Por Paco García Burgos, Consultor y analista político.

Concluyó la visita del Presidente mexicano a su homólogo estadounidense. Reunión de trabajo, comunicado conjunto y cena. Discursos comedidos, obsequiosos, abordando un poco de historia por ambos mandatarios, y un poco de actualidad en ocasión de la entrada en vigor del tratado tripartita México, Estados Unidos y Canadá.

El Presidente López Obrador aprovechó la visita para lo que tenía que hacerlo: Para mandar mensajes a empresarios e inversionistas mexicanos, americanos, canadienses y para lo que quisieran oírlo en cualquier parte del mundo. Mensajes de confianza por un lado de los Estados Unidos en México como lo demuestra haber recibido al Presidente de uno de los tres países firmantes del tratado, sin la presencia del tercero que no pudo, o no quiso, asistir. En su discurso oficial en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, no dejó de enfatizar su cercanía con México, la “Cooperación para detener el cruce ilícito de drogas y armas, dinero en efectivo, contrabando, y muy importante, para detener el tráfico humano”, y el extraordinario futuro de “Dos naciones soberanas prosperando, creciendo y alcanzando la excelencia lado a lado, trabajando juntas…”.

Por su parte, el Presidente López Obrador envió distintas señales a los inversionistas. Ofreció un discurso abordando temas económicos más técnicos que los que abordó Trump, lo cual es inusual en los discursos del Presidente, como lo hizo al referirse a la participación de la economía de los tres países en la economía mundial en los años 70 y en la actualidad. Envió un claro mensaje a los inversionistas cuando señaló que “Este tratado permite atraer inversiones de otros lugares del hemisferio a nuestros países, siempre y cuando se cumpla con los principios de producir mercancías de elevado contenido regional y de procurar condiciones salariales y laborales justas para los trabajadores…”. Y más adelante les dijo que “… en vez de distanciarnos estamos optando por marchar juntos hacia el porvenir”.

El último mensaje que se envió fue el de la cena con empresarios, 10 invitados por cada Presidente. Por el lado mexicano estuvieron presentes Slim, Salinas Pliego, González Sánchez, Bernardo Gómez entre otros. Por lado estadounidense los directivos de FedEx, UPS, Intel, Sempra, Ford por mencionar solo algunos. Con esta cena los empresarios mexicanos y los estadounidenses expresan su confianza en el tratado, en ambos presidentes y parecen decir a coro que las inversiones están seguras en México en el marco del TMEC.

Las palabras correctas ahí están, las reuniones apropiadas no faltaron, las fotos mandan los mensajes adecuados, ahora faltan las acciones. Si el gobierno mexicano aprovecha este evento como un borrón y cuenta nueva y le da la vuelta a la página a su relación con los empresarios mexicanos e internacionales, habrá obtenido el 100% del rendimiento que puede obtener de esta reunión bilateral. La principal divisa de una nueva relación es la confianza. Confianza en un estado de derecho sólido, en el respeto a la inversión, en el diálogo sincero y en que en realidad el gobierno quiere construir un futuro de la mano de sus vecinos del norte, tanto de la mano de sus gobiernos como de su iniciativa privada.

paco@pacogarciaburgos.mx

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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