Pláticas-De-Vidas

Por: Claudia Rosales

Para abrir este articulo, viene a mi cabeza después de catorce días aquella canción que cantara MECANO: “perdido en mi habitación sin saber que hacer se me pasa el tiempo”♪♪  ¡Claro que si me tomo el atrevimiento de modificar la letra, siendo una señora de 50 años, madre de familia, esposa y habiendo estado confinada en mi habitación por espacio de dos semanas, en la estrofa de “…mi mente empieza a vibrar, de tanto pensar, ya no hay nada claro en mi soledad” yo cantaría “…queda todo claro en mi soledad”!

Estar (como dicen los “milenials”: LITERALMENTE) aislada se convirtió en una oportunidad casi obligada de cambiar los muros por espejos (hablando figurativamente).  Se convierte este confinamiento en un ejercicio para cambiar y para fortalecer.

¡Fue momento de adquirir energía!

Peroooo esta parte de introspección, la dejaré para la segunda parte de este artículo.  Hoy, pienso enfocarme en todo aquello que considero importante y útil para aquellos a quienes el bicho nos ataca, con síntomas leves.

Me atrevería a decirles que les presento a continuación la imperdible:

“Guía práctica “doñesca” de una cincuentona para la escucha del cuerpo, prevención y acción a tiempo, incluyendo una buena dosis de sosiego”

-un tanto corto el título, como toda perorata de una doña cincuentona (adhoc, pooooes)-

Para entrar en materia, les cuento que el no sé dónde adquirí el bicho.  Soy y he sido una mujer prevenida, sin salir más que a las cuestiones necesarias para la casa, a caminar y a trabajar (entro en el porcentaje de la población que no puede darse el lujo de vivir de sus rentas).

Como dice una de mis amigas “a saber” dónde lo pesqué.  Estamos tan invadidos de esa “madreola” que es verdaderamente imposible seguirle la ruta.  Una de mis teorías es que me infecté por los ojos, porque el distanciamiento social ¡vaya que lo practicaba! (casi que sacaba la cinta para medir el metro y medio o dos metros)

Y el cubrebocas forma parte de mí, al grado de sorprenderme varias veces intentando beber café con él puesto ¡Y hasta soplándole a la taza! (todo un estuche de monerías, yo).

Ahora sí a lo que les “truje chenchas” La prometida “guía” dividida en sus cuatro segmentos: Escuchar, prevenir, actuar y sosegarse.

ESCUCHAR.

Me queda claro que una de las mayores virtudes del ser humano es conectarse y conocerse.  La detección del bicho pude hacerla justo a tiempo, sin dejar pasar nada, gracias a que escucho a mi cuerpo.  Dicho de otra manera: me conozco.

Sé lo que me rechina y cómo me rechina.  Sé cómo me pongo con una gripa, con la alergia, con una infección estomacal.  Me he dado el tiempo de escucharme y sentirme.

Mis alergias son constantes porque, en Mexicali está canijo vivir sin alergias, con tanto marranero que respiramos.

Mis síntomas “alergiosos” son: ojos llorosos, flujo nasal, dolor de cabeza entre los ojos (como una punzada) y garganta irritada.

Un sábado por la noche (♪♪♪) sudé mucho…neta que “Saturday Night Fever” y me dije: “pinches bochornossssssssss” … pero había algo peculiar en el bochorno porque después sentí escalofríos. Por lo que decidí que me la tomaría con calma el domingo y estaría atenta a cualquier otro síntoma extraño (ya que con esto del bicho uno se la vive en estado de alerta).

El domingo me sentí super bien.  Sali por algunas cosas del mandado y todo el día evolucioné perfecto por lo que, como el lunes también estuve bien, decidí que el martes me iba a mi caminata diaria de 10 kms.

Caminé y recuerdo haber dicho “me siento mejor que otras veces, supeeeer energética”.  Pasé el resto del día activa y todo sin novedades, pero al llegar la noche, ¡pum! Bochorno acompañado de nariz tapada (no flujo nasal), dolor en la sien (no en medio de los ojos), ojos secos (no llorosos), el corazón en una angina (no ardor en la garganta).

Le dije a Javier (mi esposo): Algo anda diferente en mi cuerpo, mañana me hago la prueba.

-Es tu alergia, yo te veo bien. -me dijo-

-Nel, esto está diferente. 

Sin mayores miramientos, le mandé mensaje a mi médico de confianza contándole lo que tenía y me mandó a realizar prueba de antígenos.  Fui, y… positiva.

Marqué de inmediato a mi esposo, para avisarle que llegaría directo a aislarme. Ahí comenzó el plan de acción.

Pero, de primera instancia ESCUCHARME fue la clave para detectar algo diferente a tiempo.

Llegué a casa y sin tocar ni el barandal de la escalera, me subí y me encerré para proteger al resto del clan. A partir de ese momento, mi marido se convirtió en el timón del barco y el mejor de todos los enfermeros del mundo. (hago mención de esto en el segmento de “escuchar” porque también hay que escuchar al resto y cuidarles).

