HISTORIAS DE ULTRATUMBA
Por: Jorge Vargas.
¿Saben que es lo peor de este trabajo? No es tener que atender a los cadáveres, sino ser observados por ellos, ellos que me hablan, que me preguntan, que me responden.
Mi nombre es Daniel, soy médico forense desde hace 5 años, mi edad, 32 años.
He visto cualquier cantidad de muertos, por todas las maneras que incluso muchos no saben que pueden morir.
Tengo un don especial o una maldición, ¡no sé cómo llamarlo!
Desde pequeño he podido ver y conversar con los espíritus que deambulan en la tierra, la razón por la que me convertí en médico forense fue para poder ayudar a las almas en pena.
Es muy difícil tratar con algunos porque no aceptan su muerte, y otros se resignan poco a poco.
Hoy es uno de esos días trágicos, un niño fue encontrado sin vida en una calle muy peligrosa, al verlo no pude evitar derramar una lágrima en mis mejillas.
Empecé a hacer la autopsia, y el niño me preguntó muy asustado: -Señor, ¿Qué me pasó, por qué estoy así, qué me va a hacer?
No sabía qué contestar, un nudo en mi garganta impedía que mis palabras salieran de mi boca.
-Escucha pequeño, tú eres un angelito que va a partir hacia el cielo con Diosito, y yo soy sólo una persona que esta preparándote para que puedas vivir con él.
-Pero, mi mami y mi papi… ¿ellos dónde están?, sólo recuerdo que ellos me llevaban de la mano por esa calle y me trajeron aquí pero no sé dónde están.
Sus padres también iban con él, entonces… ¿Qué les habrá pasado, será que los mataron en otro lugar?
-No lo sé pequeño, tal vez ellos te están esperando con Dios en el cielo.
-¿Tú me llevaras con ellos?
-No mi niño, sólo puedo hacer que tú seas recibido con mucha alegría por otros ángeles.
Estuvimos un rato conversando, y me llamaron para decirme que la abuela del niño estaba llegando para reconocer el cuerpo del pequeño.
Entró la señora y el niño saltó de alegría al ver a su abuelita, ella al ver el cuerpo de su nieto lloró amargamente.
El pequeño le decía que no llorara, que él ahora era un ángel y estaría en el cielo.
Luego de terminar la autopsia, se hicieron los trámites y la señora se llevó el cuerpo de su nieto.
Cuando ya estaba siendo levantada su alma, corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo, me miró y me dijo:
-Muchas gracias doctor.
Ahí mismo su alma fue elevada, y desapareció con una sonrisa en su rostro…
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