Relatos de Ultratumba.
Por: Jorge Vargas.
Una anécdota triste
después del terremoto.
Cuando ocurrió el sismo el 17 de septiembre de 2017, todos los embalsamadores estábamos en una posición de combate, donde los velatorios nos hicieron quedar por días. Los primero días recibimos entre 14 a 30 cuerpos por técnico fue una masacre.
Niños, jóvenes adultos con múltiples fracturas, mutilados, aplastados. Las peores escenas que se pueda imaginar.
Hasta el día 6 aparentemente estábamos culminando o más bien, habían bajado los servicios.
Entre los últimos cuerpos que me tocó preparar antes de ir rumbo a casa, estaba el de una joven.
Lo que me contaron las personas que la trajeron fue que la encontraron bajo los escombros de un departamento abrazando a su pequeño hijo.
Me dispuse a preparar todo para poder darles una apariencia lo más agradable, para así poder mitigar un poco el dolor de sus familiares.
Me detuve un momento y pensé: “se fueron juntos”. Fue de la peor manera, pero juntos… ninguno sufrirá la ausencia del otro.
Para prepararlos debía separarlos, pero ella no me lo permitía, fue entonces cuando le dije:
“¡Tranquila! no te lo voy a quitar. Sólo es un momento para que ambos puedan irse bien, te prometo te lo regresaré” y como si ella confiara en mi me dio a su hijo. Un menor de menos de 1 año aproximadamente, con fracturas en su cabecita.
Lo traté con todo el cariño que él merecía.
Ella también estaba muy lastimada, había muerto aplastada por la losa del departamento. El esfuerzo que hice con ellos fue grande, yo ya estaba muy agotado después de 6 días de trabajar sin parar, pero sabía que su familia quería que estuvieran lo mejor posible para su último adiós.
Ya terminados, me acerqué al encargado en turno para hablar con los familiares donde les expuse la promesa que hice: Le regresaría a su bebé.
Ellos accedieron a colocarlos juntos en un mismo ataúd. Tal vez suene increíble, pero cuando los acomodé, ella se quedó abrazando al pequeño gran amor de su vida: SU HIJO Enviado.