PREVENIR.

Si bien es cierto, durante la enfermedad se debe reforzar la ingesta de vitaminas y suplementos, estoy convencidísima de que el hecho de haber estado vitaminándome durante los recientes nueve meses y medio (sin saltarme un solo día) con: Vitamina C (un gramo diario), D3 (3,000 IU diarias) y zinc (50 mg diarios) …hizo la diferencia.

No me previno del contagio, pues no son vacuna.  Pero, si aportó para aminorar los síntomas. No perdí el gusto, ni el olfato, ni el apetito de lobo feroz que me caracteriza.

No dejé de hacer ejercicio, aún cuando el gimnasio (al que he sido fiel durante 15 años) cerró durante unos meses, y luego decidí mantenerme en casa el tiempo necesario para evitar contagios, realizando rutinas.

Después salí de mis rutinas de casa para comenzar caminatas diarias.

El ejercicio, definitivamente fortalece el sistema inmunológico y también anímico, ya que las endorfinas aumentan el estado de bienestar.

Una buena alimentación, es clave.  No hay fórmulas en esto del bicho, porque se ha visto que igual ataca a personas sanas que a personas con malos hábitos pero, en mi caso particular, el ser alguien que no come “chucherias” y que ha buscado desde siempre incluir alimentos que nutran a la familia, abonó a que mi sistema inmunológico hiciera bien su chamba.  Digamos que, le he echado la mano.

Buena actitud y alejarse del “maldito” estrés.

Una de las principales causas de enfermedades en nuestra vida es el estrés, Resulta que el muy desgraciado, genera cortisol que (aparte de hacer engordar) inflama. 

¿Saben cual es la tarea del bicho covidiento? Inflamar.  Si a eso le sumamos, cortisol por estrés…el combo no es esperanzador.

Si pueden, tómense una taza diaria de té de pasiflora, valeriana, tila o algo así.  (les recomiendo el té de doce flores PLAMESI -esa marca-) antes de dormir o a media tarde. O bien, practiquen los mantras de ¡me vale madres!, ¡ni pex!, ¡a la goma todo! (en el lenguaje que más les convenga).

Usar siempre de los “siempres” el cubrebocas.

No convivir en espacios cerrados.

No estar en espacios abiertos, “pegaditos” a la gente.

Entrar al mercado como “bólido” y nada de andar paseándose como si fuera jueguito de Disney.

Si me hubiera entrado el bicho sin cubrebocas, conviviendo en lugares cerrados, estando en espacios abiertos pegada como lapa o haciendo mis compras con la calma de la tortuga de la fábula…la carga viral no hubiera sido leve.

ACTUAR.

Una vez contiagiad@, proceda a ¡ACTUAR DE INMEDIATO!

Aislarse como Rapunzel en la torre, es lo primeriiiiiito.

Ponerse en manos del médico de confianza y seguir las instrucciones al pie de la letra.  SER OBEDIENTE, se convierte en la pieza clave para la recuperación.

Seguir el protocolo del doctor y sus indicaciones, sin variantes y sin inventos de los remedios de la tía Juana o Pancho Metralla y sus comandos.

Todo suma, todo aquello aunado al tratamiento del médico, es bueno, pero nada de andar sustituyendo una cosa por otra. Luego salen con unas ideas de no tomes el ibuprofeno y tómate el té de cominos, mejor.  ¡No! En este caso NO APLICA.

Las dosis y los horarios son cruciales.

El reposo, se convierte en el mejor de los aliados.

¡Así de sencillo!

Si somos de los afortunados que podemos contar la experiencia, apliquémonos y no nos sintamos todo poderosos porque varias veces me lo dijeron: “este bicho es traicionero”

Comer las tres comidas. Comer muchos antioxidantes, mucha proteína y vegetales.

Estar muy bien hidratado.  En mi caso, tomé sueros, me terminé dos garrafones de agua, tomé té de hoja de guayaba, leche dorada, y por recomendación de mi comadre Alejandra: agua de coco (pero la que venden en Sam’s) que no contiene ni un gramo de azúcar.

Asear el cuarto, en medida de lo posible (estamos hablando, reitero de un paciente con síntomas leves).  Yo cambié sábanas, pasé el trapeador por el piso y me la pasaba echando sales minerales (cuaternarias) en el cuarto.

Limpié las superficies cada tercer día con mis toallitas de lysol y me estuve lavando las manos constantemente.

Me bañé a diario, con excepción de un domingo.  Mantenerme limpia y fresca, me vino bien.

La ropa sucia (se lava en casa jejeje). Lavaron mis sábanas y ropa constantemente.

Nunca estuve en contacto con nadie de la familia, de manera directa.  Siempre por teléfono, por pantalla (que afortunadamente podemos tener), o por mensajes de texto.

Seguir vitaminándose y tomar probióticos para la flora intestinal que acaba hecha una garra.  A mí me ayudó mucho y no siento malestar.

Si tienen manera de aplicarse aceites esenciales, háganlo… ¡se siente re bonito y genera alivio!

