Pocas cosas son más tristes que un ser humano que se aísla así mismo.

Nos desenvolvemos en un mundo donde se espera que tengamos las habilidades suficientes para convivir con otros ser humanos, que nos desarrollemos, que pertenezcamos a ciertos grupos sociales, comenzando con la familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.

Y cuando nos encontramos con alguien que no suele hablar con los demás, que parece andar por aquí y por allá de modo casi automático, que raramente saluda y aún más extraño es verle sonreír, no conocemos a esa persona, posiblemente no usaremos nuestro tiempo y energía en intentar comprenderla.

Pero cuando estas conductas las presenta alguien cercano a nosotros, entonces si lo notamos, sobre todo si ocurren estos cambios en alguien que solía ser completamente “Normal”, le puede suceder a un hijo, a la pareja, a un padre o madre, a quien sea, tal vez no nos dimos cuenta cómo es que poco a poco la depresión tocó a las puertas de nuestro hogar.

La depresión suele ser bastante incomprendida, regañamos y juzgamos a esa persona que ya no quiere acompañarnos al parque, o al cine, etc. Solemos pensar que si se comporta de esa manera es porque quiere, sin recordar, o ignorando tal vez, que es una enfermedad que no se cura solamente con fuerza de voluntad.

Nuestras emociones las vivimos gracias a que nuestro cerebro segrega ciertos neurotransmisores al momento de realizar alguna actividad, o simplemente pensar en algo, a lo mejor pensar que se acercan las vacaciones es algo que nos provoca felicidad, y aunque aún no las estamos viviendo, el simple hecho de pensar en ellas es algo que nos dará suma alegría. De este mismo modo, cuando sufrimos alguna pérdida, un desempleo, o se nos ha extraviado el celular, nos sentimos tristes, gracias a la disminución de ciertas sustancias en nuestro cerebro.

Pero la tristeza es completamente normal, es una emoción más, necesaria para mantener nuestro equilibrio mental, pero cuando pasamos a hablar sobre la depresión, estamos hablando de una enfermedad que tiene ciertos síntomas, sostenidos a lo largo de por lo menos un par de semanas, el diagnóstico de la depresión es labor enteramente de un especialista en la materia, pero para darnos una idea vamos a hablar sobre los síntomas de la depresión.

Empezaríamos por evaluar nuestro estado de ánimo durante los últimos días, quien padecen un trastorno depresivo está inmerso en la tristeza la mayor parte del día, durante todos los días de las 2 últimas semanas, por lo menos. Muchas veces puede ocurrir que ni siquiera identifiquemos un motivo por el cual se sienta esta tristeza, aun así no logramos salir de ese estado de ánimo.

También hay una disminución, o pérdida de interés en las actividades que antes le gustaban a la persona, y aunque estas actividades llegaran a llevarse a cabo, hay una incapacidad de sentir placer o satisfacción por realizarlas.

Hay diversos cambios en el organismo que llevan a la persona a comer demasiado, o por el contrario disminuir la ingesta de alimentos por falta de apetito, de manera similar ocurre con los hábitos del sueño, aparece hipersomnia (Dormir en exceso) o insomnio (Dificultad para dormir).

“Tengo que ser perfecto” dijo quien vivía en depresión”.

¡Continuaremos con el tema la próxima semana!

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