Terminaron las fiestas de navidad y nos prepararnos para los festejos del año nuevo, una vez más estamos frente al balance de lo que hicimos en el año que está por terminar, pensamos en aquello que nos faltó hacer y pocas veces recordamos aquello que hicimos a pesar de no estar en nuestra lista de propósitos. Hay quienes escribimos todo aquello que queremos hacer el año próximo, otros sólo meditan en ello y eso es suficiente, algunos más sólo piensan en que lo importante es vivir…Y hacer las cosas como se presenten las necesidades del día a día.

En lo personal, observo los números que componen el año que está por iniciar: 2020, es un buen número, sumados nos dan como resultado el cuatro, representa los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones del año o quizá algunos piensen que como el dos se repite dos veces sea el principio de la dualidad en la lucha eterna del bien y el mal, según la cultura prehispánica el águila simboliza la luz y el tigre las tinieblas, esto explica todo lo vivo en nuestro entorno, para que exista el día debe existir la noche, para conocer los secretos de la luz, también hay que pasar por los caminos secretos de la oscuridad, nada en el universo existe sin su respectiva contraparte o complemento.

Cada año que termina nos enfrentamos a una transformación, nuestros cambios son casi imperceptibles, nos presentamos al nuevo año llenos de sueños, ilusiones y deseos por cumplir, algunos menos complicados que otros. Hay personas que tienen como meta vencer alguna enfermedad, otros pretendan hacer las paces con alguna persona con la que han estado distanciados hace mucho tiempo. Otros en sus propósitos tendrán el interés de estudiar una carrera, o algún grado superior o hasta aprender un idioma. Como sea, la llegada del Año Nuevo siempre implica tener el ímpetu de generar bienestar y mejoría a nuestro alrededor, no importa que para ello pongamos listones de colores en una maleta para alentar los viajes en nuestra vida. O vistamos de color rojo para estimular el amor o de blanco para que llegue la armonía en nuestro espacio.

Cada familia integra sus propios rituales para empezar un año, he visto gente que pone monedas en su ventana para que no le falte el dinero en el año que está por iniciar, o prenden velas perfumadas para que llegue el espíritu del amor.

Algunos más místicos ayunan para equilibrar su cuerpo con las energías del universo y permitir con ello la armonía de mente, cuerpo y espíritu, otros rezan según sus respetivas religiones, al final de cuentas todo lo que se haga sirve si con ello fortalecemos que nuestra familia esté en Paz, tranquilidad y amor. Mientras espero que las doce uvas que algunos comeremos representen doce meses de abundancia, trabajo, prosperidad y todo aquello que nos permita florecernos como personas, consecuentemente a nuestro alrededor emitamos nuestra propia energía de luz y amor con efecto multiplicador a los seres cercanos y amados por cada uno de nosotros,  mientras llega el año nuevo diré, gracias por la abundancia de éste año, gracias por poder seguir escribiendo y tener lectores que ahora pueden leer lo aquí plasmado, y que las estrellas nos guíen para tomas decisiones que nos lleven a tener vida plena, en compañía de todos los seres que nos aman y amamos…

Para todos un ¡Feliz y próspero Año Nuevo, lleno de salud y amor!

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