Después de un período de gobierno de 30 años, el PAN sufrió las consecuencias que se pueden esperar de tan largo tiempo ejerciendo el poder. No hay partido que se mantenga tanto tiempo en las preferencias de los electores y que permanezca con sus principios originales intactos, con una intención de servicio prevaleciente, con prácticas democráticas tanto partidistas como gubernamentales. La falta de alternancia en el gobierno estatal contaminó al PAN de manera institucional. Descontaminarse es el reto de fondo. Para lograrlo necesita tomar algunas decisiones como las que quiero presentar al lector.

La primera es la democracia. La savia de la vida panista fue su democracia, fue su esencia, y se empezó a perder cuando algunos entendieron que para llegar al poder había que ser candidato, y para ser candidato había que ganar convenciones, y para ganar convenciones había que tener control del padrón, y para tener control del padrón había dos caminos, el del dinero que compraba militantes para que se afiliaran y para que votaran por quien el dinero dijera, y el de la nómina en el gobierno a cambio de votar por quien dijera el que te dio la chamba, los dos caminos en realidad son el mismo, el del dinero. El padrón del PAN fue durante décadas el Sancto Sanctorum del partido. Ante un indebido control de las convenciones, el partido fue tendiendo cada vez más a decidir las candidaturas con base en acuerdos, encuestas, etc. Retomar la elección libre de los candidatos es el principal reto.

El segundo reto es tener caras nuevas. Pero no solo por la apariencia, sino que también signifiquen ideas nuevas, prácticas nuevas, convicciones sanas, y en general un cambio en la acción del partido. Mantener las mismas caras no será la solución. Las elecciones de dirigentes del año pasado indican que esta idea no está en el ánimo del partido. En muchos casos se eligieron a los mismos, a los de siempre, a los que han estado ahí y que llevaron al partido a sus tiempos de mayores éxitos y a los de mayores fracasos. Si no hay un relevo de dirigentes no hay manera que el partido lleve otro rumbo. El capitán viejo usará el mismo camino para llegar a su puerto, hay que arriesgarse con uno nuevo que experimente nuevas rutas.

El tercer reto, (No hay espacio para más), es tener candidatos honorables, con prestigio, con una percepción pública de cambio y de cosas nuevas. Aunque no es una regla, candidatos así se encontrarán preferentemente entre quienes no militan en el PAN, entre jóvenes estudiantes y empresarios, entre académicos de cuño no partidista, entre hombres y mujeres que estando más entrados en años no han tenido la oportunidad de ser candidatos o dirigentes. Si en la definición de candidaturas del 2021 se recurre a los mismos, como se hizo en las dirigencias el año pasado, el PAN estará condenado a seguir donde está hoy, desdibujado, sin autoridad moral o política alguna que le permita incidir en la cosa pública.

No son retos menores. Tampoco lo es la voluntad política que se requiere. El problema es que no se ve por ningún lado que se tenga, y a quienes la tienen no se les ve por ningún lado.

paco@pacogarciaburgos.mx

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