En la edición anterior con respecto a este tema, se publicó el nombre de dos pioneros colonizadores y el número de parcela de la cual fueron  propietarios, de don Teófilo Noris, que tuvo en propiedad el predio número tres no fue posible encontrar información más que la que ya se dio a conocer.

De don Jesús Valencia, poseedor del predio número once, donde también hoy ocupa una parte el parque Adolfo López Mateos, las antiguas cantinas o comercios de la familia Santana, ubicadas entre Portes Gil y calle Miguel Hidalgo, como vecino distinguido de estos exitosos empresarios había una casita de madera habitada por su propietario el Griego Chale Vargues, donde descansaba los fines de semana después de marear por cinco días consecutivos con la preparación de tragos a los clientes que lo visitaban en un bar de San Diego, donde trabajaba.

Por el mismo rumbo hacia el oeste se localiza el casco en pie de la construcción como mudo testigo de lo que fue el espacio donde don Alberto Tena Bonilla, almacenaba parte del vino producido en la empresa vitivinícola Bodegas Tanama.

Entre Ortiz Rubio y carretera a Ensenada ocupaba la esquina el señor Loreto Chávez, con su gasolinera conocida con el mote, gasolinera el “Arbolito” que daba servicio a los carros que iban de paso y los pocos que había en la comunidad, la única calle principal para cruzar el pueblo, añejo camino de lejanos recuerdos donde dejaron su huella las diligencias que unieron los pueblos del este con los del oeste, luego la nomenclatura le puso sello lo etiquetó como avenida “A” posteriormente avenida libertad y actualmente avenida Miguel Hidalgo. La gasolinera del arbolito contaba con aquellas clásicas bombas graduadas numéricamente de arriba hacia abajo iniciando con el numero uno y descendiendo hasta el diez o veinte dependiendo de  la capacidad de la bomba, aquí no había pierde según lo que el cliente solicitara de combustible se veía claramente a través del cristal, vidrio o mica, que le estaban surtiendo legalmente el litro por litro y no el tan comentado fraude de pagar usted un precio por litro y le servían 800 mililitros.

Enseguida del predio de don Loreto Chávez había un lugar baldío que en un tiempo fue acondicionado como lugar de eventos conocido como Mi Ranchito, donde según testimonios se presentaron caravanas artísticas, bodas, 15 años, tardeadas y bailes de corte popular. El nuevo giro en el mismo lugar tenía un rostro juvenil fuente de sodas y aguas frescas, antojitos mexicanos, contaba con una enramada y fuera de ella había lugar para comer al aire libre o refrescarse con las bebidas que se expendían, a esta innovación se le llamó “El Golfito” que tenía un buen espacio en miniatura  para practicar este deporte, era muy frecuentado por jóvenes de ambos sexos por las tardes principalmente entre semana, sábado y domingo eran días con más libertad en compromisos en los que se aprovechaba para acudir y divertirse en las tardes y mañanas, había una sinfonola o diezera, que no dejaba de tocar los éxitos del momento que las parejas saltaban a la pista de baile a ejecutar sus mejores pasos a ritmo twist, rock and roll o bossa-nova, estos pesados muebles que traían la música por dentro también conocidos con el nombre de rockolas, las trajo de la ciudad de Tijuana don David Velásquez, fue la novedad en aquellos años de los cuarenta y tanta la aceptación de la gente que en cada café o restaurante por más pequeño que este fuera contaba con un aparato de estos para alegrarse el momento escuchando música, que solo era necesario depositarle diez centavos oro para escuchar una canción, o si prefería aprovechar la oferta había que ponerle una peseta la que por ese costo escuchaba tres melodías ahorrándose la nada despreciable cantidad de cinco centavos oro, lo que significaba el 50 % para comprar en la década de los sesenta un delicioso chocolate snickers, milkyway o cualquiera de esta línea.

El Golfito tuvo a su lado la grata compañía de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe fundada en 1957 y La Estación Misional de Santa María de Tecate, fundada en 1941, hasta que este centro de diversión familiar cerró sus puertas.

Vecinos de estos recintos católicos se localiza la familia González Mata, familiares de los pioneros colonizadores Valencia y González, forjadores de este pueblo.

A partir de la  propiedad de la familia González y hasta la calle Plutarco Elías Calles se construyeron una serie de casas que en su estado original tenían al parecer la misma arquitectura o casi iguales, por lo que se  llegó a considerar esta zona iconográficamente por su singular arquitectura. En este icónico espacio habitacional lo ocupa por una parte el señor Javier Fimbres Durazo y familia, al igual que el popular charro Gómez, y en la esquina que forman las calles Hidalgo y Elías Calles, vive con su familia José Refugio González Guevara, que tiene como vecino en la siguiente esquina al señor Chacho Valencia, nieto de don Jesús Valencia, en esta misma parcela número once, está la casa de madera icono de la ciudad donde vivió doña Margarita Sandez, a un lado de este inmueble se encuentra el edificio de la antes Nacional Cafetalera, fundada en el año de 1959, por el señor Pedro Collantes Valdivia, tras cervecería hacia el sur se localiza entre vías el edificio de la estación del ferrocarril, que aparece por primera vez en los anales de la historia el once de septiembre de 1914.

Finalmente esta es una  breve parte de la historia que se desarrolló en la parcela número once propiedad de don Jesús Valencia, del que también  muy poco se conoce de él, se sabe que nació en el Estado de Sonora, pero dos pueblos están en la disyuntiva de su identidad, según entrevista realizada a uno de sus familiares de avanzada edad, narró que don Jesús nació en el pueblo de Barajitas, el segundo Estación de Llanos, en el rastreo de conseguir más información, logré enterarme que Barajitas no existe como pueblo, en tanto Estación de Llanos, es un pueblo pequeño de aproximadamente 2000 habitantes, que pertenece jurídicamente al municipio de Santa Ana, Sonora por lo que es muy probable que este sea el pueblo donde nació. Se unió en matrimonio con Eulalia Bustamante, entre sus hijos es notoria la participación de don Capracio Valencia, en la defensa de Tecate, en la invasión filibustera en 1911, a grado tal que el coronel Celso Vega lo invitó a colaborar muy de cerca, como hombre de su confianza para la entrega de todo tipo de correspondencia al lugar donde fuera necesario, cargo que no le fue difícil ejercer pues era un reconocido andador, recorriendo caminos, brechas, veredas y atajos.

Pues bien, esto es lo que al momento se pudo rescatar de este predio y de sus gentes para que conozcan al menos un poco de la historia de cómo fue evolucionando el pueblo.

Por:Emilio Sánchez Pérez, Cronista Municipal.
Taller de Historia de Tecate, A. C.

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