún tiempo en un canal a cielo abierto al norte de la ciudad, en un sector en la colonia Santa Elena, había sido violada y mutilada de una manera perversa, presentaba huellas de tortura y tenía sus pechos mordisqueados y los genitales dañados por diversos cortes hechos con algún objeto afilado. Las autoridades hicieron sus primeras pesquisas sin entender quién o quiénes habían cometido tan horrendo crimen, mientras que reporteros amarillistas del Extra trataban de sacar una buena foto de la jovencita muerta y publicarla en la edición del día siguiente.

Lo que quedaba de sus ropas estaban manchadas de sangre y en su ropa interior había restos de semen y varias joyas de fantasía que pertenecían a la jovencita, tendría unos 14 años y era residente de la colonia Emiliano Zapata, el crimen en aquel entonces fue conocido por mucha gente gracias al Extra y no sería más que una estadística en las cifras de desapariciones y muertes de mujeres de la ciudad de Tampico. Siendo la familia de escasos recursos, la justicia no llegaría jamás para ellos. Lo extraño de este caso es la forma en que se descubrió el perpetrador del crimen y es de una manera algo escalofriante, sin desmeritar el hecho de la muerte de la joven.

Después de aquellos días del asesinato de GUADALUPE, la gente poco a poco se fue olvidando de aquel acontecimiento, la vida cotidiana y las situaciones de riesgo que en aquel entonces se vivían en la ciudad hicieron que la gente se preocupara más por su seguridad. Fue una tarde de verano que una familia se dirigía a un convivió muy cerca del lugar donde fue encontrada muerta la joven, ANGÉLICA, la hija más pequeña de aquella familia, acostumbraba a jugar por esos alrededores, metiéndose entre la maleza y los puentes hechizos del lugar, tenía por afición “Pescar” pequeños peces y renacuajos en el agua contaminada de los canales, junto con otros niños, en una de esas ocasiones se topó con lo que parecía ser una pulsera con un corazón, era de plata y tenía escrito el nombre de “GUADALUPE ” en la parte trasera. La tomó sin pensar y desde aquel día nunca la soltó ni para bañarse.

El día de la fiesta ocurrió algo inusual con la niña, de pronto se quedó viendo fijamente al canal por un buen rato con la mirada perdida, por lo que su mamá comenzó a preocuparse, la niña decía que veía a una muchacha asomarse y le tendía la mano para que la ayudara, cosa que la mamá no alcanzaba a comprender. Por la noche ANGÉLICA se despertaba gritando de terror después de haber tenido una pesadilla por lo que sus padres y hermanos fueron en su auxilio, al preguntarle que había soñado, la niña tan solo decía que se veía a si misma siendo atacada por un señor que la golpeaba y la cortaba con un “Exacto”, sin dar más importancia todos se fueron a dormir, tratando de olvidar lo sucedido.

Durante el día y estando en la escuela, se volvió huraña y se separó de sus amigos mostrando problemas de conducta, pero lo que más inquietó a todos fue que dibujaba compulsivamente, dibujos raros, dibujos donde había personas con cuchillos, niñas sangrando y gritos, algo que comenzó a preocupar a sus padres que no entendían que sucedía con la niña, lo peor sucedió una noche que no regresaba de jugar con los vecinos, un hermano salió a buscarla para cenar, con los niños con los que acostumbraba a jugar, nadie sabía de ella, unos decían haberla dejado en el canal jugando sola, por lo que fue corriendo a avisar a sus padres y salieron todos a buscarla, temiendo lo peor llegaron a esa parte de canal donde era común ver a  ANGÉLICA y después de buscarla entre la oscuridad por fin pudieron hallarla, estaba parada entre en zacatal aledaño al canal, estaba completamente sucia y llena de lodo negro apestoso, los padres comenzaron a gritarle y a preguntarle qué estaba haciendo ahí. La niña tenía la mirada pérdida y no decía una sola palabra, angustiados los padres la llevaron a su casa, la limpiaron y la acostaron, los hermanos temerosos notaron que la niña no parpadeaba, solo tenía la mirada fija en el techo. La noche transcurrió tensa, los padres no sabían qué hacer, meditaban cómo harían para ayudar a la niña que de pronto se había vuelto extraña, de pronto un grito de terror los alertaba, esta vez era de la hija más grande, el grito provenía de afuera y el padre salió para ver qué sucedía, la jovencita estaba acuclillada afuera del baño y temblaba señalando la ventana del cuarto de las niñas.

-Ahí estaba, era una muchacha papá, tenía sangre por todos lados-

-¿Que muchacha, dónde está?-

-No sé, desapareció cuando me di cuenta que estaba ahí, le pregunte que quien era y me miro y así como la vi, desapareció-

El padre tratando de reconfortar a la asustada y temblorosa jovencita, escuchó del interior de la casa los gritos de la esposa. Ambos entraron alertados y en el interior estaban todos, no hallaban a ANGELICA, desesperados salieron a buscarla y uno de los hermanos vio a lo lejos a la niña corriendo por las calles polvorientas y oscuras de la colonia, todos salieron detrás de ella, cuando por fin la alcanzaron la vieron entrar en un tubo de desagüe del canal donde jugaba, al bajar sus hermanos y su papá, la vieron sentada llorando desconsoladamente, como pudieron la sacaron del lugar y la llevaron a la casa, toda la familia estaba histérica, desconsolada y extrañada del comportamiento de la niña, la cual tenía agachada su cabeza y lloraba silenciosamente.

-¿Por qué haces esto ANGÉLICA?- Preguntó la mamá enérgicamente. Después de un rato de silencio, la niña habló entre dientes:

-Es la muchacha muerta, ella me habla entre sueños-

-Ya basta niña, quiero que me digas que quieres, ¿qué te pasa?-

-La muchacha muerta se llamaba GUADALUPE, ella me dijo quién la mató-

Al decir esto, todos se quedaron en silencio, recordaron el crimen de la joven del canal y que el asesino no había sido encontrado.

-¿Que dices? ¿Quién fue?-

El rostro de la niña cambió, ahora reflejaba una cara llena de ira, alzó la mano en la que apretaba la pulsera de plata que encontró en el canal, y vio fijamente a su papá, que se encontraba en la habitación y lo señaló, diciendo con una voz grave y adulta.

-“Fue él, mi papá”-

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