Por: Claudia Rosales.

Es 22 de noviembre del 2020, y en México se celebra el día de “Santa Cecilia”, dedicado a reconocer la maravillosa aportación de aquellos que nos entregan la música, ya sea en voz, en letra, en la ejecución de algún instrumento…

Para estas fechas, previas a Navidad, estaríamos (en otras circunstancias) con las agendas llenas para las posadas, donde el ingrediente principal e indispensable -aparte del ponche y el pisto- sería indudablemente: la música.

Este texto pretende ser un reconocimiento de pie, a todos aquellos amigos y extraños que dedican su vida a transformar con sus armonías, las vidas de otros.

Con tristeza puedo atestiguar, como varios de mis amigos que se dedican a la música, se han visto mermados durante esta pandemia.  El gremio de la música ha sido uno de los más castigados (y no porque todo esté en la red), sino porque las reuniones representan un riesgo inminente y, por ende, el modus vivendi de varios músicos, está pausado.

Aquellos que tienen el privilegio de contar con internet y aparatos electrónicos, han logrado realizar conciertos virtuales; muchos de manera gratuita para alegrar los días de quienes seguimos en casa, anhelando salir pronto para cantar abrazados y corear al unísono las canciones que nos sabemos o que inventamos adivinando las últimas sílabas ¡jajaja!

Y es que ¡Cómo se extraña la energía/sinergia entre el público y el artista!

A quienes se han dispuesto a regalarnos conciertos desde sus casas, mi gratitud sincera e infinita, pues han logrado que cocinar sea más ameno, que una copa de vino tenga letra y sintonía y que no deje de lado la esperanza del día en que podamos reunirnos de nuevo, a escuchar la música en vivo.

Pero, no todo es miel sobre hojuelas y hay que comer, sacar para la vida cotidiana, los gastos imprevistos, etc.

Y es aquí, donde hay que “meterle creatividad al asunto” y organizar conciertos pre pagados virtuales o vender canciones para eventos especiales, etc.

Ahora bien, están aquellos músicos que no son tan privilegiados y que “de internet ni hablamos” Los músicos de las plazas, los que encontramos en las calles, en los restaurantes, en los camiones…

¿En dónde están, ahora que las ciudades se encuentran con la boca cubierta?

Toda esa hermosa canción urbana está detenida, hasta nuevo aviso.

¿Qué será de sus días, sin un fondo que los apoye para salir adelante durante este trago amargo y que pareciera eterno?

En este día, donde seguramente, todos tenemos una canción que nos mueve, una que nos aprieta el botón de la nostalgia, alguna canción que nos conmueve o nos hace mover involuntariamente.  Alguna pieza que nos transporta, que nos pone “la piel chinita”, que nos borra las tristezas o que las hace más presentes…

En este día, donde no hay quien se escape del ritmo y de los silencios…honro a todos los músicos: ¡Desde los de conservatorio, hasta los de rompe y rasga!

Este día, doy gracias por la música (como dice la canción de ABBA, por las canciones que estoy cantando, por toda la alegría que me regalan)

Este día, mis “musicalísimos” lectores, los invito a que nos detengamos a pensar en todos aquellos que conocemos que viven de la música y no los dejemos ahí nomás en una burbuja de pensamiento; sino que veamos la manera de acercarnos a ellos y preguntarles, al menos cómo les va, y no sólo recordarlos cuando los necesitamos, y hasta les pedimos que se traigan la guitarra para que amenicen nuestra reunioncita “de gorra”

Antes de terminar el presente homenaje a quienes son portadores del alma de la fiesta, quiero compartirles que desde que soy niña, cada vez que escucho un grupo o músico en la calle, me detengo.  Me detengo por respeto a su esfuerzo y le agradezco que llene las calles de notas.

Y desde que cargo con bolsa y responsabilidades, no me quedo ahí nomás como “ejote molocotiledonio” viendo al infinito; abro mi cartera o monedero, y coloco una moneda en el estuche, siempre con un “gracias” y una sonrisa; una moneda de cambio por el privilegio de recibir una melodía a la que le dedicó tiempo de ensayo, esperanza y entusiasmo.

No hay canción pequeña, ni almas sordas.

Ps.1. La música es esa chispa que nos mueve, remueve, conmueve y transporta.

Ps.2. No concibo sangre corriendo por venas sin sonido, hasta en la sangre hay música y canciones…que nos mantienen vivos.

Ps.3. Felicidades a toooooodos los músicos, menos a los que creen que dos notas reggaetoneras son “rolas” y que el “autotune” es “la onda” …perdón, pero a esos no ¿por qué? Porque eso no es música, ¿ok?

Ps.4. Si van a regalar algo estas fechas, los invito a que sean “playlists” que definan la personalidad del destinatario (son mis mejores regalos de cumpleaños, por ejemplo).

Ps.5. Si saben cantar, ¡canten! Y si no, ¡También! Y si de plano ni “no cantar” les sale, pues ¡chíflenla y a bailar!

“QUESTO” Y “QUELOTRO” ¡Salud por los músicos!

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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