Por: Antonio Meza Estrada.
Sin duda su mayor virtud fue la prudencia. Nadie tan lejos como él de la pompa y circunstancia. Don Mario cultivó el estudio de la relación bilateral con EU.
Cuando se sembraba el Colegio de la Frontera, tomó un sabático en el Colegio de México y se fue con todo y familia a Tijuana, a un modesto apartamento. Dar clases, imbuirse la región y acercarse a los fronterizos fueron los propósitos. Tijuana bullía como la gran metrópoli que era en ciernes y como buen sociólogo, eso le atrajo.
En una ocasión y sabiéndome enamorado del Valle de Mexicali y su historia, me pidió lo llevara a recorrerlo. Comer tacos de carnitas en los ejidos y de pescado sobre un Río Colorado desbordado. Él, un internacionalista, se impactó al estar donde colindan los cuarto estados hijos del Río Colorado: Arizona, California, Sonora y BC. En ese 1983, el río amenazaba cortar vías de FC y las carreteras que unen la península al resto del país.
Ya de regreso, nos encontramos con un canal a donde el Río regresó a descansar en su natural Laguna Salada, usualmente seca por las obras de los norteamericanos río arriba donde concentraron el agua.
Ya casi al atardecer, vimos cómo unos ejidatarios pescaban en ese canal -ahora de agua salada-, camarones. Nos narraron que unos defines se nortearon y se entramparon en esa zona y hubo que regresarlos al mar.
Después del sabático, regresó a encabezar el Colmex.
Don Mario acuñó el concepto de «política exterior de facto» refiriéndose al día a día, de cómo los fronterizos resuelven sus cosas muchas veces sin la concurrencia de sus gobiernos nacionales. Alcaldes fronterizos que piden ayuda al vecino para apagar un incendio o para auxiliarse en un sismo -como en el 2010- en la falla de San Andrés.
Ese señorón,
mentor de grandes internacionalistas, autor de numerosos estudios muy cuidados,
fue siempre un maestro señalando que la vecindad con EU era un privilegio, a
condición de saberla desarrollar con prudencia e inteligencia.
-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-