Ya no te tengo miedo.
Mi mami dice que no existes
y que no puedes llamar a tus amigos
porque ellos tampoco existen.

Cuando sea de noche voy a
cerrar los ojos antes de apagar
la luz del buró y voy a abrazar
bien fuerte a mi osito Bonzo
para que él tampoco tenga miedo.

Si te oigo gruñir en el clóset
pensaré que estoy dormida.
No quiero que mi mami
se despierte y me regañe.

Ya sé que me quieres comer,
pero como no existes nunca
podrás hacerlo; aunque yo me
pase los días pensando que a lo
mejor esta noche sí sales del clóset,
morado y horrible como en mis pesadillas…

Mañana, cuando juegue con Jorge,
le voy a decir que te maté
y que te dejé enterrado en el jardín
y que nunca más vas a salir de ahí.

Él se va a poner tan contento que me va a
regalar su yoyo verde y me va
a decir dónde escondió mis lagartijas
(Siempre ha dicho que tú te las comiste,
pero eso no puede ser porque mi mami
me dijo que no existes y mi mami
nunca dice mentiras).

Voy a dejarte esta carta cerca
del clóset para que la veas.
Voy a pensar en cosas bonitas
como en ir al mar, o que es Navidad,
o que me saqué un diez en aritmética.

¡Adiós, monstruo!
Que bueno que no existas.

Firma: Cristy
PD: No tengo miedo. No tengo miedo. No tengo miedo.

———–

Mi pequeña Cristy:

¿Cómo que no existo? Tu mami
no sabe lo que dice.
¿Acaso no me inventaste tú misma el día
de tu cumpleaños número siete?

¿Acaso no platicabas conmigo todas las noches
y te asustabas con los extraños ruidos de mis tripas?

Todas las noches te observé desde el clóset
y tú lo sabías…

Aunque nunca me viste,
conocías de memoria mis ojos,
mi lengua y mis colmillos;
pues todas, todas las noches me soñabas.

Por eso cuando leí tu carta sentí
tanta desesperación.
Por eso destrocé tus juguetes y me comí
de un solo bocado a tu delicioso osito Bonzo.

Lo juro, Cristy, tú ya estabas muerta.
Tenías los ojos abiertos
y cuando toqué tu barriguita
estaba más fría que mi mano.

Seguramente te mató el miedo y
yo no pude comerte pues no me
gusta el sabor de los niños muertos.

Lo único que hice fue regresar al clóset
y llorar de tristeza hasta quedarme dormido…

¡Pobre Cristy! ¡Pobre Cristy!

¡Pobre monstruo solitario!

Ahora tendré que salir de aquí,
alejarme de los adultos que
cuidan tu pequeño ataúd
y dejar esta carta donde puedas encontrarla…

Necesito la risa de un niño
y necesito el miedo de un niño para seguir vivo.

Por cierto, Cristy,
¿dónde dices que vive tu amigo Jorge?

Tomado de internet.

https://www.facebook.com/Relatosultratumbabc/

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

0 Comments

Leave a Comment

Síguenos

GOOGLE PLUS

PINTEREST

FLICKR

INSTAGRAM

Síguenos

Etiquetas