RELATOS DE ULTRATUMBA

Por: Jorge Vargas

¡Hola, qué tal!

Buenas noches, me gustaría mucho compartirles lo que me pasó hace unos meses: Me encontraba trabajando en una empresa donde cada uno tiene su oficina, pero a raíz de la pandemia, se nos avisó que trabajaríamos en casa. 

Yo vivo en la ciudad , y sabía que estar en la ciudad encerrada me volvería loca y más porque vivo con mis dos niños, uno de 5 y el otro de 2; así que tome la decisión de mudarme temporalmente con mi mamá que vive en lugar llamado Tepotzotlán, en el estado de México.

Las veces que he ido la verdad me  ha gustado mucho, porque el lugar es muy bonito y muy tranquilo.  Entonces ahí si soportaría estar encerrada.

Mi marido murió hace un año en un accidente automovilístico, así que aprovecharía para que mis hijos también estuvieran cerca de su abuelita.

Cada día era muy lindo, pues la casa de mi mamá da a un cerro muy cercano y el aire del ambiente solitario provocaba que lo encontrara muy relajado.  Pero todo cambió cuando mi hijo mayor decidió salir a jugar aún más cerca de aquel cerro.  Lo podía ver desde la casa cuando llegó corriendo y llorando diciéndome que había visto un hombre pequeño que quería jugar con él, pero para ello le pidió que se adentraran juntos al cerro.

Mi mamá inmediatamente dijo que ya habían visto a mis niños y que ahora vendrían a la casa.

¡Me asusté porque no sabía de qué hablaba! hasta que me dijo que eran duendes. A pesar de muchas cosas yo no soy muy creyente, pero lo que me dijo mi hijo si me preocupó.

Desde aquel día de hecho comenzó todo, pues mis hijos jugaban y sus juguetes aparecían quemados, había cosas que desaparecían y no tenían mucho de haberlas dejado en algún lugar. Todo era muy estresante pues mi bebé de 2 años lloraba todo el tiempo  y el mayor me decía que el señor chiquito venía a molestarlos.

Todo lo que creí que sería un buen lugar se convirtió en algo muy aterrador. Mi mamá roció agua bendita y algunas otras cosas para orientar a los duendes según sus creencias. Mi hijo decía que le ofrecía dulces, pero lo que realmente hizo que saliera de ahí fue cuando mi hijo el más pequeñito despertó una madrugada llorando muy feo.

Era un llanto incontrolable, le preguntaba qué era lo que tenía  y con su manita me señaló su espalda. Le alcé su playerita y vi que tenía la piel muy roja, una especie de mordida en su espalda.

¡Cuando vi esto, sabía que tenía que salir lo más rápido de ahí!

Al otro día tomé mis cosas y me regresé a la ciudad. Amigos creyentes me dijeron que fue lo mejor, porque si no algo muy malo les podría pasar a mis niños. La verdad no me gustaría volver a visitar a ese lugar prefiero pagarle a mi mamá un viaje y se quede aquí con nosotros.

Ella dice que desde que me fui con mis hijos esas cosas siguen ahí como si los buscaran, y al no encontrarlos le rompen cosas.

¿Ustedes que opinan? y si saben cómo alejarlos me ayudarían mucho.
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-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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