¿Alguien tiene la habilidad de coser? Hace algunos años era una actividad que enseñaban las mamás, abuelas o tías a las niñas y jovencitas de la familia. En las tardes, se sentaban en la sala o en el patio a la sombra de un árbol, les explicaban lo que sabían en el arte de la costura. Cómo seleccionar la aguja con la cual se realizaría la actividad, así como el hilo y la tela que debía usarse para la labor. Un arte que se enseñaba de generación en generación.

En la educación primaria se impartían clases de costura como parte formativa, donde aprendían a pegar botones (Así se dice, pero es coser botones), para muchos niños y niñas fue necesario cargar con un foco, una piedra redonda o un huevo fabricado de madera, para lo que decían era “La poco divertida labor de zurcir”. Parte de su aprendizaje incluía hacer un dobladillo o confeccionar alguna prenda.

Conozco una persona, que en compañía de una tía bordaron un mantel que fue estrenado en su fiesta de quince años. Le insertaron unos ramilletes de flores en una tela de nombre cuadrillé, a la orilla le tejieron una punta sencilla pero delicada. Ese mantel hasta la fecha existe y está por cumplir algo así como 60 años.

Entre los peligros que amenazan a un bordador está aquella de que al recoger la labor, deberá hacerlo con cuidado, ya que si ha caído alguna aguja en el cesto de costura, sufrirá su aparición de forma inesperada, quizá al buscar otro material se inserte una aguja en un dedo, algo arriesgado y hasta doloroso,  de puede sufrir esa consecuencia  antes que perder una aguja. Dicen, que una vez que comienzas a desarrollar esa pasión es difícil dejarla.

Para quienes desarrollamos la pasión de bordar y tejer existen otros peligros menos dolorosos al cuerpo, pero que nos dejan en vilo y no deben desestimarse, como el que tu hijo tome la costura para ayudarte a guardar tus instrumentos de bordado, y con ello enrede tu obra o deshaga parte de ella. Puede suceder que tu gato coja la bola de hilo para jugar y se enrede, lo cual es doblemente desastroso, porque hay que desenredar los hilos y además desenredar al gato. O que un compañero novato en el arte de coser, pierda su teléfono dentro de tu bolsa de costura, y al intentar encontrarlo termine deshaciendo la labor o se lleve una lastimadura con una aguja. También puede suceder que con el accidente se extravíe la minúscula herramienta, cualquier situación arroja un resultado inesperado o doloroso.

Cuando adquieres la pasión de coser, la aguja se convierte en una extensión de tus manos, te permite expresarte a través de ella, al introducirse y salir cada vez del lienzo, pinta poco a poco el diseño con cada puntada. Con cada contacto, los hilos dejan un camino de color, resalta cada uno de los detalles del diseño, lo mismo es para una flor, un animal salvaje o un paisaje.  

Es una actividad que se desempeña sentado, como cuando uno escribe, hay algunos más osados que lo hacen de pie. Los intentos de integrar nuevos miembros a realizar este trabajo son infructuoso, ya que pocos se atreven a conocer los límites que tienen en el manejo de la aguja. Prefieren decir que es un trabajo limitado a sólo algunos que tienen la virtud de la paciencia. Hay prendas que llevan muchos meses de trabajo para ser terminadas, lo minucioso de su detalle lo hace interesante y en algunos casos a nuestras costuras llegamos a profesarle sentimientos afectuosos, al bordar, imprimimos nuestra energía, sueños, amor. Incluso buenaventura para quien será el poseedor del objeto decorado, a pesar de no conocer a quien será entregada esa pieza.

Cuando se mira la tela, con ello se sabe el grosor de la aguja que será usada, el hilo y el color que será el que imprima vida a la prenda. Si la compañera de trabajo ha sufrido cualquier desperfecto en el ojo, en la punta o el cuerpo, esa imperfección llamará nuestra atención, será suficiente motivo para que sea desechada con honores; pero antes se buscará una digna sucesora. Debo mencionar que siempre sufre quien debe deshacerse de una de ellas.

He conocido algunos seres que han tenido sentimientos de amor y ternura para su juego de agujas, ya sea porque han permanecido mucho tiempo con ellas o fue un regalo que les hizo algún familiar o amigo. Hay quienes hasta les platican al envolverlas al ser guardadas con otros enseres de costura, diciéndoles, “Mañana será otro día y seguiremos pintando sueños”

Las agujas son pequeñas, fáciles de guardar y transportar, algunas son fabricadas de metal, pero también las hay de plástico, de bambú o de madera. Al gusto de quien las utiliza y para lo que se necesita realizar. En conjunto con la tela y los hilos son grandes aliadas para manufacturar prendas de vestir, cuadros o hasta separadores de libros, un fino arte que debe ser rescatado y puesto de moda.

Ojalá que muchos adquirieran este pasatiempo.

“Y lo bonito de esta vida es, coser sueños, bordar historias y poder desatar los nudos de nuestros días”

Cidinha Araujo

Hay guerreras con espadas y guerreras con agujas”         

Anónimo

Por Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

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