Por: Jorge Vargas.
La llorona es una canción zapoteca escrita y nacida en la comunidad zapoteca del istmo de Tehuantepec, Oaxaca.
Cuenta la historia que un joven de Tehuantepec, fue a una fiesta en la comunidad vecina llamada Juchitán y ahí conoció a una chica muy hermosa que salía del templo, vistiendo el famoso traje regional istmeño llamado huipil.
Por un tiempo se esforzó para conquistar a la joven, hasta que consiguió la aprobación de los padres y casarse con ella. Pero los vientos de la revolución soplaron en Oaxaca (1911/1912) y antes de irse a la guerra, le dijo algo como esto:
“Recuerdo el día que fuimos al río y las flores del campo parecían llorar.
Contigo las nubes de mi cielo no son nada, incluso él sólo compite con tu sonrisa.
La guerra me está llamando por que la paz de nuestro país ha sido robada,
volveré a tí y por nuestra futura familia nunca dejaré de amarte,
en esta vida y en la muerte”.
Finalmente el día de partir llegó y cuando él se despedía de ella, el llanto corrió por sus ojos y los suspiros de dolor invadían el rostro de su amada.
Mientras hablaba con ella, le tomaba ambas manos, al mismo tiempo que la limpiaba con las suyas, las lágrimas que caían por las mejillas de su esposa, y entonces la llamo “llorona”
Ella no paraba de llorar sabiendo que quizás, no volvería a su esposo. Besos y promesas volaron por el aire y el juró que volvería por ella de la vida y la muerte con impunidad total.
Ella también habría de esperarlo sin importar lo que sucediera.
Muchas personas de la época conocían a la pareja y se consternaron por ellos. El chavo se fue a la guerra pero nunca regresó.
Tiempo después un amigo mutuo de ellos regresó al pueblo y le dijo: Tu esposo fue alcanzado por las balas y las heridas eran tan terribles que fue imposible salvarlo. Pero mientras agonizaba, me pidió que te dijera que siempre te amará y que por favor lo perdones.
Aquí una carta que me dio para ti…
Extractos de esa carta decían algo como esto:
Salías del templo un día llorona cuando al pasar yo te vi.
Hermoso huipil llevabas llorona que la Virgen te creí.
En el cielo nace el sol mi llorona y en el mar nace la luna,
y en mi corazón nace llorona
quererte como ninguna.
Aunque me cueste la vida llorona
No dejaré de quererte
!Ay de mi llorona,
llorona tú eres mi xunca!
Me pedirán dejar de quererte llorona
Pero de quererte nunca.
No creas que te canto llorona,
tengo el corazón alegre.
También de dolor se canta llorona, cuando llorar no se puede.
No llores prenda querida,
te esperare en el horizonte cada madrugada.
Está por más decir, que ella lloraba todo el tiempo por esa carta y nunca volvió a casarse porque esperaba reunirse con su amado en el paraíso y cumplir con su promesa.
El bebé de ellos nació una semana después de la noticia y cada 30 de octubre cenaban juntos.
Una esposa y un hijo en la tierra de los vivos y un esposo del reino de los muertos, hasta que el gran águila los juntó nuevamente.
El tiempo pasó y la historia fue escrita como una canción folclórica local y ha sobrevivido todo este tiempo.
Quien diga que esta canción trata acerca de la llorona azteca engañada que ahogó a sus hijos en el rio está mintiendo.
La llorona zapoteca es una historia de amor, una triste historia de amor.
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