Por Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Iniciamos el mes de agosto en espera de que cambie nuestra realidad, pero al recordar que cuando comenzamos a quedarnos en casa a finales del mes de marzo, creímos que cuando llegara el octavo mes del año ya estaríamos de regreso a nuestra vida llena de cotidianidades, tal como era antes de la Pandemia. Quisiera evitar mencionarla, pero por principio de orden es un hecho presente que hasta el momento sigue y hace sentir sus repercusiones.

La Pandemia pasados algunos años servirá como marcador histórico en el que: Señalará un antes y un después. Todos hemos visto pasar los días, uno a uno en un desfile de esperanza dónde los humanos nos decimos que esto pasará pronto, y que una vez llegado el momento nos reincorporarnos a nuestras actividades. Y seguimos a la espera. En los compromisos educativos se incluyen a los menores. Los cuales a su saber y comprender también hacen lo suyo, adaptándose a recibir clases en casa. Pero la circunstancia real de los mismos no deja de ser incomprensible para muchos de ellos. Por otra parte, todos estamos al pendiente del semáforo sanitario, que es distinto en sus colores para cada entidad federativa de nuestro país, y por ende implica una situación diferente a enfrentar para protegernos al momento de salir de casa, todo ello genera incertidumbre y desazón.

Muchos de los estudiantes enfrentan su propia realidad, como el terror que les da salir de sus casas al quedar expuesto a la convivencia social y no querer enfermarse. Otros ocultan que sienten temor al tener que incorporarse al movimiento cotidiano. Por si fuera poco, es el momento en que las autoridades educativas (Tomando en cuenta sus propios datos sanitarios). Para esta semana habían indicado que ya era momento de reincorporarse a trabajar alumnos y docentes a un sistema mixto escolarizado, con algunos días a la semana de asistencia física a las aulas, pero debido a las condiciones de la enfermedad entre la población, se dio marcha atrás. Así que se pospone el ingreso a clases por tres semanas más. En este punto quiero mencionar que los padres de familia han debido tomar las riendas en materia de la educación de sus hijos, pero un buen número de ellos son personas con escasa o nula preparación académica, ya no digamos aquella sobre la tecnología, dónde también son neófitos. Circunstancias que también han provocado cambios en el movimiento diario de cada uno de los hogares. Incluso descubren que no es tan fácil enseñar como creían.

Por otra parte, los edificios escolares están en completo abandono, quienes se dedican a proporcionar el mantenimiento a las instalaciones, por disposición oficial no deben acudir a los planteles, pero esto también genera otro problema, ya que al momento en que se indique que todos nos reincorporamos a clases, lo ideal sería que las instalaciones reúnan las condiciones idóneas para el reingreso al ciclo escolar. Pero iniciarán en saber y conocer las condiciones en que encuentran cada plantel. Lo que sí sería interesante que nos indiquen cuánto dinero se ahorró la federación y el gobierno estatal, en pago de servicios de sus instalaciones, porque dicho sea de paso cuatro meses sin gasto de ello, es una muy buena cantidad de dinero que no se gastó y quiero pensar que se invirtió en sanitizar los edificios y comprar lo necesario para la protección del personal docente, administrativo y de mantenimiento de las escuelas.   

De vuelta a nuestra situación actual, algunas personas al sólo hacerles mención de que deben regresar a sus trabajos, se alteran sin siquiera saber el porqué. La respuesta es simple “Quieren evitar enfermarse” “Tienen miedo de salir y contagiarse”, pero no saben cómo decirlo y mucho menos aceptarlo, no estamos poniendo especial atención es la salud mental de todos, el encierro a muchos les ha generado problemas, algunos problemas mentales quizá ya estaban desde mucho antes que iniciara la situación social que enfrentamos hoy en día, pero se exteriorizaron a raíz de estar en casa. Es tiempo de que cada uno de nosotros tomemos la decisión de acudir a un especialista en caso de ser necesario. Nuestra salud mental es tan importante como la salud física y a ello no le ponemos la importancia debida, a esto hay que aunarle que se ha desatado la violencia intrafamiliar de una manera espeluznante, y como dicen muchos que atienden esta problemática “Se contabiliza sólo aquello que se denuncia” pero ¿Cuántas personas más viven en silencio la violencia intrafamiliar y no lo dicen?

Cuidarnos es un trabajo de todos, y todos debemos comprometernos con nuestra vida y con nuestros seres amados, evitar hablar de los problemas no los borra, al contrario, los hace más grandes y mientras más tiempo pasa más complicado es recuperar la salud. Evitemos normalizar las situaciones de abandono y violencia en nuestros hogares.

De la misma manera en que los edificios de las instituciones educativas gubernamentales, deberán ser limpiadas y darles su mantenimiento en el ánimo de que no parezcan pueblo fantasma al momento de regreso a clases, de la misma manera debemos cuidarnos cada uno y si es el momento de pedir ayuda por sentirnos tristes o solos, hay que hacerlo, la situación que hay dista mucho de cambiar, así que si hay que barrer nuestro interior hay que hacerlo con esmero y cuidado, recordar que sobreviven sólo aquellos que enfrentamos y nos adaptamos a los cambios.

Si los edificios deberán limpiarse para hacerse nuevamente agradables para regresar al trabajo, nosotros podemos hacer lo mismo, con nosotros, las directrices fueron muy claras, “Nadie se reincorpora a la escuela, con clases presenciales” no iré en contra de lo que establecen las autoridades, pero nosotros debemos pensar también en nuestra propia salud mental, evitemos ser personas fantasmas que a su vez habitemos casas y escuelas como pueblos fantasmas. Hay mucho que hacer y mucho en que trabajar, recordemos sobre todo que la vida es hermosa, solos o acompañados, eso cada quién lo decidirá.

“Asearse con esmero, no es cuestión de opinión política sino de higiene y educación”

Ignacio Manuel Altamirano.

“El hombre no está hecho para ser un autómata y, se convierte en tal, la base de la salud mental queda destruida”

Aldous Huxley.

“Aquí todos tenemos miedo, miedo de lo que hay en nuestro interior, miedo a lo que hay en el interior de los demás, miedo de lo que hay fuera”

—La historia del loco, John Katzenbach.

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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