Lectura para Ciegos

Por: Alfonso Caballero Barragán.

Presentar esta renuncia fue para mí entregar parte de mi vida y de la sociedad en la cual he participado con toda mi familia. Podría expresar, fundamentar y criticar cuales son las razones por las cuales presento esta renuncia, pero hay unos dichos muy sabios, “El buen juez por su propia casa empieza” y “la ropa sucia se lava en casa”

Yo no puedo criticar al partido que me dio muchas alegrías y fue un factor determinante para conocer a muchas personas, ideologías y formar parte de mi carácter.

Como lo he venido mencionando soy de una familia priista por convicción y no por necesidad. Mi familia y su servidor nunca pedimos a cambio un puesto público o un beneficio del gobierno por el hecho de haber defendido al partido por tantos años.

Recuerdo en los años 60 que la gran alegría de la familia era que nos nombraran representantes de casillas, secretarios o presidentes para el día de las elecciones. Era tanta la emoción que se despertaban tempranito para poder participar en dicho evento y hasta la culminación del mismo.

Muy temprano estaban a las 6 ó 7 de la mañana, mi tío Isabel Caballero y mi padre Alfonso Caballero bañados, afeitados, desayunados y con su característico olor a loción refrescante que se ponían después de haberse afeitado.

Las votaciones eran un ambiente familiar. En ese tiempo solo  existían dos partidos, y los dos con una fuerza natural, como era el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional, todos amigos y conocidos quienes contaban con una gran calidad humana.

En pocas palabras las elecciones eran una fiesta, las cuales actualmente no creo que terminen en la misma forma ni se tomen las decisiones que en aquellos años se tomaban.

Antes a la ciudadanía les emocionaba y era un orgullo participar en las casillas, ahora lamentablemente ni pagándoles aceptan participar en las mismas.

LES VOY A CONTAR UNA ANÉCDOTA DE MI SEÑOR PADRE, QUE ES LO QUE ME PIDEN USTEDES.

Mi señor padre después de dejar de trabajar en la Cervecería y jubilarse puso una tienda de deportes, el famosísimo poncho caballero conocía a todo el mundo y todo mundo lo saludaba, por cierto le preguntaban que si como se llamaba su tienda y él les decía: “telas” pero la gente le preguntaba ¿telas qué? TE LAS PONCHO, aunque realmente el nombre era “Deportes Armida” por mi hermana menor Armida Caballero.

En el edificio que estábamos mi padre y yo, él se encontraba  en el local de abajo donde tenía su tienda y en el segundo piso mi despacho. 

Cuando salía yo a la Ciudad de Tijuana o Mexicali a los Tribunales, a mi padre a todas las personas que me iban a buscar -como muchos eran conocidos-,  le platicaban cual era la razón por la que iban, para así cuando yo regresaba de los Tribunales, mi padre me contaba que llegaba fulano de tal queriéndose divorciar de su esposa, por equis razón.

Un día le dije a mi padre: “vamos haciendo un convenio”.

No me gustaba que le preguntara a la gente porqué razón venían aquí y menos que se involucrara o preguntara sobre sus problemas, contestándome que ellos solos se lo contaban. Es decir, que él tomaba muy en serio su papel de secretario del despacho.

Por lo que le dije al Poncho “vamos haciendo un pacto ni tú llevas divorcios, ni yo vendo pelotas”.

En la tienda de deportes mi padre encargaba las pelotas, balones, guantes, los zapatos de futbol y los uniformes tanto de la ciudad de México como de Jalisco y Michoacán, pero había un proveedor de balones y taquetes, que siempre pasaba mes a mes, a visitarlo.

El proveedor traía consigo una bolsa grande como las que usan los soldados de USA, en ella cargaba las muestras de los productos en venta. En cada ida se quedaba a platicar con mi señor padre, el cual siempre invitaba a cada proveedor a comer a la casa, le encantaba presumir lo rico que cocinaba mi señora madre.

Ese día el proveedor michoacano llegó con su maleta y con una sonrisa en la cara saludando con gusto a mi padre. Después de mucha plática le comentó que su felicidad también consistía en que las elecciones las había ganado el PAN, quedando como presidente Vicente Fox, perdiendo el PRI.

Fue tanto así el enojo del Poncho Caballero que con paso apresurado y con un semblante de enojo tomó la maleta del proveedor y la arrojó a la calle sacándola del local, diciéndole que se fuera a ¡chin…a su m…! Que con el PRI no se metiera.

Mi padre era la persona más feliz y contenta del mundo, pero cuidado que le tocaras o mencionaras al PRI o al equipo del América, allí no se podía meter ninguno.

Cuando mi padre se fue a la casa a la hora de la comida, le comentó a mi madre “La Celia Caballero”, todo lo que había sucedido. Ella inmediatamente le exigió que fuera a buscar al proveedor y le pidiera disculpas porque la comida ya estaba preparada y servida para dos.

Por lo que mi padre se fue a la terminal de camiones a buscarlo y precisamente allí lo encontró. Le pidió disculpas y le dijo que la comida estaba lista, que se apresuraran.

Cuando llegaron a la casa empezaron a platicar mientras comían, riéndose llegaron a un trato, nada de política y menos cuando se tratara del PRI.

Mi señora madre era una excelente cocinera, por lo que siempre cuando se enteraba que los proveedores vendrían con mi señor padre, ella ya les tenía preparada y lista la comida. Mi señor padre, estaba tan orgulloso de ella, que siempre presumía lo bien que cocinaba por lo que en la casa se encontraban proveedores a la hora de la comida cuando lo visitaban.

Nos vemos a la próxima, NO SE PIERDAN LA PRÓXIMA SEMANA UNA HISTORIA FABULOSA DE LA CIUDAD DE TECATE.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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