Por Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Cuando hablamos de viajar en el tiempo, es probable que muchos recordemos las imágenes de la película de mismo nombre, por lo que leí por segunda vez el libro “La máquina del tiempo” de H.G. Wells.

La primera vez que lo leí tenía 11 años, devoré cada una de sus página  tan rápido como me lo permitió hacerlo mi recién estrenado pasatiempo, y mis pocas habilidades lectoras en aquel momento. Mi mente volaba con cada una de las palabras (debo decir que más de una vez recurrí a un diccionario, muchos vocablos eran incomprensibles), pero el desconocimiento de su significado no fue un obstáculo para terminar de leer aquel pequeño tesoro de conocimiento.

Una vez concluida la lectura de aquel libro, debí regresarlo a su propietaria.

¡Cuánto me pesó no haber podido adquirirlo para leerlo una vez más! pero mi interés por la lectura permitió que me fueran prestados otros libros, incluso algunos del mismo autor, como “El hombre invisible”, “La guerra de los mundos”, “La isla del Dr. Moreau” y otros. Pero el texto que más permitió imaginar fue “La máquina del tiempo”.

Libro en el que me hubiera encantado subrayar frases, hacer notas e incluso dibujar algunas de sus narraciones, pero el inconveniente de que el libro no era propio, me impidió hacerlo. El tiempo pasó y el mes de diciembre fui a escoger algunos regalos navideños, como supondrán algunos fueron libros, ¡Cuánta fue mi sorpresa!, encontré “La máquina del tiempo”, edición de bolsillo, impresa en 1981, con ilustraciones, podría decir que era el mismo libro que leí, pero eso es imposible, puesto que el que leí, fue impreso en 1950.

Disfruté mucho leerlo nuevamente, de alguna manera fue como ir en mi propia máquina del tiempo, recordé lo que imaginé en mi niñez, incluso frases que me parecieron importantes dentro del texto: “El viajero en el tiempo era uno de esos hombres demasiado inteligentes para ser creídos”

¡Qué profundo me pareció!, puesto que en mi pensamiento infantil pensaba que las personas que estudiaban y leían como la maestra que me prestó los libros, eran inalcanzables y poseían un don especial y de alguna manera lo tienen, eso de poder hacer que un niño se interese en la lectura y no lo deje ir es un don muy especial.

O la otra frase “rasgo de fantasía es un error hacer las cosas con demasiada facilidad”, me preguntaba en mi mente inocente si había personas que con trabajos complicados llegaría el momento en que su trabajo dejara de ser difícil, y descubrí que la práctica permite hacer las cosas más rápido, pero no dejan de ser difíciles.

Ha pasado el tiempo y mi reflexión me llevó a pensar, si con el transcurrir de los años mi capacidad de imaginar había desaparecido, pero leer nuevamente esas páginas bajo la experiencia que da vivir, fue una delicia, me permitió recordar lo que pensaba y creía en los años de inocencia, y el asombro se dejó ver otra vez en mi mente.

Pasados los días tuve la oportunidad de ver la película Sueños S. A., del país de Dinamarca, el Director es Kim Hagen, el tema muy simple pero me atrapó.

Una niña decide que intervendrá en los sueños de la hermana para mostrarle mejores formas de convivencia. La protagonista y su hermana deben pasar distintas pruebas en un sueño, en dicho sueño pasan muchas peripecias que las hace comprenderse y tratarse de mejor manera, e incluso aceptarse como son cada una, en el respeto y armonía de la individualidad, recordé aquello que decían mis maestros: “Respeta al otro, como quisieras ser respetado”

En el largometraje de manera muy sutil se aborda lo que es la empatía (Participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona).

Por otro lado, se percibe la manera en que una de las niñas tiene toda la confianza en creer en los sueños y su capacidad de cambiarnos, así que de alguna manera afirma aquello de “Si lo crees, lo creas”.

Sólo hay que ver todos los descubrimientos, libros e inventos que existen a nuestro alrededor y que una vez vivieron sólo en la mente y los sueños de alguien.

El mundo se beneficia cuando los humanos sin importar la edad pensamos, soñamos y creamos,  quien construye, reconstruye o destruye a partir del conocimiento adquirido y de lo que cuestiona, en su imaginación recrea lo que considera conveniente cambiar en su entorno, o en facilitar cubrir alguna necesidad. De ahí la importancia de que a los niños y jóvenes les demos la oportunidad de leer, acercarlos a la lectura genera cuestionamientos personales que pueden llegar a resolver algunas interrogantes o la solución de algún problema presente o futuro.

Así que con la experiencia de ser una lectora comprometida, apoyemos a los niños y jóvenes a que alimenten sus mentes con buena lectura, que temas hay para todos los gustos, incluso para aquellos que sólo quieren leer historietas las propuestas son muy variadas y divertidas, y ahora con el internet al alcance de muchos. El hábito de la lectura es una buena opción como pasatiempo.   

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”

Albert Einstein.

“El que tiene imaginación, con que facilidad saca de la nada un mundo” Gustavo Adolfo Bécquer.

“Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”. Julio Verne.   

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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