Un mes ha pasado desde el inicio de la cuarentena, el distanciamiento social, la sana distancia, la suspensión de actividades no esenciales, etcétera, pero por parte del gobierno de López Obrador no se han recibido apoyos económicos extraordinarios para quienes menos tienen, salvo las despensas que de manera clientelar está repartiendo en las colonias.

No ha habido suspensión o moratoria en el pago de los servicios elementales como agua, gas o luz. Tampoco ha habido ningún apoyo extraordinario o medida emergente para el caso de telefonía -celular incluida- a diferencia con otros países entre los que se encuentra El Salvador. Estados Unidos recientemente ha comenzado a entregar en automático apoyos individuales de hasta 1 mil 700 dólares además de anunciar un plan de apoyo trillonario a las empresas para evitar la pérdida de empleos. Y hay un largo etcétera de medidas y apoyos extraordinarios ante la pandemia que se vive, la cual ha sido patéticamente manejada por este presidente.

Patético e irresponsable en su actuar, su  gobierno ha optado por el maquillaje y ocultamiento de datos, la no realización de pruebas, el desabasto criminal de insumos médicos en todos los hospitales públicos y la obstinación en sus proyectos personales (su central avionera, su trenecito, sus refinerías la compra de estadios de béisbol, etc), y el reforzamiento de sus programas clientelares como son los apoyos a la tercera edad, a los ninis y, ahora, con despensas domiciliarias que si bien ayudan ligeramente a quien las recibe en el muy corto plazo -rinden para tres días- no resuelven en nada el problema de los servicios.

Un mes después en que sobretodo los gobiernos locales han suspendido toda actividad no esencial, están a la vuelta de la esquina el pago de los servicios con sus consabidos cortes en caso de impuntualidad: luz, gas, agua, y telefonía. ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo le harán todos aquellos que se dedican al comercio informal, que tienen que salir a trabajar porque si no lo hacen no comen?

Para el comercio formal los problemas no se quedan atrás; obligarlos a sostener la nómina sin estar en actividad comercial o productiva los va a llevar a la quiebra. Casos hay en demasía y la muestra más reciente es del conocido Chiltepinos donde el dueño -con sede en Hermosillo- prácticamente se ha declarado en quiebra.

No ha querido Obrador dar incentivos al sector empresarial como tampoco un período de gracia para el pago de impuestos, bajo el absurdo argumento de que el gobierno necesita ese dinero para avanzar; o sea -disculpe usted- “chíngate tú, porque yo no…”

En el caso de las escuelas privadas, ¿habrá algún beneficio en el caso de las colegiaturas? Porque eso de no querer otorgar prórrogas con el argumento de ‘educación a distancia’ es, definitivamente, un abuso. Pero en el caso de las públicas, asume el gobierno que todos tienen en casa al menos una computadora cuando lo cierto es que no es así, además de que en las propias escuelas públicas o no hay o son escasas las que tienen, además de ser obsoletas en muchos de los casos. Pero si te van a cortar la luz o la telefonía por no tener dinero por falta de trabajo, ¿cómo hacerle entonces?

Los 18 años de campaña de AMLO, en los que sabía todo de todo y en lo que para todo afirmaba tener las mejores soluciones, tal parece que lo atrofiaron; haga de cuenta como un sobre-entrenamiento deportivo en el caso de aquellos atletas que se preparan para la victoria en su disciplina pero terminan fracasando porque se excedieron en su preparación.

El presidente piensa y actúa como si todavía estuviera en campaña y, sobretodo, dirigiéndose solamente a sus ‘masas’; aquellos que opinan diferente son rápidamente encasillados en una serie de epítetos que rayan, inclusive, en la difamación.

Ahora que ha caído su popularidad de manera muy sensible, pretende incrustarse en la boleta electoral del próximo año -con su consabida campaña mañanera- no sólo para la revocación de su mandato sino y sobre todo para influir en la elección legislativa federal y tratar de evitar la pérdida del control mayoritario como se avizora.

Y eso es lo que hay que evitar.

La crisis de salud que se vive no tiene fecha pronta de control; la crisis económica que se sufre será de muy larga duración, por el mal gobierno de López Obrador indudablemente, por más que le siga echando la culpa a sus ‘adversarios’ y a los gobiernos anteriores. Lo cierto es que no sabe, no puede y no tiene la capacidad para gobernar.

Es hora de que la nación se lo demande, tal y como lo protestó el 1 de diciembre de 2018, y la próxima aduana deberá ser en la elección legislativa del próximo año para lograr que la Cámara de Diputados sea el gran contrapeso a todos sus desaciertos, a todos sus desatinos, a todas sus acciones revanchistas y de mal gobierno.

Así que cuando le lleguen sus recibos de luz, teléfono y agua y no tenga dinero para pagarlos, o que no tenga dinero para gas, y le corten o suspendan los servicios, piense si una despensa le resolverá el problema.

Y dígase, entonces, si en la próxima elección volvería a votar por el proyecto de López Obrador.

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