Hoy hablaremos sobre el “Efecto Pigmalión”, para comprenderlo veremos brevemente la historia de quien era Pigmalión:

Pigmalión en la mitología griega, era un antiguo Rey y escultor, vivía agobiado por no encontrar a una mujer que le atrajera lo suficiente para hacerla su esposa, para convertirla en Reina. La buscaba incansablemente, sin obtener resultados, pues ninguna lograba corresponder a la imagen de la mujer perfecta, que Pigmalión buscaba. Al no encontrar una mujer de tal belleza, decidió no casarse, y pasaría todo su tiempo y dedicaría todo el amor que no podía entregarle a mujer alguna, a su creación, a sus esculturas, las estatuas más bellas.

La soledad envolvió al Rey durante mucho tiempo. Cansado de esta situación, decidió crear una escultura de una mujer, la cual tendría los rasgos más hermosos y perfectos que podrían imaginarse. A esta estatua la llamo Galatea”, una estatua tan perfecta y hermosa, que el Rey termino enamorándose de ella, perdidamente. La soñaba, en su mente la estatua cobraba vida, no podía dejar de pensar en su obra, el Rey estaba enamorado.

Durante una celebración en honor a la Diosa Venus, Diosa del amor y la fertilidad, Pigmalión suplicó a la diosa que le diera vida a su amada estatua. Triste al no ver una señal clara, regresó a su casa, se colocó frente a su estatua y la contempló por horas. Después de un tiempo considerable, el escultor se levantó y besó a la estatua como de costumbre, y se llevó la gran sorpresa, los labios fríos que esperaba, se habían convertido en labios suaves y cálidos. Asombrado la besó por segunda vez, y en ese momento la estatua cobró vida, y al instante se enamoró de su creador.

Venus complació al Rey, y le dio a Galatea incluso el don de la fertilidad.

El “Efecto Pigmalión” también se conoce como la “Profecía Auto cumplida”, y viene a describir un suceso en el cual la confianza que muestra una persona hacia ciertas capacidad de otra, pueden influir en el rendimiento de esta segunda.

Se imagina ¿cuál es el valor de este efecto? Su importancia para la vida cotidiana, en el ámbito educativo, laboral, social y, claro está, el ámbito familiar.

El valor que tienen nuestras palabras, la influencia que tiene sobre los otros, de forma positiva y negativa.

Se han hecho estudios respecto al tema, en una universidad, se tomaron como sujetos de investigación a estudiantes de la misma edad y con un coeficiente intelectual muy similar, a uno de los grupos (grupo B) se les recordaba lo capaces y las habilidades que ellos poseían, y se descubrió al final del curso, que el coeficiente del grupo B, había aumentado.

En otro experimento, un profesor dijo a su clase que los alumnos con pelo de color negro eran más inteligentes que los rubios, según un estudio científico. Los resultados fueron igual de asombrosos, los alumnos con cabello color negro, comenzaron a sacar mejores calificaciones.

¿Cómo podemos aplicar este efecto en nuestra vida? Incentiva una comunicación abierta y de confianza. Podemos hacerlo con nuestros hijos, se dice que si tratas a un niño como la persona que te gustaría que fuera, es muy probable que se convierta en esa persona. No descalifiques, no restes valor a los sueños, a las aspiraciones, ni a las habilidades de tu hijo. Recuérdale sus cualidades antes de subrayar sus defectos, si vas a criticar algo, que sea al comportamiento, no a la persona.

Haz hincapié en los puntos fuertes. Muéstrale fe en sus capacidades, cuando viene a mostrarte un dibujo, cuando te quiere presumir el edifico que armó con algunas piezas de juguete, cuando es el nuevo en el equipo de futbol. Si quieres que desarrollen estas habilidades, motívalos creyendo en ellos. Y pasa lo mismo con la escuela, no los castigues por una baja nota, busca el cómo motivarlos.

Verás que poco a poco ellos van adquiriendo confianza y acabarán consiguiendo sus objetivos, recuerda reconocer los logros y fomentar la iniciativa y búsqueda de nuevas oportunidades de crecimiento.

¡Nos vemos en la próxima edición!

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