Relatos de Ultratumba.
Por: Jorge Vargas.
Después de varios años de regresar a la casa en la que viví con mis padres, estoy pensando muy seriamente en irme.
Al principio mis hijos estaban muy contentos y más mi hijo pequeño porque se había quedado con la habitación en donde yo dormía.
Hace unos días cumplimos un año más aquí y mi hijo está muy espantado, dice que no se quiere dormir en esa recámara.
Cada 25 de agosto mi hijo ve a alguien que entra a la casa y lo raro es que sólo una noche al año sucede. Esta noche mandé a mi hijo a dormir con su mamá y yo me quedaré en mi antigua recámara.
Son las 12:00 am. Y no he visto nada…
Mientras me levanté para tomar un libro y esperar, comencé a escuchar ruidos en la entrada de la casa. Escuché cómo abrían la puerta y sólo quedé esperando a que entraran a la habitación y poder enfrentarlo. Pude escuchar cómo subían las escaleras mientras una voz masculina decía:
-Camina despacio, no lo vayas a despertar.
Cuando llegaron a la puerta de la habitación, escuché una voz femenina diciendo:
-Espero que le guste el pastel a mi bebé.
¡Reconocí la voz! ¡Era de mi mamá!
Cada año me compraban un pastel y me despertaban con besos y felicitándome por mi cumpleaños.
Ellos entraron, comenzaron a buscarme y llorando les dije:
-¡Aquí estoy papás!
Ellos me abrazaron y me felicitaron, me dijeron que por fin podían descansar.
Hace años mis papás salieron a comprarme un pastel como era su costumbre, tuvieron un accidente y tuve que irme a vivir con mis tíos…
Hoy por fin pude verlos otra vez y ellos al fin podrán descansar.