Recuerdo que en alguna ocasión en plena cita esperando a que comenzara una película, me le quedé viendo a la persona que tenía frente a mí y pensaba en ese momento: “Que agradable es esa sensación de querer ver a través de sus ojos y al mismo tiempo tener la intención de esquivar su mirada”.
En la ansiedad de no saber que debía hacer, me sinceré y expresé mi dilema: ¿Debería estar nervioso?
Dicen que los ojos son la ventana a nuestra alma, mientras nosotros conversamos con alguien, el mantener nuestra mirada durante un tiempo considerable es parte importante de la comunicación.
Hay quienes esquivan las miradas a la hora de conversar frente a frente, esta conducta solemos interpretarla como característica de una persona tímida, o alguien que oculta un secreto.
Quienes padecen de alguna fobia o “Extrema timidez” pueden tener muchos problemas para mirar a alguien directo a los ojos, sobre todo, cuando este alguien es un desconocido. Pero esto no ocurre solamente en quienes tienen fobias, a muchos les cuesta trabajo.
Pensamos que quien esquiva nuestra mirada es un inseguro (a), aseveración que tiene su lógica, después de todo nuestro rostro es la parte del cuerpo con la que más expresamos y el miedo es una más de nuestras emociones.
Alrededor de nuestros ojos contamos con músculos faciales que reaccionan ante estímulos, con ellos comunicamos incluso sin intentarlo.
Los ojos también nos indican en donde se pone atención, pues son una especie de flecha que nos indica hacia donde se está mirando, ¿Le ha sucedido que intenta conversar con alguien sobre algo importante y la otra persona pareciera dirigir su atención a otro lado? Por ejemplo ¿Al teléfono celular? O incluso creemos notar una mirada “Perdida” en quien supuestamente nos escucha, pero está pensando en otra cosa.
Hay quienes van más allá, e intentan descifrar nuestros pensamientos, observando a detalle hasta la dilatación de nuestras pupilas, y con esa información que nosotros mismos brindamos, para vendernos u ofrecernos lo que más nos llama la atención.
Pero sin ser expertos en la materia solemos reconocer una mirada tímida. Recuerde que nuestra mirada dice tanto de nosotros mismos, que nuestras pupilas no se dilatan, ¡Nos delatan!
Estudios nos revelan que tal vez el mirar a los ojos demanda mayor cantidad de energía de la que pensábamos, sin intentarlo nuestro cerebro se pone a trabajar y se pone en estado de alerta ante otros ojos.
¿Le suena lógico? Hagamos memoria unos instantes, al mantener una conversación muy complicada, ¿Solemos mantener la mirada en los ojos del otro?
Puede ser que nuestra propia evolución nos predisponga a utilizar gran cantidad de recursos para recibir la información facial de alguien más.
Viéndolo de esa forma ahora viene el siguiente cuestionamiento: ¿Cuándo esquivamos miradas, tratamos de ocultar algo, o tratamos de evitar encontrar lo que el otro oculta?
“Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo, pero ninguno, absolutamente ninguno, sustituye la mirada del ser humano”
¡Nos vemos en la próxima edición!