Por: Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Hablar de igualdad del hombre y la mujer es estar frente a hechos cotidianos que nos hacen sentir lo lejos que estamos de llegar al respeto de cada una de nosotras, por nosotras y de cómo nos tratan otros.

La primera regla que una persona debe tener para vivir es respetarse, eso implica ponerle límites a los otros de la manera en que nos tratan, así como evitar que los demás nos menosprecien o hagan menos por cualquier condición. Parece fácil de hacer, pero la verdad sea dicha, es un proceso complicado para muchos. Encontrarán sentido a mis palabras después que lean el siguiente relato, que no es ficción, pero lo parece.  

Verán ustedes, vivo en un fraccionamiento clase media de quizá unas 500 familias, tuvimos una junta informativa en la que nos comentaron las mejoras a la zona en que vivimos. Reunión en la que se trató incluso sobre el cambio de los guardias de seguridad, los cuales ahora son seis elementos, dos hombres y cuatro mujeres. Todos recibieron entrenamiento específico para ser guardias de seguridad, para ser vigilantes del orden en el lugar al que estén adscritos. Pero salí más que molesta de la citada reunión, ya que uno de mis vecinos tuvo a bien comentar que —No se sentía seguro, porque eran mujeres, que ellas podían ser agredidas sexualmente o incluso violadas—.  Salí de lo más molesta y agredida en mi condición de mujer.  

Tanto el vecino, como el presidente de la Asociación de Vecinos, hicieron comentarios misóginos, incluso llegaron a decir que si fueran sus hijas “No estarían trabajando de guardias de seguridad” y es donde quiero hacer hincapié en varias cosas.

Por principio de cuentas, puede considerarse un acto discriminatorio y falto de respeto por parte del empleador (en este caso la asociación), quien contrató a dicho personal porque cumple con el perfil para el cargo para el que fue contratado. También puede decirse que son actos violentos, machistas y misóginos por parte de la patronal. Si alguien considera que escribo algo incorrecto por favor coméntenlo.

Cada persona mayor de edad, según nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que tenemos derecho a dedicarnos a la actividad que mejor nos acomode siendo lícita, por lo tanto, si un papá o mamá está de acuerdo o no es irrelevante.

Es un trabajo de riesgo el que desempeñan los guardias de seguridad y están expuestos tanto hombres como mujeres, aquí no hay distinción por su sexo. Personas que por ser guardias deben saber defensa personal y manejo de armas.

Hasta donde sé, ahora las mujeres también pueden prestar el Servicio Militar, incluso hay muchas mujeres en rangos importantes dentro de la milicia.

En los ejércitos de otros países prestan servicio militar hombres y mujeres, es obligatorio para todos.

Muchos gobernantes del mundo y personas dedicadas al cine, música, comercio y otras actividades de riesgo, dejan su custodia bajo el mando de mujeres.

Por otra parte, cada uno de nosotros que tiene hijas, hermanas, esposa o novia debemos estar en armonía y respeto al lugar que la mujer debe ocupar en sus trabajos, pero descubrí con dolor que las mujeres, no importa cuánto sigamos trabajando aun nos falta un largo camino por recorrer.

Incluso la Secretaria de Gobernación Lic. Olga Sánchez Cordero hace sólo unos días, se expresó de actos discriminatorios por parte de sus propios compañeros. Con atención leí lo declarado por ella y pensé ¿Qué nos espera a las demás mujeres? Mi respuesta llegó más rápido de lo que creí, seguir trabajando de la mejor manera que sabemos hacerlo, con compromiso, disciplina y sobre todo profesionalismo.

¿En qué momento dejaremos de seguir los mismos estereotipos? La mujer tiene capacidad para desempeñar cualquier cargo o comisión, es nuestro compromiso rebelarnos para que no sigan ignorándonos. Y también debemos rebelarnos oponiendo nuestra resistencia para obedecer las reglas que nos imponen los seres misóginos o machistas.

Eduquemos a nuestros hijos e hijas bajo la premisa de “Igualdad y respeto para todos”. Que nadie nos diga a las mujeres que no podemos desempeñar determinada actividad.

Sería bueno que recordemos que hay mujeres en este país y en otros ocupando puestos de poder y decisión, los ejemplos son claros: Angela Dorothea Merkel, Canciller Federal de Alemania (Sigue en su cargo). Margaret Thatcher, ministro del Reino Unido de 1979 a 1990. Rigoberta Menchú, Premio Nóbel de la Paz 1992, activista guatemalteca a favor de los derechos de los indígenas.

Quiero decir que mi responsabilidad no fue menor en esa junta, también yo callé, no dije nada al escuchar aquellas palabras discriminatorias contra unas mujeres que prestan su servicio como personal de seguridad, por lo que decidí escribir, lo aquí narrado.

Como reconocimiento a su trabajo hago este relato, quienes se dedican a la delicada labor del cuidar otras personas y sus bienes, arriesgan su salud y hay días en que también sus vidas. No quiero pasar por alto algo que se manifestó en la justa que me dejó perpleja, “El principal enemigo de quienes dedican su trabajo a cuidar el orden en un lugar, son los que están dentro del lugar a cuidar”. Desempeñan un trabajo rudo, de su destreza y aptitudes depende nuestra seguridad y la de nuestras familias; a todos los que se dedican a esta labor “Muchas gracias”.

“El nivel de civilización al que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción de la independencia que han gozado las mujeres”.                                                       Flora Tristán.

“Todos los hombres deberían ser feministas. Si los hombres se preocupan por los derechos de las mujeres, el mundo será un mejor lugar”.                                                      John Legend.

“La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a los humanos, porque el respeto no tiene grados”.       Simone Wei.    

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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