Relatos de Ultratumba

Por: Jorge Vargas

Dora trabajaba en la funeraria, no se imaginó que ese lugar sería para ella, porque  estudió cosmetología, maquillaje profesional y técnicas de estética; soñaba con trabajar en un estudio de televisión o de producción de películas, pero los caprichos del destino la trajeron hasta allí.

Sin embargo en una oportunidad una anciana llamada Seferina,  había muerto de una larga y penosa enfermedad, y en su rostro se evidenciaba el largo sufrimiento. Una de sus hijas preguntó si podían arreglarla un poco para “ocultar” los signos dejados por la enfermedad.

Dora sin pensarlo mucho dijo que sí. Pidió le trajeran la ropa que querían que usaría para así decidir el maquillaje acorde al vestuario.
Todos los familiares durante el funeral quedaron maravillados al mirar a Doña Seferina en el ataúd, lucía hermosa y rejuvenecida.
Luego, fue el caso de un joven que quedó muy desfigurado después de un trágico accidente automovilístico, su padre dijo que no quería que la madre del muchacho lo recordara de esa manera y pidió a Dora sus servicios. Ella hizo su mejor trabajo y el joven parecía estar dormido dentro del ataúd.

Fueron dos casos más así,  y la funeraria comenzó a ganar prestigio por este servicio que aliviaba un poco el dolor a los familiares y amigos de los difuntos.

Dora trabajaba tanto que olvidaba el pasar del tiempo y a menudo salía muy tarde.
Una de esas noches terminó un arduo trabajo con una pareja de novios que murieron trágicamente cuando regresaban del ensayo de su matrimonio.

Los padres de los novios decidieron que los arreglaran y vistieran con el atuendo que iban a usar el día de su boda. Dora se conmovió con este trabajo y sintió una profunda tristeza por ellos esmerándose, terminó pasadas las 2 A.M.
Ella sabía que tenía que pasar por un callejón a veces frecuentado por personas de dudosa conducta, pero no le quedaba más remedio.

Cuando llegó a ese callejón suspiró apresurando el paso. Vio a unos cuantos elementos que ella sabía no eran buena gente, pero logró identificar a dos excompañeros de preparatoria y haciendo uso de toda su calma les dijo:
-Hola Juan, Franco. Chicos ¿Cómo están?
Ellos respondieron:

-No tan bien acompañada como tú Dora, jajajaja ¿Dónde es la fiesta?
Dora sin hacer caso a esas palabras caminó más rápido, pensando que debió quedarse en la funeraria.
Al fin llegó a su casa, su mamá preocupada la estaba esperando. Al verla dijo aliviada:
-¡Qué bueno que te acompañaron, mi amor!
Dora respondió: -¿Qué?,  ¡Ay mami estoy muy cansada y solo quiero dormir! Tuve un largo día. En la mañana te cuento.

Durante el desayuno Dora le contó a su mamá sobre su trabajo  y de cómo se le hizo tan tarde.
Su mamá la escuchaba muy atenta, pero sorprendida le dijo:
– Tú estabas en la funeraria hasta esa hora, porque creí que regresabas de una fiesta o algo así.
Dora algo distraída y divertida por el comentario dijo: -¡Mamá, qué cosas dices!

Sacó una carpeta plastificada y comenzó a colocar unas fotos.
Su mamá preguntó:

-¿Y eso?
-Bueno mami, estoy haciendo un archivo fotográfico con mis trabajos de maquillaje, eso me sirve para tener soporte de mis habilidades.

-Ay hija ¿no te da miedo?, son fotografías de gente muerta. 

Entonces comenzó a hojear el álbum y de repente con expresión de miedo exclamó:
-¡Hija, es una broma de mal gusto que digas que está gente está muerta!

Dora le dice: – ¿Broma, cuál broma? esos son mis trabajos, no son muchos, apenas unos seis, allí está la fecha de su muerte y servicio velatorio; y señalando las fotos de los novios le dice:
-Estos son los que arreglé ayer para su acto velatorio, hoy y mañana serán sepultados.
La madre de Dora le dijo: -Hija, todas esas personas estaban contigo. Ellos te acompañaron.
Dora se puso pálida y le dijo:

-Alucinas mamá.
Arregló sus cosas y se dispuso a ir a su trabajo, pensando en las palabras de  su mamá. Recordó el comentario que hicieron Juan y Franco en la madrugada. Cuando pasó por el callejón y encontró a los jóvenes, se acercó a ellos y les dijo:
-Quiero que vean unas fotos y me digan si conocen a alguien de allí.
Franco algo divertido le dice:
-¿Qué, trabajas para la policía? yo no voy a identificar a nadie y Juan tampoco.
Dora abre el álbum y les enseña las fotos.
– Por favor Dora, tú los conoces mejor que nosotros, estaban contigo anoche, todos elegantes y refinados, aunque los novios nos parecieron algo ridículos, jajajaja.

Dora les dijo: -¿Me creerían si les dijera que todos están muertos?, así que no entiendo como ustedes los vieron acompañándome.
Juan contestó:
-Dorita, yo te aprecio mucho pero no te pongas graciosa.
Dora lo interrumpió:
-¿No me creen? Vamos a la funeraria y luego me dicen.

La acompañaron a la funeraria y allí estaban los novios en sus respectivos ataúdes.

Juan y Franco no lo podían creer, eran los mismos de las fotografías y los mismos que acompañaron a Dora, pero ¿Cómo era posible si estaban muertos?

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