Por: Claudia Rosales

Así dice el dicho mexicano para hacer referencia a quienes tienen que trabajar de sol a sol, sin detenerse, porque hay que comer o alimentar a sus dependientes económicos.   Sin embargo, hoy aplico esta frase a la carga emocional, la carga de injusticias y la carga social, mismas que también nos mueven por terrenos inhóspitos donde seguimos tenazmente, sin poder detenernos porque una pausa, significa una catástrofe.

Hace poco más de un mes, lanzaron el documental de la vida de Marisela Escobedo. ¡Qué digo vida…calvario! Tan es así, que el título es “Las tres muertes de Marisela Escobedo”

Un documental donde vivimos junto con ella, el penoso camino por el que atraviesa una madre a la que le matan a su hija y en el que a pesar de contar con las pruebas contundentes y haber atrapado al feminicida, la justicia (laxa como lo es en este país), bajo la voz contundente de un juez, se hace presente y suena perturbadora con un: ¡Este hombre está libre!

Frente al rostro descompuesto por el dolor, de una madre que incrédula e impotente recibe la noticia como un balazo en la sien… se abre un lamentable andar que termina con el más trágico de los finales: Matar a la madre, para que también se calle.  Como decimos en México (famoso por nuestros dichos): “Muerto el perro, se acabó la rabia”

No pienso echar a perderles la trama y prefiero invitarlos a verla.  Duele, cala y carcome…pero esa es la cruda realidad de nuestro recorrido en este lugar en el que nos tocó vivir. Un país donde la impunidad, la corrupción y la indolencia están a la orden del día, como si fuese requisito para ser gobernante.

Un país donde las leyes están diseñadas para beneficiar más al delincuente que a la víctima. Un país donde los legisladores no se han sentado a ver las leyes desde la perspectiva de la víctima.

Un México donde en los curules pululan iniciativas arancelarias mientras diario mueren 10 mujeres por violencia de género. 

Un México donde en los curules, la mayoría de las senadoras y diputadas lucen sus mejores prendas y cobran mensualidades obscenas; haciendo caso omiso del dolor causado a diario a las de su género.

Un país donde los presupuestos para refugios quedaron reducidos a casi menos uno y donde no hay dinero disponible para darle seguimiento a las carpetas de investigación.

Un país donde denunciar parece condenarse uno mismo.

Si, un país donde ser mujer es como cargar con tres piedras del Pípila: Una a cuestas, otra atada a los tobillos y una más colgando del cuello.

México machista, México de votos y de botas… ¡México, México, ra ra ra!

¿Sabían ustedes que, en nuestro sistema legal, si un delincuente solicita un derecho o beneficio de preliberación tiene las mismas oportunidades, sin importar la naturaleza del delito?

¿Sabían ustedes que hay beneficios para los privados de la libertad que no contemplan protección o medidas cautelares para las víctimas, dejándolas expuestas, vulnerables y a la deriva?

Les tengo noticias: ¡Así es, no se ha legislado primordialmente pensando en las víctimas (o se ha quedado en letra muerta e intenciones), y no, no hay garantías de protección en ciertos beneficios que solicitan los sentenciados; dejando desprotegida a la víctima y a su familia!

Tal parece que el “tema” de los derechos de la mujer, se ha tocado más bien por moda o con fines de campaña electoral, por conveniencia o por hacerse ver políticamente correctos.  Pero en papel, en artículo, tácito y contundente… estamos muy desamparadas, estamos en pañales.

Quienes hemos tenido que andar el sendero de clamar justicia, buscando salvaguardar nuestra integridad y la seguridad de nuestras familias, sólo conocemos esta realidad:

Debemos estar al tanto de la carpeta o cuadernillo.  Si hemos sido víctimas/sobrevivientes, debemos saber que seremos re victimizadas por el sistema y que si queremos estar al tanto de cómo va el asunto penal del sentenciado, somos nosotras quienes debemos indagar. 

La realidad, es que el presupuesto es poco y los crímenes/feminicidios e intentos de…, sobrepasan al Estado.  Y no habrá, en el corto o mediano plazo dinero suficiente designado para ello.  Por eso, está en los legisladores hacer lo propio y promover leyes que sean vistas desde los zapatos de la víctima (que, dicho sea de paso, no son de tacón, porque no aguantarían la andanza tan sinuosa).

La realidad es que no hay una fiscalía que alcance, pero si en los curules hicieran su chamba…el panorama sería más alentador.

Lo he dicho con el dolor en el pecho: En este país o eres estadística o eres milagro.  Pero también creo que el despertar es continuo y ascendente y que pronto llegará el momento en que los jóvenes tomen los espacios legislativos, dignificando la vida de las mujeres y los niños (que somos los más desprotegidos en ley)

La juventud es nuestra esperanza, pero de momento nuestra voz es nuestra única arma de lucha; no de contra, no de oposición sino de invitación y de suma.

Necesitamos sumarnos e involucrarnos, alzar la voz, pasar la voz, compartir y exigir.  Nosotros somos lo único que tenemos.

Sí, la carga hace andar al burro.  Y sí, la carga es pesada; pero si aprendiéramos que los caminos son compartidos con senderos de ida y vuelta, donde los nombres cambian y en donde todos estamos en fila… quizás entonces, compartiríamos paquetes y repartiríamos una responsabilidad que nos corresponde a todos…para hacernos la carga más ligera.

Marisela no caminó sola, y muchas siguieron sus pasos. 

Que sean los pasos exigiendo justicia, los más.  Y no, los pasos hacia un abismo que crece y crece desmedido.

Ps.1. Aunque viajemos con la venda en los ojos, la impunidad en los feminicidios en México es del 97%.  Es decir, por cada 100 sólo se resuelven 3 casos.

Ps.2. ¿Eres mujer, tienes hijas? En este país, no se duerme tranquila hasta que todas están en casa.

Ps.3. Nuestra dura y escalofriante realidad sólo tiene un camino: Una sociedad que exija leyes justas.

Ps.4. Si seguimos permitiendo y aceptando la injusticia…terminaremos por convertirla en ley.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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