Por Paco García Burgos, Consultor y analista político.

La única razón por la que Biden está en posibilidades de ganar la presidencia de Estados Unidos es el Covid, por su efecto en la salud, las defunciones, la economía, y por supuesto por el mal manejo que de la emergencia han hecho Trump y su equipo. Pero recordemos que antes de su inicio, el Presidente republicano era el seguro ganador de la contienda. Biden no ha presentado un plan, una imagen, una propuesta, ni siquiera una candidata a vicepresidenta que por sí mismos atraigan al elector por encima de sus preferencias pre-pandemia. Esto supone entonces, que una línea estratégica de la campaña del Presidente, pudiera consistir en recordarle esto al pueblo norteamericano, algo de lo cual aparentemente ya se está acordando.

Esta semana, CNN reportó una encuesta con 50% de votantes a favor del demócrata y 46% a favor del republicano. Con un margen de error de 4%, las preferencias pudieran estar invertidas, en el mejor de los casos para Trump, exactamente al revés, 46 Biden y 50 Trump.

En 15 Estados clave para alcanzar los delegados requeridos, el 49% está con Biden y solo un punto menos, 48% está con Trump. Estos estados son los que hicieron la diferencia hace 4 años, cuando Hillary Clinton ganó el voto popular por casi 3 millones por arriba de su contrincante, pero no el voto electoral en los Estados clave.

El 60% de los electores que votarán por Trump lo harán por él, porque les convence su personalidad y sus propuestas, mientras que solo el 30% será el caso para Biden. Esto pone en evidencia la fragilidad del voto Biden y la realidad que su campaña tiene que asumir, que no representa para el electorado una opción a favor de su presidencia, sino un refugio en contra de la de Trump.

La candidata a vicepresidente que escogió Biden, Kamala Harris, ha sido muy bien recibida no solo por la comentocracia americana, sino también en las encuestas. Sin embargo, el cierre de las preferencias electorales sucedió después del anuncio de su nominación. Aunque habrá que interpretar futuras encuestas, me da la impresión de que el electorado católico antiabortista que con cierta reticencia estaba apoyando a Biden, terminó por cambiarse al bando de Trump. Biden ha dicho que en lo personal es antiaborto, pero que cree que la legislación debe proteger ese derecho. Pero Harris es abierta y rabiosamente proaborto, a grado tal que en su función como fiscal de California hay acciones aparentemente injustas y abusivas en contra de activistas provida. Su nominación ha generado rechazo entre esos grupos incluyendo al episcopado católico de Estados Unidos. Como ejemplo sirva que el Cardenal Timothy Dolan, uno de los Obispos más queridos en la unión americana, dirigirá la plegaria de inicio de los trabajos de la convención republicana.

Lo cierto es que la elección no está definida. Trump fue suficientemente astuto como para quitarle a Hillary Clinton un triunfo que se pensaba tenía en la bolsa. Lo mismo puede pasar con Biden, sobre todo si tenemos en cuenta que antes de la pandemia no se veía contrincante demócrata alguno que pudiera ganarle al Presidente.

Viene a la memoria la gran frase aquella de “Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud.”

paco@pacogarciaburgos.mx

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA

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