Pláticas De-vidas.
Por: Claudia Rosales.
Esto viene a colación por la serie de argumentos con los que se topa uno, en medio de la pandemia:
“Que si el gobierno no toma las medidas necesarias y lo deja pasar todo muy a la ligera” o “Que si la gente anda con la “inmunidad de rebaño, como si nada pasara”
Hasta este fin de semana, en BC, se regresó a semáforo rojo (tema covid), después de haber estado en un anaranjado que la población daltónica, le vio color verde.
Por un lado, la laxitud del gobierno; por el otro, la irresponsabilidad de la población.
Lo cierto es que las estadísticas no tienen sentimientos, ni creencias, ni ‘detentes”. Lo cierto es que los números no mienten.
Y es de llamar la atención, la mortalidad por edades.
Según el “Boletín estadístico sobre el exceso de mortalidad en México, durante la emergencia de covid 19”, el grupo de edad más afectado es el de 45 a 64 años de edad, con un exceso de mortalidad del 62%; seguido del grupo de 65 y más, con un 33% y luego, el grupo de 20 a 44 años de edad, con un 18.4%.
¿A qué se deberá este fenómeno en el grupo de los “cuarentones y cincuentones”?
De forma empírica, puedo decir, que en ese grupo de edad me encuentro yo, y que muy a pesar, me he topado con una serie de argumentos y acciones (con los de mi generación), dignas de sacudir a la mismísima falla de San Andrés.
Aquí enlisto los argumentos que seguramente, muchos hemos escuchado y otros los han dicho:
- Siempre nos juntamos los mismos, no pasa nada. ¡El fulano, sutano, mengano y perengano, ni salen! (como si los tuvieran con un GPS integrados para saber todos sus movimientos)
- Es nomás la comida de cumpleaños y somos familia. No vivimos juntos pero, pues somos familia y nos veremos un ratito… ¡No pasa nada! (-¡Ah sí!- dijo el bicho: “Esta es la familia Esquibirisquiú Pérez Quisquiberri…a ellos no los puedo tocar”)
- Sí, si voy al gimnasio pero solo un rato. Ni al caso que me infecte. (Ya me imagino a la botarga del coronavirus con un reloj para ver a qué horas entra en acción)
- ¡Ay nadie se ha enfermado en los sobre ruedas, no inventes!
- Sí voy a ver a los abuelos, pero siempre me pongo gel (esto aunque hayan salido a lugares concurridos, etc)
¡En fin! La lista es interminable y es a este sector que se siente de la “inmunidad del rebaño” (que no existe), a la que la enfermedad le ha cobrado más cara la factura.
Somos los padres de adolescentes, entre los cuales, muchos no se han atrevido a ponerles límites en salidas y visitas a los hijos, y al abrir las puertas de sus casas, se vulneran.
Esto por un lado.
Por el otro, están los padres de hijos que han sabido fajarse y adaptarse a la adversidad. No todo es una regla, pero como dije al principio, los números no mienten y es el sector de 45 a 64, el que más índice de mortalidad tiene.
Ahora bien, el gobierno. Es cierto, el gobierno no tiene la culpa de las decisiones de la gente. Pero si tiene LA RESPONSABILIDAD de aplicar las medidas necesarias para que su “rebaño” no se salga de control.
Es como en casa, todos sabemos que todo mal comportamiento de los hijos, tiene una consecuencia. Y los conocemos tan bien, que sabemos a quién le funciona una cosa y a quién la otra.
Así con el mexicano.
Busco la manera de escribirlo sin que suene a condena.
¡Mmm verán!
Si nos toca dirigir a un grupo de científicos, seguramente al decirles que no se pongan un cubrebocas, nos voltearán a ver de reojo y dirán: ¡OILOOOO!; haciendo caso omiso y usando lo que consideran por conocimiento y con base científica, es mejor para su salud y la de los demás.
Pero si por otro lado, nos toca dirigir, a niños de kínder, que aprenden a base de repetición e imitación, y les decimos “no usen el cubrebocas, no pasará nada, abrácense, el bicho no les hará daño”. Y nos ven así, tan despreocupados…seguramente imitarán, porque no tienen más herramientas.
Eso pasa en este país, esa es nuestra radiografía.
