Mucho tiempo ha pasado desde que el médico escocés James Lind en los años de 1746-1747, estuvo en el buque Salisbury, hombre osado para su tiempo que se permitió hacer observaciones de las enfermedades de los marinos, algo tan simple como la deficiencia de vitamina C provocaba que enfermaran de las encías y sufriera un deterioro muy rápido en su persona. Una enfermedad que hoy parece simple, en aquel tiempo, para los capitanes de barcos y los gobiernos de los países que representaban, era un problema mayúsculo representaba un obstáculo en su frenética carrera de reparto del mundo. Los ojos estaban puestos en aquel problema y que debían resolver los gobiernos de los países afectados, pero de esa situación nadie sabía enfrentarla, por lo que cualquier oportunidad o propuesta ofrecida para que disminuyeran las muertes en las embarcaciones, era bienvenida. En aquel tiempo el recién egresado médico, por la disciplina que había estudiado, se dio a la tarea de observar y anotar todo lo que veía, en su mente interesada en todo aquello que enfermaba el cuerpo captaba lo que a los demás les parecía carente de valor. A su oportuna o inoportuna curiosidad como quieran llamarle, se debe que su mente pensara la primera forma de establecer una medida de mejora en la salud de un grupo de seres afectados por el sangrado de encías, resfriado y otro tipo de infecciones. A su capacidad de observación y a su atrevimiento se debe que se les proporcionaran a los marinos alimentos ricos en cítricos. Pero, a su vez, con el ánimo de poder constatar que aquella enfermedad tenía la cura, se le ocurrió establecer con qué comparar sus resultados. Al fin médico, debió experimentar más por intuición que por sapiencia, con un grupo de personas que creía poder devolverles la salud, también se le ocurrió poner un segundo grupo al que dio productos distintos a los que consideraba que podían curar a los enfermos, de alguna forma fue el antecedente de lo que se conoce como “Grupo de control”. De manera novedosa para su época escribió un primer reporte de todo lo que observó. Fue el primer médico que rindió un informe. Con su descubrimiento dio oportunidad a muchos hombres trabajadores de las embarcaciones para que su condición mejorara, también sugirió que se utilizaran ropas limpias, fumigaciones y limpieza de las naves. Cambios que se aplicaron encaminados a una mejoría en la vida de los navegantes y una menor pérdida económica de los gobiernos, con ello el incremento en su extensión de su territorio.  

A lo largo de la historia de la humanidad todos hemos visto el avance y cambio de las enfermedades, a nosotros por lo menos nos ha tocado la evolución de las gripes, ahora una nueva llamada “Coronavirus” que según informan se ha extendido por China. Día con día nos presentan información sobre la cantidad de personas infectadas y/o muertas en ese lugar. Independientemente de que es un país con una población densa, es bueno hacer varias preguntas. ¿Estamos preparados para el avance de una enfermedad como ésta? Y la respuesta es simple, NO. Sólo hay que seguir medidas higiénicas simples pero efectivas: Evitar el contacto directo con personas que padezcan infecciones respiratorias agudas, lavado de manos con frecuencia, alimentarse bien, evitar el contacto con animales de granja o salvajes.

Las recomendaciones que son fáciles de cumplir se pueden aplicar a la vida diaria, incluso un médico agregó que quienes estamos expuestos al trato de muchas personas debemos además evitar llevar nuestras manos a la cara o cerca de la boca. Aunque los virus tienen una vida corta fuera del agente que los aloja es el tiempo suficiente para un contagio. Hoy, nos preocupamos por una enfermedad que se ha propagado con rapidez. Recordé que antes de alguna manera en forma natural los mares y las montañas servían como muros que no permitían el avance y movilidad de las personas, y a su vez al evitar su traslado también se quedaban atrapadas las enfermedades en sus lugares de origen, pero las innovaciones en los vehículos y el traslado más rápido de la gente a lo largo y ancho del mundo, esas barreras naturales de poco sirven.

Mi percepción es que vivimos en un ser mayor, que es la tierra. La Teoría de Spinoza nos dice que el panteísmo es una creencia o concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el Universo, la naturaleza y Dios son equivalentes. La Ley natural, la existencia y el universo (La suma de todo lo que fue, es y será), se representa por medio del concepto teológico de Dios.

Después de haber leído a varios teóricos regreso a la concepción más simple de los antiguos mexicanos y algunos dirán que son teorías deterministas o hasta fatalistas. La tierra es un ser vivo que nos permite estar y vivir en ella, y como tal requiere su propio cuidado de nosotros, no importa el gobierno que tengamos en cada parte del mundo, y lo alejado que estemos las personas unas de otras, ni si estamos cercanos a los animales de granja o no. Los virus y las bacterias existen desde que el mundo inició y son mecanismos de control para la depuración de la especie humana y de los demás seres que co habitamos la Tierra. Si la cuidamos, y con moderación utilizamos sus recursos todo está bien, en equilibrio, pero… cuando manipulamos todo lo que hay en ella y no permitimos la regeneración de sus recursos y evitamos el ciclo del agua y hasta la arena es movida de lugar, rompemos con brutalidad inaudita su propia regeneración. Los ciclos del agua quedaron retratados a la perfección en una canción infantil escrita por Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido en otras como Cri Cri, que a la letra dice “La gota de agua que da la nube, como regalo para la flor, en vapor se desvanece cuando se levanta el sol, y nuevamente al cielo sube, hasta la nube que la soltó, la gotita sube y baja y sube, al, compás de esta canción”. Los humanos no hemos aprendido a convivir con nuestra gran casa, así que por más que nos digan que está controlado el Virus, me pregunto con algo de ironía, ¿El virus lo sabe?

La naturaleza nos da muestra cada día de lo maravillosa que es, y nosotros hemos aprendido muchas cosas para mejorar nuestro entorno, evitamos respetar los ciclos propios de la naturaleza hoy estamos frente a un enemigo invisible, etéreo, de difícil contención, adaptable y sobre todo mortal, ¿Aprendimos algo frente a esta incierta situación? O… esperaremos que la próxima vez el bicho que surja sea incluso más pequeño, pero más letal. Por lo pronto, nos queda seguir las sugerencias de protección y prevención de la salud mientras tanto…nos vendría bien algo de reflexión.

“Cada persona lleva los límites de su propio campo de visión a los límites del mundo”

 Arthur Schopenhauer

“La vida es sólo la muerte aplazada”

Arthur Schopenhauer

“Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar”   

Sun Tzu

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