¿Quién mandaba esas rosas que llegaban cada mes, siempre el mismo día? Doña Naty las recibía llorando de emoción. Nos preguntábamos cómo era

posible que alguien mandara rosas a una anciana, quizá podría ser un hijo, nadie la visitaba, no tenía fotos familiares, sólo en su buró estaba ella y su esposo fallecido en un porta retratos.

Un abogado y administrador llegaba cada 15 días a llevarse recibos y cuentas de aquella residencia, dejaba dinero para algún contratiempo y teléfonos del hospital y médicos. Y claro, el de él mismo por una emergencia.

La servidumbre era la cocinera, el jardinero y chofer, y yo. Soy enfermera y atendía personalmente a la señora. 

Una noche que la atendía para dormir, después de darle sus medicamentos, se me ocurrió preguntarle: ¿Señora no tiene hijos o familiares que la visiten? Contesta: No tuve hijos, cuando me case mi esposo traía sus dos hijos de su primer matrimonio, ayudé a criarlos y los quiero mucho.

Sólo que se fueron lejos a estudiar y allá hicieron su vida, vinieron cuando murió su papá y por la herencia. Se fueron, no he vuelto a saber de ellos.

Pero mi esposo siempre me protegió y lo sigue haciendo, no me falta nada y algunas noches él me acompaña, las rosas él me las manda.

Quedé con muchas dudas, sólo pensaba que la señora inventaba o ya tenía demencia senil.

Un día le pregunté al administrador que si él mandaba aquellas rosas, claro a nombre del esposo de Doña Naty. Me contesta: ¡No sé de qué me está hablando, no invente cosas!

No me creyó. Así pasó un tiempo y la señora un día me dio la orden: ¡Quiero que esta noche no me pongas bata, me vas a vestir con lo mejor que tengo, como si fuera a una fiesta, perfúmame y pones en mi recamara una mesa con mis rosas, una botella de vino y copas, traes un viejo tocadiscos del ático con unos discos románticos! Así lo hice, el tocadiscos empezó a funcionar y a ella la dejé sentada tomándose una copa, hermosamente vestida y arreglada.

Me dijo:

-Ya se fueron todos ¿Sólo quedas tú?

Contesté que sí.

-Entonces, vete a dormir en la planta baja y déjame sola, cierra la puerta, no te necesito.

Ahora sí creí que la señora se había trastornado, temía por ella, era mi responsabilidad.

Me fui a la sala, y estuve escuchando cómo las canciones se repetían, pero no tardé en oír la risa de la señora. Conversaba con alguien, alguien con voz grave.

Me ganó la preocupación, subí, entreabrí la puerta. Las luces eran tenues, solo de unas velas.

No la vi sentada, sino bailando en brazos de su esposo según pude reconocer, un espectro descarnado, sus ojos eran sólo las cuencas, su boca se sonreía en una mueca. No se le veían pies. Vestía con una ropa que habría sido un traje (sólo eran jirones lo que quedaba)

¡Abrazaba a Doña Naty con tanto amor!  Y ella, ligera se abrazaba al espectro, recargando su cara en el pecho de aquel que en vida fue su marido, y que aun la visitaba.

Estaba por desmayarme cuando vi que la habitación se llenó de neblina, vi que la señora caía al suelo, me fui acercando… algo no me dejó.

Del cuerpo de la señora salía otra Naty etérea casi imperceptible, quien de la mano de aquel espectro salió como una nube al balcón de la habitación y juntos se perdieron en la oscuridad  de la noche.

Al punto supe que Doña Naty, había fallecido.

-texto tomado de internet-

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