Está en los que nos informamos sobre la naturaleza y alcances de la pandemia, hacer conciencia en nosotros y explicar a los que tengamos oportunidad… ayudarles a comprender. Siempre con el afán de sumar esfuerzos (no contagios).
Está en nosotros ser sensatos y congruentes.
Y en esta temporada de fin de año, cuando la nostalgia del nacimiento, el arbolito, los aromas a canela, los villancicos y los colores en las luces, nos invaden y rodean; es cuando debemos hacer un acto de introspección y partiendo desde la gratitud, sentirnos afortunados por estar y por lo que tenemos hoy…aquí y ahora.
Nuestra realidad es ésta, una vez al siglo sucede… ¡y nos tocó!
Muchos anhelamos el abrazo, la comidita juntos, los regalos y las carcajadas compartidas, las celebraciones llenas de algarabía, la piñata, etc.
Eso que es gratis, y que hemos descubierto es lo que más vale en la vida.
Es cierto, se extraña. Pero si se extraña, es buena señal. Quiere decir que aún estamos vivos.
Y suena crudo, porque es crudo.
Es el momento de pasar estas fiestas en el núcleo familiar con el que se vive. Es momento de abrirle la puerta a la prudencia y cuidar a nuestros abuelos, padres, familiares enfermos. No exponerlos, es amarlos.
Eso es amor.
Aferrémonos al recuerdo de tantos abrazos dados. Y no caigamos en la desdicha de sentirnos solos, porque no lo estamos.
Dice el dicho: “Que mientras hay vida, hay esperanza”.
Nada más cierto.
Afortunadamente, vivimos en un siglo donde no estamos aislados. Todos los días nos podemos llamar, visitar en carro y vernos afuera, a distancia.
Podemos vernos por las redes.
No es la era de rocapiedra. No se vale sentirnos aislados, porque no estamos persiguiendo palomas mensajeras, ni estamos en un búnker esperando no ser tocados por la radiactividad.
¡Ya bajémosle a nuestra quejadera! Como si nos habláramos con señales de humo… ¡No manchen!
Estamos juntos, con distanciamiento social….pero juntos.
Salgamos juntos de esto: con sensatez, con empatía, con gratitud, con amor, con respeto y consideración.
Ya me imagino a Ana Frank viéndonos desde una nube, ha de tener los ojos en la nuca, cada vez que nos quejamos como “los más aislados de la historia”.
Antier una de mis amigas, compartió una vez más, esa hermosa reflexión de Schulz, mientras Snoopy y Charlie Brown, observan el horizonte:
-¿Sabes que un día vamos a morir, Snoopy?
-Cierto Charlie, pero los otros días no.
Moraleja: Yo, si he de pecar, por matar a la vaca o jalarle la pata…mejor me voy por la tangente, me jalo las orejas, y me como una vaca fileteada jajaja. O como debe de ser: Aprendo a decir que NO, que muchas gracias, pero que por el momento no es prudente reunirse.
ps.1. Adaptarse, necesita mucha tarea: La aceptación. Trabajar en ella es buena idea, ¿no creen? Tenemos mucho tiempo para invertirlo en metas espirituales y emocionales.
ps.2. Si están buscando los regalos para esta navidad, consideren a quienes están haciendo negocio familiar. Al amigo que vende comida, repostería, bisutería, aromaterapia, velas, recetas, ideas, PIJAMAS jaja, etc.
ps.3. Seguramente el personal de salud, pasará una navidad más, exponiendo su vida por nosotros. ¿Les quieren dar algo que realmente les sirva? El mejor regalo es, LA PRUDENCIA de no salir de sus casas y evitar reuniones.
ps.4. Las que estamos en los cambios hormonales, deberíamos agradecer esta temporada de cubrebocas: Uno, no nos manchamos la cara; dos, nos da tiempo de ahorrar para los rellenos, colágenos , cremas y demás “maringolas estéticas”; tres, tenemos el pretexto perfecto para torcer la boca con un “assshhh” sin que se nos note. jajaja… y bueno, pasando a lo cursi:
ps.5. Está “curada” traer cubrebocas, nos obliga a no hablar de más y a sonreír con la mirada.
CULPAR A LOS DEMÁS, ES NO ACEPTAR NUESTRA RESPONSABILIDAD… ES DISTRAERSE DE ELLA.