Relatos de Ultratumba

Por: Jorge Vargas.

Eran las diez de la noche, salí de mi casa para ir a trabajar, ya que tomaba turno a las cero horas (media noche). Por el lugar que tenía que transitar debía salir con tiempo, no tenía vehículo y para llegar, debía caminar aproximadamente una hora en camino de terracería en medio de la nada hasta llegar a la carretera y luego caminar otros cuarenta y cinco minutos.

Mientras salía de casa pasaron cosas inexplicables.
Cabe mencionar que en casa sólo vivimos tres personas: Mi madre, mi abuelo y yo. No teníamos televisor, sólo una pequeña radio que funcionaba a base de baterías.

Cuando iba saliendo, mi madre se acercó y me dijo que tuviera cuidado, yo con una sonrisa le dije que no se preocupar, que todo iba a estar bien. Ya en el camino comenzaron a pasarme cosas extrañas.

Mi madre siempre me despide y soy yo, quien cierra la puerta; pero esta vez después de haber dado unos pasos, escuché que la puerta se abrió y por ser la noche tan espesa, alcancé a divisar la silueta de una sombra.

Yo contaba con la seguridad de que era mi madre quien había salido a verme, pero me pareció raro ya que ella no hace eso. Seguí caminando y me sentía perseguido.

Quizá ya había caminado una media hora, cuando de la nada empiezo a sentir mi cuerpo estremecerse, siento como un escalofrío me recorre. Me siento algo inquieto y comienzo a buscar en los alrededores, pero no veo nada.

El pánico se hace presente y tengo la sensación de que algo o alguien me ve y me sigue, pero cuando volteo no hay nadie.
Apresuro el paso (casi trotando), pero aun así me siento más inquieto. No era la primera vez que caminaba por ahí a esa hora, llevaba ya trabajando cinco años en ese hospital, así que se me hacía raro todo eso.

Mientras seguía caminando  vi unas luces, que parecían ser de un automóvil.

Efectivamente se trataba de un vehículo, el vehículo se detiene y veo que es un señor de ya avanzada edad y me dice:
-oye joven ¿A dónde te diriges a esta hora y por estos rumbos?

Yo le digo: Voy al trabajo, soy cuidador del portón de un hospital psiquiátrico.

El señor algo serio me dice: -¡Ah! Ya había oído de ti, te aconsejo que regreses a casa, hoy no hace un buen tiempo, yo con una sonrisa le contesté:
– Debo ir, casi llega la hora de tomar mi turno.
– Podrías tener razón, sólo ten mucho cuidado.

Le agradecí, él continuó su rumbo.

Al llegar a la carretera noté que el tiempo se hizo corto, ya casi eran las cero horas. De pronto aparece el cuidador (a quien yo debía cambiar) acompañado de un doctor y una enfermera. Eso me pareció muy extraño, pero me sentía mal porque yo me había tardado y estaba seguro que iban a despedirme por impuntual.

Cuando ellos llegan a mí, me dicen:

-Regresa a casa, esta noche no harás guardia.

Ellos habían ido a esperarme para darme aviso, ya que yo no tenía celular. Yo algo incrédulo les pregunté el porqué, a lo que el cuidador me respondió:
-Hoy haré yo tu turno porque es mi despedida, ya solo esta noche trabajaré para el hospital.

Ya más tranquilo, les digo que está bien y nos despedimos. Ellos regresaron al hospital y me fui de regreso a casa.

Al llegar a casa y recostarme en mi cama y me puse a pensar en todo lo extraño que me pasó esa noche.

Al amanecer, mi madre sorprendida me preguntó: ¿Qué haces aquí?, ¡no me digas que te despidieron! 

Le dije que no, que me habían dado la noche libre por despedida del otro cuidador. Mi madre me dijo:

-Me alegra hijo, por fin pasas la noche en casa.

Siendo ya las nueve de la mañana, llega un vecino algo preocupado y asustado a preguntar por mí a la casa, mi madre le dice que yo estoy bien, salgo a ver y el vecino me abraza y me dice:
-Me alegra verte, ven a casa quiero mostrarte algo.

Voy a su casa donde sí había televisor y la enciende.

Cuando pone las noticias y me doy cuenta que en el hospital donde yo trabajaba hubo una masacre.

Que siendo las nueve y media de la noche un grupo de asesinos llegó al hospital matando a todo el personal de trabajo a tiros, quemaron el hospital y lastimosamente no había sobrevivientes.

El cuidador quiso repeler el ataque, sin embargo no pudo y lo encontraron calcinado con varias perforaciones de arma de fuego.

Me siento con escalofríos, voy rápido a casa y le cuento a mi mamá y a mi abuelo lo que había sucedido desde que salí de casa.

Mi madre me dice que ella no salió a verme en ningún momento desde que yo cerré la puerta. Mi abuelo me preguntó sobre la descripción del señor que encontré en su vehículo, cuando se lo describo, mi abuelo me muestra un periódico en donde está la foto de él.  ¡Exactamente, así era el señor que encontré!

Mi abuelo me contó que él había muerto en esa terracería, cuando su vehículo prendió fuego por sobrecalentamiento de motor y una fuga de gasolina.

Que eso había pasado unos años atrás y que mi abuelo conservaba ese periódico, ya que ese señor era el fundador del hospital.

No sé cómo explicar lo que pasó, pero de algo estoy seguro: Aún no era mi hora y por alguna razón, espíritus del más allá cuidaban de mí.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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