Relatos de Ultratumba

Por: Jorge Vargas.

Hace unos 5 años mi hijo el más chico, así de la nada me preguntó que si podía jugar con el niño que estaba afuera. Yo como siempre sumergida en el celular le dije que sí.

Vi cómo abría la puerta y después subía a su habitación hablando solo.
Durante dos semanas aproximadamente cada vez que mi hijo llegaba del jardín subía a jugar con el “niño”.
Un día, mi hija la mayor hacia tarea con una amiga, y repentinamente llegó mi hijo gritando: ¡Dile que se vaya, ya no quiero jugar con él! y mi hija le preguntó:

-¿Con quién?

Mi hijo apuntó hacia la pantalla de la computadora y les dijo:

-Con él.

Ellas voltearon y alcanzaron a ver el reflejo de un niño; por lo que bajaron corriendo las escaleras con mi hijo bien asustadas.
Pasaron tres días de esto, y mi hijo no paraba de llorar porque tenía miedo. Me senté con él y le pregunté qué estaba pasando. Él me respondió que el “niño” se lo quería llevar y que ya no estaba igual, que ahora estaba feo.

Le pedí que lo describiera y me dijo que estaba como él y que tenía la cara como quemada y el ojo como salido, entonces le pregunté:

-¿Ahora está aquí?
-Sí, mira está ahí en la escalera viéndonos y me dice que vaya.
Me asusté mucho, lo abracé y comencé a rezar.
Tomé la decisión de ir con el Padre de la Iglesia y le conté lo que pasaba.

Me dijo que tomara los sirios de bautizo y con agua bendita rezara de arriba para abajo, hacia la puerta por donde entró aquel niño, para sacarlo.

Una anciana que me escuchó, me dijo que era mi hijo quien tenía que correrlo ya que él lo había invitado.
Ese día en la tarde le pregunté a mi hijo:
-¿Se encuentra aquí?

Él respondió:

-Sí, mira, está sentado ahí en el rincón.
Entonces le expliqué a mi niño que lo corriera, que le dijera que ya no lo quería ahí, y cuando comenzó a decirle, empezamos a rezar y a echar agua bendita.  Así lo hicimos hasta llegar a la puerta principal, le dije a mi hijo: ¡Abre la puerta y córrelo!

Mi niño así lo hizo y yo seguí echando agua bendita y rezando. Cuando el “niño” ya estaba afuera cerramos la puerta.
Durante una semana el “niño” seguía pegado a la puerta asomándose por el cristal. Dice mi hijo que le hablaba y le decía:

-ven ya no te voy a llevar, juega conmigo.
A veces, se veía normal y otras con la cara desfigurada.

Ya pasada la semana, mi pequeño bien contento nos dijo que ya se había ido.
Dicen que algunos seres no pueden entrar a tu hogar a menos que los invites y yo por mi descuido permití que uno entrara.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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