Por Alfonso Caballero Barragán.

Muchas gracias a todos ustedes, se les quiere porque yo adoraba a todas aquellas personas que eran amigos de mis padres, como lo he manifestado anteriormente manejo mucho la privacidad, pero el impulso del fallecimiento de mi amigo Carlos Dojaquez me vino a relacionar con la amistad con mis señores padres. Lo vine haciendo como ejercicio para utilizar la imaginación ya que en los tiempos más difíciles se puede vivir y disfrutar de los buenos recuerdos. En agradecimiento a todos ustedes, decía mi padre Alfonso Caballero Regalado, el poncho, “Como quisiera tener una casa chiquita para llenarla de amigos”, y yo como seguidor y fanático de José Alfredo Jiménez, hay una canción que a la letra dice Que bonita es la venganza cuando dios no la concede, yo sabía que la revancha me tenías que pagar”, yo le cambio la letra a dicha canción y digo Que bonita es la amistad cuando Dios no la concede, yo sabía que con el tiempo se podría ratificar”.

En contestación a ti, Javier Vázquez, que por cierto no eres de mi generación pero se te estima a ti y a toda tu familia, como parte de la historia de Tecate, yo le trabaje a tu padre cuando era menor de edad al descargar los camiones de Licor aquí en la avenida Juárez y Cárdenas, recuerdo con mucho cariño a Yolanda, al Fredy, Reynaldo, Alberto, a tu hermana la mayor Lety y a tu señora madre, todo un ejemplo de familia de principios. En el tema que mencionas que no hable sobre el béisbol del Poncho Caballero, tengo un artículo que escribí en homenaje al señor Jacinto Romero, conocido como el Ampón y lleva por título “No me dejes morir solo”, donde le pregunto a mi señor padre sobre el año de 1949 que ganaron el estatal aquí en Baja California y fueron a participar al Nacional a la Ciudad de México, que por cierto, en la narrativa dice mi señor padre que le robaron el juego final y que en dicho juego le pegó dos hits al mejor pícher del campeonato y fue donde le insistieron que firmará un contrato en aquellos tiempos con los diablos rojos de México, lo cual no aceptó porque estaba recién casado y ya había nacido la Licha y se tuvo que regresar a la Ciudad de Tecate.

Le volvieron a insistir y por conducto de aquel gran beisbolista Alejandro Garciglia, por cierto mi suegro, le decía a mi señor padre que insistían mucho de la Ciudad de México para que se fuera a jugar y que se llevara a cualquiera de las personas que habían participado en el equipo de Baja California, lo cual no aceptó de nueva cuenta. Qué bueno que no aceptó, porque si no, no estuviera narrando este hecho o mi queridísimo suegro que en paz descanse ya sabía del futuro que le esperaba con una de sus hijas. Javi, te recomiendo que le pidas dicho artículo al archivo de la famosísima XEKT, a su productor Ing. Francisco Javier Méndez, a Francisco Javier Durazo no, porque te lo va a querer vender o pedir a cambio alguna cosa.

Roberto Castillo, un gran amigo desde el kínder Estefanía Castañeda hasta la preparatoria aquí en Tecate, a ti Roberto Castillo, te debo haber llegado a la Ciudad de México, al departamento que tenía un gran amigo, Jorge Peñalosa, que en paz descanse. René y Antonio, sus hermanos, que siempre nos apoyaron a todos aquellos que de alguna forma nos trasladamos a estudiar a la Ciudad de México, posteriormente me trasladé a la casa del estudiante, con mi gran amigo Carlos Méndez Sayas. Roberto, una persona muy disciplinada, estudiosa, prudente y seguidor de los conjuntos del rock pesado en aquella época, The Rolling Stone y los famosísimos The doors, tengo recuerdo de las visitas de estudio que hacía a tu casa rumbo a la carretera Mexicali frente a la fábrica las tablitas, que en aquellos tiempos para nosotros era muy retirado. Me pediste sobre una anécdota, recuerdo muy bien cuando supuestamente iba a tu casa para estudiar y te llevaba unas revistas en inglés por la sencilla razón de que necesitaba que me las tradujeras, porque hasta eso hablabas un inglés perfecto. Recuerdo que era la revistas playboy, la cual al cerrar la puerta de tu cuarto inmediatamente la habrías y como todo buen escritor te grababas página tras página para posteriormente entregármela y llevármela porque era una revista supuestamente prohibida y para adultos.

Por cierto, fui asesor jurídico de tu papá, Roberto Castillo Chavarin, un gran político y mediador cuando fue secretario del ayuntamiento con Rubén Adame Loustaunau.  Es un honor recibir tu comentario porque es de una persona profesional de las letras y de una generación de escritores, poetas e intelectuales que han defendido al Estado de Baja California y tú en lo personal a nuestro queridísimo Tecate.

A mi amigo Julio César Abril, conozco tu historia, abogado muy elegante, profesional y enamorado, fue un honor conocer a toda tu familia y sobre todo a tu queridísimo padre el famosísimo piporro que era amigo de toda la plebe que en aquella época nos juntábamos. Un ejemplo de padre y de familia que supo cargar a sus espaldas y dar un buen ejemplo a ti y a todos tus hermanos.

Alberto Mérida no está en discusión nuestra hermandad, y a mis queridos sobrinos Bernardo y Armida Navarro, no se incluyó a su señora madre en mi anterior escrito por la razón de que entre ella, mi hermana Licha y yo hay una diferencia de más de 13 años y si alguien tiene bonitas anécdotas sobre mis padres es Armida, porque a ella le tocó vivir la época en que yo me traslade a la Ciudad de México.

Les voy a dar una pequeña anécdota de mi hermana Armida, su señora madre. Cuando salió embarazada mi señora madre, existía una relación de amistad entre el doctor Arturo Guerra, su señora esposa Lupita, el doctor Daniel de León y su señora esposa, existiendo una rivalidad entre ambos doctores, no sé si sería por su  profesión, pero acordaron el doctor Daniel de León que si nacía hombre él iba a apadrinar y hacer compadres a mis padres, pero si era mujer el compadre y padrino sería el doctor Arturo Guerra Flores. Se dio la fecha del parto y como el que la estaba tratando directamente era el doctor de León, fue el que recibió a la bebé y dijo en ese momento “Me vale que sea mujer, pero yo voy a ser tu compadre y no el doctor Arturo Guerra”. Es una anécdota muy bonita como todas ellas en buen sentido y se podrían hacer más amplias pero se trata de sintetizar para no enfadar a nuestros amigos. 

Y a todos los demás, muchas gracias por haber querido tanto y recordar a mis padres. Cultiven sus amistades, no las dejen, tiene más valor que sus intereses personales y el dinero.

Nos vemos a la próxima.

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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