Por Alfonso Caballero Barragán

Retomando el escrito anterior sobre las crisis emocionales, según la psiquiatría forense, el alcoholismo se clasifica como trastorno mental. Hago de su conocimiento que la psiquiatría forense que utilizaré en este escrito son de apuntes de hace más de 44 años, hago la aclaración toda vez que actualmente se puede dar el caso que se maneje otro tipo de definiciones, clasificaciones y lenguaje, pero los síntomas y efectos del alcohol no varían mucho con los años. No es posible que en los medios de comunicación se diga que las cervecerías se le considere como una actividad esencial, que porque de ahí se deriva la siembra de la cebada, el trabajo, la producción  y la repartición de la cerveza.

Es más claro que el agua que la cerveza como bebida social, con el contenido de alcohol y el exceso de la misma terminan en alcohólicos crónicos y la ansiedad de seguir tomando como lo vemos muy claro en las grandes filas que se hacen en los mercados que venden cerveza con todo y epidemia de Coronavirus, generando largas colas como si fueran estreno de cine. Como se ha visto, tanta es la necesidad de tomar alcohol que se compra un doce en 300, un 24 en 700, y hasta encargar cerveza de Estados Unidos por falta de venta en la ciudad.

Se han puesto a pensar la contaminación que produce una persona al ir a hacer fila y estar entre otras tantas personas, llevarse una caja de cerveza y tomársela en su casa, en que forma vienen a contaminar a toda la familia y al medio ambiente que los rodea.

Dicha adicción hace que las grandes cerveceras gasten millones y millones de pesos en publicidad, un ejemplo, es en las peleas mundiales de box, donde su etiqueta se plasma en el ring, siendo que el mismo consumidor se encarga de pagar dicha publicidad, mientras que en tu comunidad no aportan nada.

Es por eso que en pocas palabras vamos a resumir los síntomas y las características que se derivan del alcoholismo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), denomina alcohólicos a aquellos individuos que beben en exceso y que dependen del alcohol al grado de provocar un disturbio mental, mala salud física y psíquica, alteran su buena conducta social y económica, y por lo tanto requieren tratamiento. La persona alcohólica se hace cínico y descuidado, utiliza expresiones groseras, en el hogar puede ser un mal padre, esposo celoso, en el trabajo se muestra agresivo, tiene debilidad muscular, trastorno de la visión, problemas gastrointestinales, problemas renales y venas dilatadas.

Los factores ocasionales del alcohol son la ingesta de bebidas en cantidad mayor, un traumatismo accidental o quirúrgico, una enfermedad infecciosa o una emoción.

La persistencia del hábito etílico puede conducir a estados crónicos de pérdida o alteración de la personalidad y los sentidos, que se puede presentar en forma de demencia o delirios.

La demencia se entiende como la enfermedad que afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje y el juicio, mientras que los delirios son creencias falsas que la persona relaciona con un acontecimiento. La sintomatología propia de la confusión mental que desarrolla el alcohólico son los delirios oníricos, es decir, voces, excitación, depresión, ideas de persecución, convulsiones e intensos temblores. Presentan síndromes de manía y melancolía.

Los trastornos psíquicos que presenta la persona alcohólica, se pueden dividir en 3. El delirium tremens, alucinosis alcohólica y la psicosis de Korsokoff. El delirium tremens incluye los casos de confusión mental con onirismo y convulsiones. Las alucinosis alcohólica, se presenta en delirios de persecución, que toma como base las alucinaciones del oído y la psicosis de Korsokoff afecta la memoria y el aprendizaje.

El enfermo alcohólico se despeja por completo, realiza esfuerzos para orientarse, presenta problemas vitamínicos, insuficiencia hepática y disturbios neurovegetativos. En sus alucinaciones puede ver personas armadas que lo amenazan, ve animales feroces, oye amenazas e injurias, así como acusaciones y órdenes.

Lo más común son las alucinaciones liliputienses, las cuales son visiones de personajes de diminuto tamaño o lo contrario, de una magnitud desmesurada. En muchos casos, la enfermedad llega a pasar inadvertida, convivir con un alcohólico que tenga trastornos psíquicos y pasarlos por alto.

La depresión en el alcoholismo es un cuadro en que coexisten fenómenos de confusión mental, presentándose en ideas delirantes de autoacusación, culpabilidad, ruina e indignidad. Las modificaciones del carácter consisten en irritabilidad, tendencia a la cólera, y por intervalos agitación y depresión.

Mis queridos lectores, como anécdota mi abuela Soledad Caballero a sus 87 años, disfrutaba a diario en tiempo de verano recorrer las tres casas de la familia Caballero y en cada casa se tomaba tres cervezas mientras platicaba, en pocas palabras se tomaba 10 cervezas diarias. Las tres primeras se las tomaba en la casa de mi señora madre, Celia Caballero, después bajaba a la casa de mi tío Isabel Caballero y de mi tía Gloria Caballero o Vicente Caballero, que eran colindantes, y entre plática y plática de casa a casa se tomaba otras 3, y regresaba de nueva cuenta a la casa de mi señora madre y se sentaba en el jardín, se tomaba otra cerveza como desempance, sentada en su sillita para no ser vista por mi tía Herlinda Caballero, quien era con quien vivía, la ponía al lado derecho de la silla para cubrirla con las piernas. Cada vez que le daba un trago a la cerveza se tenía que agachar del lado derecho y sucedió lo que tenía que suceder, al agacharse se inclinó de más y se volteo la silla cayéndose mi nana, a lo cual mi tía Herlinda como colindante viva en la parte de arriba de la casa de mis padres, la miró y bajó corriendo levantándola, dándonos un regaño y llamándonos la atención de que ya no les diéramos de tomar cerveza a mi abuela, cosa que no respetamos, a escondidas le bajamos el consumo ya que era bueno para su salud tomarse una o dos cervezas, y nos dijo el médico familiar que era un error quitarle la cerveza a mi nana.

Como era común los viernes o sábados en aquel tiempo entre la edad 16 y 17 años, íbamos a los bailes que se realizaban en el restaurante el “Capri” del señor José Perreta, ubicado en la avenida Hidalgo, por cierto dicho salón después se quemó, con el pretexto de mi nana Chole de cuidar a mi hermana Alicia, Licha, a mi amigo Carlos Dojaquez, a otras amigas y a su servidor, nos acompañaba y se sentaba en la mesa mientras nosotros bailábamos y nos divertíamos, al terminar la tanda y regresar a la mesa, como mi nana Chole ya era un personaje conocido por todos mis amigos, se encontraba en la mesa llena de cervezas, quiero aclarar que tanto a mi compadre Carlos y a su servidor, nos encantaba la cheve pero las que sobraban con todo derecho le correspondían a mi nana Chole. Ustedes se han de imaginar que al terminar el baile, nuestra nana Chole, a mi compadre Carlos y a mí nos traían cargando para llegar a las famosísimas flautas y menudo de doña Cipri, ósea que eran unos fines de semana fabulosos y al siguiente día como todo buen cristiano teníamos que trabajar. En pocas palabras se puede consumir dicha bebida pero no en exceso, es buena para el riñón y para la convivencia social.

Nos vemos a la próxima.

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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