Por: Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Iniciar cada día es un regalo, con todo lo que implica vivir. Los momentos que llenan las horas, en los que enfrentamos retos pequeños, pero no por ello menos complicados.

En un día al salir de casa debemos llevar el cubrebocas, gel desinfectante y hay quienes además llevan lentes o careta. Nos adaptamos, llegamos al punto en que los protectores de la nariz y boca, han sido elaborados con diseños especiales o con cortes de tela finos para que parezcan pequeñas bufandas, gazné o mascadas, con ello se ha creado una nueva moda.

La nostalgia nos invade, nos lleva a aquellos días en que salíamos de casa sin llevar nada que nos cubriera media cara. Donde podíamos ver los rostros de quienes a nuestro alrededor estaban, los estados de ánimo se veían reflejados en las expresiones y ello nos permitía conocer quién era feliz o estaba de mal humor, hoy vemos eso muy lejano.

Mencionaré lo que enfrentamos al irnos adaptando a las nuevas formas de convivencia donde estamos más comunicados gracias a la tecnología, pero ajenos a los besos y los abrazos de todas aquellas personas que amamos.

En días fríos como hoy que invitan a la reflexión, observo con profunda tristeza que los niños de preprimaria y primaria, por el momento están alejados del mundo de afecto que debería estar a su alrededor, fortaleciendo su crecimiento no sólo en cuanto a la adquisición de conocimientos, también en lo psicosocial. Los días de frío dicen que invitan a escuchar los fantasmas que llegan en el aire y ellos nos dicen al oído ¿Qué pasa con los niños? ¿Qué pasa con los otros? Y más aún ¿Qué pasa con nosotros?

Para muchos de esos niños el único momento de convivencia con otros niños era la escuela, pero hoy ya ni eso, las fiestas cada vez están más restringidas. En un futuro veremos las consecuencias de casi un año de falta de convivencia social entre niños y jóvenes, eso sí más comunicados en las redes sociales, pero más alejados del afecto físico entre sus cercanos.

La soledad está llegando a muchas personas, otras tantas apenas se dan cuenta de lo poco que aprovecharon el tiempo para convivir con quienes le son importantes, pero para llegar a esa reflexión debimos parar, hasta el momento en que contamos ocho meses de estar en casa.

No todas las personas tenemos la fortuna de haber aprendido a hacer trabajo desde nuestras viviendas, muchos lo aprendieron sobre la marcha en el día a día.  Aunque claro está, hoy muchas caras se muestran en nuestra cotidianidad y realizan trabajos importantes, como los intendentes de tiendas de auto servicio, tiendas de conveniencia, médicos, bomberos, policías y todos aquellos que hacen que la vida continúe sin contratiempos.

Nos preocupamos de nosotros, es extraño ver nuestra imagen del rostro descubierta reflejada en un espejo o cristal. Más de uno ha quedado helado al ver como se ve el rostro propio cubierto, hoy llegamos al punto de agradecerlo porque hace frío y eso permite además no respirar el aire frío, es como si cada uno buscara una explicación lógica aceptable para aceptarnos de cómo nos vemos y como vemos a los otros con la cara a medio cubrir, y un pasado remoto se asoma en los recuerdos cuando podíamos salir con libertad mostrando nuestra cara.

Lo que hoy se percibe es la molestia de gente al hacer filas en los supermercados, tiendas departamentales, farmacias, o en pago de servicios. En algunos casos las personas salen de los lugares a los que fueron a adquirir sus productos con las manos vacías ya que lo que buscaban no fue encontrado.

Así que los rostros que no podemos ver nos hacen sentir que están preocupados, o molestos por no poder satisfacer algunas necesidades en nuestro hogar. Eso sí, cada quién observando la pantalla de su celular u otro aparato electrónico, sin contar que para hacer cualquier trámite o transferencia requieres un teléfono, ¿Dónde queda el derecho de todos y cada uno de no ser dependientes de la tecnología? Si todo, todo los trámites, pagos o información deben ser realizados a través de un aparato telefónico o computadora.

¿Qué sucederá con aquellos que no tienen la forma de adquirirlo? Y a pesar de todo y con todo, muchos de los trámites que deben hacerse teniendo los aparatos tecnológicos no pueden ser realizados, como aquello de una corrección de acta de nacimiento.

