Hay zonas en las ciudades que marcan la historia y la vida de la mismas, hechos que a fuerza de repetirse una y otra vez, llega el momento en que de tanto verse, llegamos a no verlos y se vuelven a nuestra vista traslúcidos… la deshumanización que se va dando en las grandes urbes a consecuencia de sucesos que nos asustan, como la muerte anónima de muchos que han llegado a las ciudades fronterizas y aparecen en nuestra mente como muestra descarnada de lo que ninguno de nosotros quiere vivir. Y a su vez, la muerte, impredecible como es, se asoma con regularidad en esos espacios de donde tanto presentarse… sus allegados se acostumbraron a su presencia. Como en intercambio mutuo de ignorarse entre sí, los actores de quienes habitan el bordo hacen una simbiosis de apatía, bromas y en algunos casos de risas perturbadas por lo que viven cada día.

El origen para aquellos recién llegados que buscan traspasar a toda costa El Bordo, ya no sólo es el de la miseria, tampoco el decir que son personas que vienen sólo de algunos Estados de nuestra República, ahora la situación es distinta y no menos dolorosa, convergen personas de diferentes estratos sociales y las crisis vividas en sus lugares de origen los hacen a todos iguales, “Extraños en una tierra igual de extraña a ellos”. A su vez, cada uno sortean de la mejor manera que pueden todas aquellas situaciones que se les presentan, el único camino es seguir y conservar la vida.  Muchos de los recién llegados en este punto coinciden (El Bordo), pero antes debieron superar una gran cantidad de obstáculos, algunos incómodos, otras quizá traumáticos: la finalidad llegar al término del viaje, “Al otro lado”, vivir la incertidumbre de toda esa aventura, en algunos casos la rapiña, o el robo y otras cosas más que he escuchado, pero prefiero no escribirlas… porque a lo mejor se dañe la mente y los oídos de más de algún lector.

Llegar a la meta de su ruta (El Bordo) habla de una firme voluntad, al tratar de evitar regresar a la condición de vida de la que provienen. Pero el llegar y verse frente al muro “Que en todo  momento es hostil” no sólo por lo que físicamente es, sino por lo que representa. Además de la consigna y encomienda precisa que tienen todos los guardianes de la línea fronteriza (Que por principio y al final de cuentas, sólo cumplen órdenes de que se respeten las reglas de su país).

Pero… ¿Qué representa el bordo? Según les hacen creer, es la ruta más cómoda y fácil para el cruce sin documentos, y según creen que encontraran trabajo y oportunidades de mejoría una vez que lleguen al vecino país; pero eso fue quizá en otros tiempos, ahora esta resguardada por agentes de la patrulla fronteriza, que recorren con ahínco cada kilómetro de sus tierras, más los linderos de Playas de Tijuana reforzados 100 metros mar adentro por el acero reciclado de la Guerra del Golfo Pérsico y que hace las veces de cerco.

Cada atardecer el lugar adquiere vida propia, por una parte, aquellos que estudian el lugar para poder ingresar al vecino país y por otro lado los guardianes del orden que como si fuera un gran partido de juego de pelota escenifican una gesta segura y desigual. Puedes ver los individuos con sus familias con rostros que manifiestan claramente su sentir al estar ahí como aspirantes a indocumentados y en contraparte, los obstáculos físicos de la doble valla metálica, los metros de territorio inhóspito que en esta época de calor calcina la piel y los huesos y en época de frío congela la sangre y hasta el pensamiento (El clima es el mismo para ambos, pero los indocumentados no van preparados, los agentes fronterizos, sí). Eso sin contar la cantidad de helicópteros a su servicio y últimamente los drones.

A pesar de todo, llegar al Bordo sigue siendo una aspiración para muchas personas venidas de diferentes partes del país y del continente, incluso de otros continentes, aunque en los letreros del cerco se pueda leer “Ni ilegales ni criminales, trabajadores internacionales” y en otra “Hasta el límite”, unas frases más poéticas que otras, pero ambas retratan la realidad lastimosa de muchos que llegan a las tierras fronterizas, no sólo en Tijuana.

El Bordo es un punto de interés para residentes locales y extranjeros, casi como una ruta de visita donde se tejen diferentes historias que pretenden recolectar antropólogos, sociólogos y recientemente hasta estudiosos de la salud, en busca de respuestas para sus diferentes áreas de estudio. Hay quienes visitan con regularidad el área para entrevistar a su materia de estudio “Los migrantes” que se mueven como monstruo de mil cabezas, que sin importar su lugar de origen todos son escépticos. Durante la época de lluvias, cruzar por Tijuana, es riesgoso por la velocidad de las aguas que arrastra el río Tijuana, caudal que sólo existe en esta época del año, eso sin contar que además el agua está sucia, chiclosa y cargada de otras cosas, aunado al clima extremo, incrementa el peligro.

Desde el Bordo la Zona Norte se puede observar a la luz del día con todos sus colores y su   magnitud: como una fotografía antigua enmarcada por un conjunto de edificaciones contrastantes entre sí, unas nuevas y llenas de color y otras corroídas en su color por el sol y el paso del tiempo, edificios que a su vez no respetan un patrón arquitectónico definido o identificable: casas, azoteas, anuncios de neón fundidos, pancartas publicitarias de partidos políticos, y todo tipo de gente en un vaivén como romería en el transcurso del día y que sólo desciende por unas horas ya entrada la noche, en dónde también cambian las actividades comerciales.

Además, desde lo alto de El Bordo también se aprecia el país vecino, se divisa sólo como un espejismo, donde espera el “Sueño americano” se puede apreciar a los guardias fronterizos con sus uniformes impecables cada que cambian el turno, como bajan y se trasladan en sus vehículos. Miran hacia donde se agrupan y se dispersan o se pierden los migrantes. Ambos socializan a su manera, la cortesía de uno y otro lado ausente en sus formas de moverse. Al final de cuentas ambos son hostiles unos con los otros y de ambos sus razones son válidas y contundentes. Se miran unos a otros de un lado y del otro, ambos se estudian antes de la faena del día, para finalmente cruzar o ser aprendido, uno llenará boletas de custodia y quizá el otro sea regresado a su país de origen, aunque quizá al fin al de cuentas por el color de su piel mejor le convenga…y diga soy mexicano.

“El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance”

-Isabel Allende

“Para muchos no soy nada, pero soy feliz por que voy tras mi destino”

-Anónimo

“Extraño en tierra ajena, ya lo era en la tierra que nací”

-Voces migrantes

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