Por: Prof. osé Luis Bobadilla Acosta

Taller de Historia de Tecate, A. C.

BUSTO DE JOHN RILEY EN PEDESTAL, PLAZA SAN JACINTO, SAN ÁNGEL, CIUDAD DE MÉXICO

Natural de Irlanda, John O’Reiley emigra a Estados Unidos (como muchos de sus compatriotas), donde alcanza el grado de teniente del Ejército de los Estados Unidos.

Estando al mando de la compañía K del Quinto Regimiento de Infantería de Estados Unidos, deserta (probablemente por la actitud de los mandos y su política respecto de los católicos) antes de la declaración formal de Guerra México-Estados Unidos, el 13 Mayo 1846, (esto le salvará de la ejecución por la corte marcial de Ciudad de México en 1847) y se integra en las fuerzas armadas de México.

Los miembros del Batallón de San Patricio comandados por John O’Reiley, eran soldados irlandeses desertores del Ejército de los Estados Unidos que se unieron a México para defender al país de los estadounidenses.

BANDERA DEL BATALLÓN DE SAN PATRICIO.

LEMAː ERIN GO BRAGH, ‘IRLANDA POR SIEMPRE’.

Varias fuentes afirman que es muy posible que el batallón se haya formado a causa de los castigos severos, a veces injustos, que los irlandeses sufrían por parte de los mandos militares, que no les tenían ninguna confianza por ser católicos y no protestantes.

Riley y Patrick Dalton, formaron el batallón de San Patricio, estando Riley al mando.

Llegaron a formarlo varios cientos de soldados, principalmente emigrantes de Irlanda.

Lucharon en:

  1. La batalla de Matamoros (20 de mayo de 1846).

Riley y un pequeño grupo de irlandeses, campesinos católicos en su mayoría, se dirigen al lado mexicano donde se alistan en el ejército de ese país.

Sería en la batalla de Matamoros, declarada la guerra, en donde se une el grueso de los hombres, con John Patrick Dalton a la cabeza, que integraron el famoso Batallón de San Patricio, que no solo eran irlandeses sino también alemanes y de otras nacionalidades que profesaban la religión católica, pero que detestaban la ignominiosa disciplina del ejército, particularmente humillante para los propios irlandeses.

Encuadrados como batallón de artillería, Riley y sus hombres lucharon como héroes valerosos.

BATALLA DE CHURUBUSCO

  • En la batalla de Churubusco, a las afueras de Ciudad de México, combatieron con valor extraordinario el día 20 de agosto de 1847, cargando cañones y mosquetes hasta con piedras debido a que se había terminado el parque de las fuerzas mexicanas.

Patrick Dalton, segundo en el mando del glorioso batallón, derribó por tres veces consecutivas la bandera de tregua, continuando la lucha en cada ocasión.

Para los integrantes del batallón de San Patricio la batalla de Churubusco fue devastadora.

Los capitanes John Riley y Santiago O’Leary fueron heridos, así como Francis O’Connor, un soldado enrolado.

Aproximadamente 35 miembros del batallón murieron, mientras que otros 85 fueron capturados por las fuerzas estadounidenses, incluido Riley; los restos de la unidad, que suman aproximadamente 85 hombres, lograron escapar junto con las fuerzas mexicanas en retirada.

Algunos de los soldados sobrevivientes tomaron parte en la Batalla por la Ciudad de México, aunque eran demasiado pocos para constituir una unidad militar cohesiva.

Patrick Dalton, quién, junto con otros de los integrantes del batallón, había sido obligado a cavar las tumbas de sus compañeros, según testimonios de personas presentes, entró en un estado de profundo shock al ser testigo de lo ocurrido.

Los San Patricios restantes lograron escapar y permanecieron dispersos y escondidos algunos días.

Riley y Dalton sobrevivieron.

PROCESO MARCIAL

En septiembre de 1847 varios grupos del Ejército del Norte que se había retirado bajo las órdenes de Antonio López de Santa Anna se fortificaron en los alrededores del bosque y cerro de Chapultepec, el ejército estadounidense mientras tanto tomo al palacio del Ex Arzobispado en Tacubaya como base de operaciones y llevó a cabo parte del proceso marcial contra los integrantes del Batallón de San Patricio; avanzaron y tomaron la casamata ubicada al poniente del bosque el día 11.