Lo comento ya que vi el rostro de desilusión de una persona que perdió su acta de nacimiento y al solicitar una nueva la respuesta fue simple y contundente. “Ve al lugar en que fuiste registrado, cumpliendo una serie de requisitos para arreglar tu documento, además acompañado por un abogado, solo no puedes hacer el trámite por que se hará un juicio administrativo”

No entraré a debatir si es correcto o no en la entidad federativa correspondiente, sólo que hay más uso de tecnología, pero los problemas básicos siguen siendo los mismos, ya no digamos en la aplicación de la justicia donde ahora hay que esperar eternidades para que sea llevado un juicio.

Y una vez más nadie vio los rostros de frustración y desencanto de quien quiere ver resuelto su problema, de alguien que necesita tramitar una credencial electoral para poder tener acceso a un trabajo y como consecuencia pueda recibir su salario.

¿Dónde está el respeto para desempeñar un trabajo en lo que mejor te acomode siendo lícito? ¿Quién tuvo la flamante idea de que un documento para votar sea necesario hasta para abrir una cuenta bancaria? El mundo está de cabeza. Y al final y por principio de cuentas la mano se le carga a los que menos pueden, pero que, si pueden desempeñar un trabajo y a la larga son muchos de ellos, son quienes sostienen este país.      

Por si fuera poco, ayer fui al cine. En el centro comercial, al caminar las personas se alejan unos de otros, evitan verse, guardan su distancia, la cercanía está prohibida y negada a los ojos de todos.

Conviven únicamente con sus cercanos.

Al salir de ver la película las personas salieron en perfecto orden, sin atropellarse unos con otros, (eso sí que ha cambiado), y como dicen algunos “para mejor” ya que hubo un tiempo en que la gente no guardaba su distancia.

Tampoco había respeto por el espacio vital de quién está a un lado, hoy eso se ve con más frecuencia (que estén a casi dos metros una persona de otra).  Me percaté de que la gente tiene miedo, se aíslan, se respira en el aire la ansiedad, tienen prisa de regresar a sus casas, meterse en sus redes sociales o en sus propias actividades.

Eso si, todo ello después de haberse lavado y desinfectado las manos. Todos estamos frente a monitores de computadora, teléfonos y otros aparatos electrónicos, por trabajo, esparcimiento o porque queremos aprender algo más. Nuestra vida social es más aislada. ¿Tenemos vida social? O es un cuento que nos hemos inventado para sobrevivir.

¿Hasta dónde nos llevará todo esto? No puedo saberlo y dudo mucho que los demás lo sepan, debemos seguir las reglas, pero estas reglas, aunque sean las correctas no son cómodas.

No sé lo que piensen los demás, pero a mí sí me gusta hacer nuevas amistades. Poder convivir con otras personas que realizan actividades similares a las que disfruto.

Imagínense que hasta para hacer ejercicio en la calle uno debe también llevar cubrebocas, es algo casi surrealista o una imagen sacada de un libro de ciencia ficción. Pero no, hoy la realidad nos alcanzó y no sabemos en que pueda terminar todo lo que hoy vivimos.

Antes nos quejamos de una sociedad con algunos niños y jóvenes con pocos valores, hoy nuestros niños y jóvenes enfrentan sus propias realidades descarnadas y crudas en sus hogares, ven lo que tienen y lo que les hace falta, incluyendo atenciones y amor.

Los padres enfrentan su propia realidad no menos dolorosa en la que muchos han perdido sus trabajos, y sus hijos necesitan alimento y además tecnología para continuar con sus clases, además del pago de internet, así que o alimentan a sus hijos o les dan alimento tecnológico, ¿Sabemos cuántas personas de las que viven cerca de nosotros enfrentan esa disyuntiva?

Yo no lo sé, y sé que mis vecinos no compartirán esta información por que nos da vergüenza cuando tenemos problemas económicos. Eso sin volver al principio que para buscar trabajo también requieres tecnología, sin importar el puesto o cargo que quieras o puedas desempeñar. ¿En algún momento pensamos en los otros?

Por lo pronto iniciemos una semana, de frío invernal en nuestro maravilloso estado, en donde los vendavales políticos no son menos cruentos, que lo que hoy he dejado en ésta líneas.      

“La cara no es jamás opaca del todo; el alma se muestra a través de sus muros”

                                                                                                                                 Aldous Leonard Huxley.

“Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general obrero o licenciado, el mexicano se me parece como un ser que se encierra y se preserva: máscara en el rostro y máscara la sonrisa”.

Octavio Paz.

-LAS OPINIONES DEL AUTOR, NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA-

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