El pasado 14 de agosto culminó el taller de capacitación llamados la Nueva Escuela Mexicana para el ciclo 2019-2020 de Educación Básica, que refiere el gobierno en turno para la mejora de la educación en el país, con el que se pretende analizar las reformas hechas al artículo, así como los contenidos principales de las Leyes Secundarias en materia educativa, encaminado todo ello a la construcción de una nueva visión. Sin embargo, llama la atención que la discusión sea en torno a la “Escuela”, es decir, la Nueva Escuela Mexicana, reduciendo el término al espacio físico en que se desarrolla el quehacer educativo, llamando la atención además que en el Artículo 3º aparece un apartado que a la letra dice: “Las maestras y los maestros son agentes fundamentales del proceso educativo y, por tanto, se reconoce su contribución a la transformación social”, por lo que se deduce que de nueva cuenta el peso de la educación del país recae en las escuelas, pues al parecer lo que se haga en esos espacios será determinante.

Sin apartarnos de la importancia del papel que juega el docente de Educación Básica en la formación de los pequeños, al parecer se vuelve a poner sobre sus hombros el peso de una transformación que necesita de un proyecto de mayor envergadura, pues en vez de reducirse a una Nueva Escuela Mexicana debería apuntar a una Nueva Educación Mexicana que tenga un espectro más amplio de acción, en la sociedad misma, en los ámbitos que competan a la educación pública como tal.

Al reducir la Educación Pública a la “Escuela”, se deja en claro que la transformación social se atenderá desde el espacio en el que se forma a los educandos, dejando fuera ámbitos que educan de manera informal al grueso de la sociedad, en la que el niño pasa más tiempo, como lo es el contenido de las televisoras, del cine y de la radio, en donde es común la exhibición de contenido inapropiado para ciertas edades en ciertos horarios, siendo entonces necesario formular proyectos que tengan impacto social amplio, no solo en la escuela. Sin duda, el enfocar en la escuela la transformación educativa es seguir bajo la misma fórmula de las reformas anteriores, pues, por ejemplo, se habla en la escuela de la importancia de crear buenos hábitos alimenticios pero no se hace nada por regular la venta de comida chatarra; se habla de educación sexual, pero en la televisión hay contenido sexual explícito en horario familiar, a lo que suman las letras misóginas y sexuadas y temáticas referentes al narcotráfico, haciendo apología de poder, mujeres y dinero, lo que es muy difícil combatir para la escuela.

Sin duda el papel del docente es muy importante, pero sin un verdadero plan social que regule lo que ocurre fuera de la escuela, la reforma educativa sigue operando solo asignaturas que conllevan a la consecución de calificaciones para aprobarlas, pero no para ejecutarlas y hacer cambios en la vida real, ya que lo que pretende educar la escuela lo destruye la mercadotecnia con ayuda de los medios de información, teniendo una competencia desigual que repite lo que ha ocurrido décadas atrás jugando el sistema a educar mientras promueve el consumismo cuando no está administrando la educación en las escuelas.

Entonces nos preguntamos ¿Cómo se supone que se formará una sociedad con pensamientos e ideales basados en la educación, en el trabajo y en las reglas que rigen una buena sociedad, si día a día se les muestra por medio de novelas, series y películas violencia, tráfico, lujos y una vida poderosa? ¿Cuál es entonces el fin de los medios de comunicación ante el sector educativo? ¿Cómo planear una estrategia educativa cuando a diario se bombardea a la sociedad con producciones donde muestran que más allá de una escuela hay dinero, poder, riquezas?

La educación inicia en casa, en el ámbito en el que te desenvuelves; la escuela forma el conocimiento y los maestros quienes lo acompañan en su desarrollo, pero los valores son la raíz que sembraste en tu hogar.

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