Dalton había expresado previamente su desacuerdo respecto a la forma en que lo trataron.

De hecho, durante el juicio, Dalton fue el único prisionero que se opuso al capitán Alexander, del ejército estadounidense ya que éste lo había maltratado en el camino a los tribunales.

Condenados bajo la acusación de deserción en tiempo de guerra, la mayoría de los más de sesenta sobrevivientes fueron condenados a la muerte en la horca, Dalton entre ellos.

Tras la ejecución, se dice que sacerdotes mexicanos recogieron los cadáveres, entre ellos el de Patrick Dalton y los sepultaron en Tlacopac.

John Riley y unos pocos fueron indultados en consideración a que se habían pasado a los mexicanos antes de la declaración de guerra, aunque se cree que más bien lo dejaron vivo para que sufriera en vida su humillación y la muerte de sus paisanos.

Sin embargo, todos, sin excepción, incluso los condenados a muerte, sufrieron la pena de 50 azotes con látigos de siete puntas y la marca a fuego con la “D” de desertor.

A Riley le fueron dados casi cien azotes y se le marcó dos veces con la letra de infamia, fingiendo supuestos errores en la cuenta de azotes y en la forma de marcarlo a fuego, se le marcó en la nalga y bajo su ojo derecho.

EJECUCIONES

Las ejecuciones se sucedieron en tres episodios, frente a la población mexicana, que fue testigo de la infamia cometida contra aquellos prisioneros inermes a los que se obligaba a cavar su propia tumba antes de ejecutarlos.

Los últimos ahorcamientos se sucedieron al final de la batalla de Chapultepec, el día 13 de septiembre de 1847, habiéndose mantenido a los prisioneros parados sobre carretas, con la soga al cuello, y amarradas sus manos a la espalda, durante casi diez horas, en espera de la muerte.

Incluso Francis O’Connor, un soldado irlandés quien convalecía de la amputación de ambas piernas fue llevado a rastras hasta el patíbulo a última hora.

Al serles leída la sentencia que advertía que serían ahorcados cuando el pabellón estadounidense sustituyera al mexicano en el Colegio Militar de Chapultepec, convertido en fortaleza, Dalton contestó retador:

¡Entonces moriremos de viejos! -John Riley fue llevado en el último instante para que presenciara el fin de su batallón.

Fue entonces cuando sucedió algo extraordinario.

Con dificultad, Riley se irguió y dio la orden de fuego que todos los sentenciados contestaron con vítores a Irlanda, México y la libertad.

Así fue exterminado el glorioso Batallón de Artillería de San Patricio, a cuyos hombres, los mexicanos con gran respeto y admiración llamaban “los colorados”, y los que recibieron del gobierno de México la “Cruz de La Angostura”, por su destacadísima actuación en la batalla de La Angostura, en donde diezmaron a un batallón estadounidense y le capturaron dos de sus cañones.

El batallón en sí fue formalmente disuelto en agosto de 1848, seis meses después del final de la guerra, supuestamente debido a que uno de los oficiales de la unidad estaba implicado en un intento de golpe militar.

Así terminó el batallón de San Patricio.

DESPUÉS DEL JUICIO

John Riley, después de cumplir durante casi un año la pena de trabajos forzados hasta el final de la ocupación estadounidense. ​

Después de su condena y marca, Riley fue liberado y finalmente se reincorporó a las fuerzas mexicanas.

Según los informes, se dejó crecer el cabello para ocultar las cicatrices en su rostro.

Continuó sirviendo en el Ejército Mexicano regular después del final de la guerra, siendo confirmado en el rango de “Mayor Permanente”.

Destinado en Veracruz, fue retirado el 14 de agosto de 1850 por motivos médicos tras sufrir de fiebre amarilla.

Riley había sido dado de baja el 14 de agosto con medallas de heroísmo, con uniformes, con un caballo y una tachuela bien equipados, con más de $ 800 en pago de jubilación (el equivalente a $ 20,000 en la actualidad).

El certificado de defunción del indigente “Juan Riley” estaba fechado el 31 de agosto, apenas diecisiete días después.

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