Estar informado de fuentes oficiales o no jugar al doctor navegando en foros de Google que no dejan nada más que sustos y miles de versiones encontradas.

Tomarse la temperatura y el nivel de saturación con el oxímetro de tres a cuatro veces diarias y estar atentos a cualquier cambio abrupto.

Siempre estar en contacto con su médico.

SOSEGARSE

Esta es la parte mas “cañona” de todas porque no es mecánica, ni lleva manual ni lleva la guía de un experto.

Es la parte que nos corresponde a nosotros en el fortalecimiento de la voluntad y la actitud que se adquiere ante una adversidad.

Me atrevo a llamarla adversidad porque no pasa un día sin que lea una esquela nueva y sin que desde hace meses vivamos con la zozobra de pensar que algo pudiera sucedernos, donde los desenlaces a veces son fatales.

Desde la gratitud, por estar y por ser lo que somos. Desde la gratitud por tener la oportunidad de contar y compartir, les digo que en esta parte del sosiego a mi me funcionó:

Leer. Estuve en una lectura profunda y de repente decidí que quería leer algo ligero…una novela.  Una de mis amigas me prestó la segunda y tercera parte de una saga que quería terminar.  Los días se me pasaron entretenida en ellos.

Meditar. Si no practican meditación porque suena como a campo esotérico o tema del oriente al que no le entendemos…no se preocupen. Tan sólo estar en silencio con uno mismo, visualizándose en sanación.

Cada quien tiene su manera de ser introspectivo.  La oración, un rosario, un rezo…todo aquello que tenga una intención, funciona.

Alejarse del miedo y los pensamientos catastróficos.

Yo, que soy una persona que corre pa’l monte, en cuanto sentía un ligero cambio imaginaba hasta el final de la novela de Shakespeare más trágica.  Tuve que sosegarme y cambiar mi pensamiento por uno de cuento de hadas con final de “felices para siempre”

Hay algo que aplica mucho en estas circunstancias que es “la recta manera de pensar” …eso ayuda y fortalece.

Soltar. ¡Uffffff! Esto es harina del costal más pesado.  Soltar la carga y decir me debo permitir recuperarme.

Y es que a veces pensamos que se va a caer el changarro sin nosotros, pero si no nos recuperamos, al rato ni changarro ni quien lo atienda.

Delegar responsabilidades y confiar. No somos “non plus ultra” y alguien puede hacer las cosas, trabajando en equipo.

Dejarse llevar y fluir. El que manda es el que está a cargo de la casa y a cargo de la salud, a uno le toca dejarse llevar y fluir con ellos.

En pocas palabras: Prevengan, no se confíen, escuchen a su cuerpo a diario, manténganse activos, coman sano, piensen positivo, alimenten su espíritu de buena música y buenas acciones.

Si les toca pasar del bando de los invictos a los infectados, tomen acción inmediata, no teman, agradezcan cada día (uno a la vez) y valoren cada inhalación y exhalación… que el aire que respiramos es regalo divino.

¡Hoy piso el pasillo y abandono mi torre de Rapunzel!

Ps.1. No escribí antes este articulo porque aunque mi doctor me dijo que ya “la había librado” prevalece en mí, el dicho de la bisabuela : “por eso los hacen pandos porque los montan tiernos’

Ps.2. No hay fórmulas, por eso comparto mi experiencia de manera chusca si quieren, pero en lo empírico de la misma, va mi alma y cada uno de los días aquí transcurridos.  Espero sea de utilidad.

Ps.3. Hay que ser flexibles, pero no irresponsables.  Saliendo de esto, no pienso bajar la guardia ni convertirme en “covidiota” con el cuento de “pssss ya me dio y ando disfrutando de la “inmunidáss” ¡No!

Ps.4. De aquí a que llegue la vacunación para todos en este país, sigue siendo la mejor defensa el distanciamiento social y el uso adecuado…ADECUADO del cubrebocas (que también debe usarse cubriendo la nariz) …la papada luego se la operan, no necesitan cubrirla.

Ps.5. Gracias a mi marido, por ser no sólo el mejor enfermero sino compañero amoroso y comprometido.  Su amor habla en acciones.

Gracias a mi familia, que no me deja nunca, no me suelta de su mano.

Gracias a mis amig@s que mandaban mensajes, me llamaban o me trajeron calditos, pays, etc.

Gracias a mis clientes, por esperarme.

Gracias al médico Dr. Juan Ramos quien estuvo monitoreando desde Tecate, a mi tío Coy (Dr. Jorge Cáceres), y a mi médico de cabecera/amigo, que desde el 2008 ha estado pendiente de mi salud, el Dr. Benjamín Zatarain.

Gracias a mis hijos por su paciencia… yo creo que están temiendo a que salga del cuarto como la bruja que soy a poner ¡orden en la sala! Jajaja.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

1 Comment

Jorge Bravo febrero 7, 2021 at 9:50 pm

Primero que nada que bueno que estás bien, afortunada por poder contarlo y compartir tus experiencias .
Un gusto leerte .
Saludos
JB

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