Taller de Historia de Tecate, A.C.

Por: Prof. José Luis Bobadilla

LA VÍSPERA

Carmen Serdán
Aquiles Serdán

CARMEN Y AQUILES SERDÁN ALATRISTE

En la mañana del 18 de noviembre, cuatro policías al mando del coronel Miguel Cabrera, efectuaron un cateo a la casa de los Serdán Alatriste.

Durante esta acción, llaman a la puerta, Carmen Serdán, abre el postigo y al percatarse que era el jefe de la policía Miguel Cabrera, dispara en la cara a Cabrera, quién cae muerto.

Erróneamente se piensa por los historiadores que Aquiles lo mató, pero según testigos de la época, fue desde el postigo, la puerta ni siquiera se abrió, dando así inicio a la revolución y siendo Cabrera el primer muerto de esta.

Los rebeldes antirreeleccionistas ocultos en la casa mataron al sargento Vicente Murrieta y capturaron al mayor Modesto Fregoso.

Los demás policías presentes en el cateo, Blas López y Manuel Barroso, lograron salir con vida y dieron aviso al cuartel.

Mientras llegaba el resto de la policía, los rebeldes se organizaron en el interior de la casa.

Máximo Serdán

La mayoría de ellos, al mando de Máximo Serdán Alatriste se apostaron en la azotea de la casa, mientras que las mujeres de la familia Serdán Alatriste y Aquiles se apertrecharon en la planta baja.

La batalla entre los policías y los rebeldes conspiradores duró cuatro horas y media y al término de ella habían muerto Máximo Serdán Alatriste y todos los conjurados revolucionarios que estaban en la azotea.

Alrededor de las doce de la mañana de ese 18 de noviembre y antes que la tropa entrara a la planta baja a buscar a Aquiles Serdán Alatriste, este se escondió en un agujero del piso de su recámara formado por la remoción de las tablas, el cual se había usado para ocultar armas.

ABERTURA EN EL PISO DONDE SE ESCONDIÓ AQUILES SERDÁN ANTES DE MORIR

Su esposa, Filomena del Valle, le ayudó a ocultarse colocando las tablas del piso en su lugar.

En ese sitio permaneció durante las siguientes catorce horas, mientras que el resto de su familia (las mujeres) continuaban aún la lucha.

Carmen, su hermana mayor, subió armada al techo de su casa para incitar a los vecinos a unirse a la lucha, pero recibió una herida por bala y tras el enfrentamiento la enviaron a prisión junto con su madre, María del Carmen Alatriste Cuesta, en la cárcel de la Merced.

Como en el cateo y búsqueda dentro de la casa posterior a la batalla, no se había encontrado a Aquiles, se quedó en ella una veintena de soldados custodiándola.

De las dos de la tarde a las nueve de la noche no hubo ningún incidente, pero al dar las diez se escucharon unos ruidos cerca del comedor que alertaron y asustaron a la tropa presente.

Ante la posibilidad de un nuevo ataque de los sublevados, se solicitó al cuartel que enviara refuerzos.

Unos minutos después llegaron treinta policías más.

Desde las diez de la noche del 18 hasta las dos de la mañana del 19 de noviembre custodiaban la casa cincuenta policías repartidos entre las habitaciones, los patios y la azotea.

La casa estaba a oscuras salvo la sala y la cocina.

Los policías al mando de la tropa, Porfirio Gómez y Francisco Lozano, relataron la muerte de Aquiles.

Ambos policías contaron que alrededor de las dos de la mañana escucharon varios disparos provenientes del área del comedor de la casa y que al llegar a ese sitio en él se encontraban ocho o nueve policías contemplando a un hombre muerto a la entrada del comedor, quien intentaba escapar a escondidas amparado en la obscuridad.

Cuando fueron encendidas las luces, se dieron cuenta de que el muerto era Aquiles Serdán y avisaron a Joaquín Pita, jefe político de la ciudad, quien al constatar lo dicho por los policías ordenó que el cadáver de Aquiles fuera llevado a la penitenciaría de la ciudad.

La versión de la familia y que coincide con informe del forense indica que Aquiles salió del entrepiso porque empezó a toser debido a la humedad y frío que padeció por varias horas en su escondite, al salir se sentó en el comedor donde al sufrir otro ataque de tos fue descubierto y recibió un balazo en la parte posterior de la cabeza, misma que sale por su frente, esto además se puede apreciar en las fotografías que se le tomaron al cadáver afuera de la casa, además existe dentro del patrimonio familiar el mantel lleno de sangre que estaba en la mesa del comedor donde Aquiles estaba sentado cuando murió.

En los hechos del 18 y 19 de noviembre de 1910, todos los Serdán, incluida Carmen, habitaban la casa de su hermana Natalia, marcada con el número 4 de la Antigua Calle de la Portería de Santa Clara, frente al templo de las Clarisas, a tres calles del zócalo de Puebla.

Incluso tras la muerte de Aquiles, Carmen continuó defendiendo sus ideas liberales, llegando a ser uno de los miembros de la Junta Revolucionaria de Puebla tras el golpe de estado de Victoriano Huerta.

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