Mucho se dice del principio de igualdad, según lo establece Nuestra Carta Magna, los hombres y las mujeres somos iguales, tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. También tenemos los mismos compromisos a la hora de pago de impuestos, pago de pensiones alimenticias a los menores, ascendientes, incluso al pago de pensiones alimenticias cuando de divorcio se trata, ahora  los varones pueden pedir el pago de una pensión alimenticia si considera que se encuentra en un estado que amerite su manutención. Por lo que,  si a un juez se  le acredita que  debe ser proporcionado por una fémina, deberá  concedérsele al hombre con obligación a cargo la mujer. Si, nuestros derechos igualitarios los alcanzamos. ¿Quién se atreve a negar la idea del progreso? La idea del progreso ha sobrevivido a pesar del pensamiento de los más escépticos. Quizá ahora nos cuestionamos la forma en que pensamos, lo que ayer era una idea que acariciábamos sólo en sueños, hoy son realidades que vivimos, pensamos, y justificamos en  cada uno de nuestros actos.

También en nuestra constante evolución y cambio trastocamos otros pensamientos, que en algún momento nos parecen arcáicos, y hasta a la luz del acontecer del día con día nos parece que ya no son tan modernos nuestros pensamientos consideramos desandar y regresar el territorio ganado. ¿Por qué lo digo? Porque al momento de avanzar en las peticiones en el ánimo de encontrar la forma de vida igualitaria y con justicia entre hombres y mujeres, se nos olvida algo muy importante. Las mujeres somos aquellas que sembramos en los hombres (Nuestros hijos) la semilla  con  pensamientos  amor y respeto, por todas las demás mujeres, y debemos sentirnos orgullosas de ello, no sólo formamos hombres, educamos personas, que en su futuro serán a su vez pareja, novio, esposo, o lo que quieran ser, en la vida de una mujer.  Con el tiempo esos hombres se convertirán en padres y/o abuelos. Podemos empezar por educar a hombres seguros, amorosos de apoyo y respeto para sus parejas.

Soy de esas mujeres que acepta el rol de educar varones, algunas veces como maestra y en otra como madre. A mi saber, tan importante es un trabajo como el otro. ¿Por qué? La respuesta es simple, cuando eres docente sin importar si impartes clases en escuela pública o privada, los padres escogen un plantel educativo por que quizá es la mejor opción o hasta es la única opción y esperan que los encargados de la docencia, lleven de buena forma sus clases, para que sean el apoyo tripartita de la educación.

Es donde pienso… el por que de muchas cosas, se han perdido. Los docentes dicen que te eduquen en tu casa; y los padres dicen que te eduquen en la escuela y entre este estira y afloja los perjudicados son los niños y jóvenes. Alguna vez un alumno me comentó molesto “Pues pónganse de acuerdo, quién nos educará” y recordé aquello de que “La educación se trae de casa” y “La instrucción se imparte en la escuela” y el tercer elemento en el triángulo del saber es el depositario de éstos dos, el alumno. Ahora que estamos con los problemas con los docentes, como consecuencia el padre de familia no encuentra con quien compartir la formación de sus hijos. ¿Solución? Difícil será obtener la respuesta. Ya que por un lado estamos de acuerdo en que los docentes deben exigir el cumplimiento de sus derechos, los alumnos deben de obtener el cumplimiento y satisfacción de su derecho a ser educado, los padres debemos tener la certeza de que se cumplan ambos. Pero mientras todo esto sucede, yo no escucho a nadie que hable del daño que sufre nuestro Estado, ¡Sí, nuestro Estado! Por que mientras no se cumpla con todos los requerimientos educativos a que tenemos derecho nuestra entidad, que es una persona moral, que vive a través de cada uno de nosotros, sufre, se deteriora, llora y está de luto, por que cada día perdido en materia educativa es un día irrecuperable, deja abiertas las puertas para que se cuelen por ahí el desánimo, la pereza, el incumplimiento y otra vez el dolor. No vemos que lo que en otro tiempo fue nuestro Estado hoy dista mucho de serlo, nos da miedo a algunos padres de imponer reglas claras a los hijos y que tengan aparejada una consecuencia al mal actuar, evitamos decir lo que hay que hacer y cómo queremos que se haga. Por que a lo mejor nuestros descendientes se molesten.

Al escribir, recordé a cierto maestro de una escuela secundaria en el Municipio de Playas de Rosarito, que cuando en el grupo contiguo no había maestro por cualquier motivo, sus alumnos ya sabían que debían estudiar su materia u otra, aprovechar el tiempo para hacer tareas o repasar alguna materia. Más de una vez algún alumno contestó “No tengo nada pendiente”, enconces él con su firme voz contestaba “Transcriban 30 renglones del libro de la última página que estudiamos”  o  “Dibujen la tabla periódica de los elementos”, por que una mente desocupada sólo genera travesuras o problemas, coincidí  y coincido a la fecha con ese docente.  Obviamente a los alumnos no les gustaba mucho ese trabajo adicional y yo agradecí que mis hijos, que fueron sus alumnos, estuvieran ocupados aunque fuera con la tabla periódica.  En algún momento llegó a mis oídos por parte de algún padre de familia, en forma de queja, esa información, pero debieron acudir con otro padre de familia, para que se quejara sobre el trabajo que imponía el maestro de Química. No escuché a nadie darle las gracias o pedir una bonificación económica por preocuparse y ocuparse de los alumnos que no tenían docente.

Ahora que hago una reflexión en relación a lo que vivimos en el Estado en los últimos días, el gran perjudicado es nuestra Entidad, un día perdido equivale a un día que sus alumnos no aprendieron, dejando vacíos en el conocimiento, ya quisieran muchos tener la certeza de que sus hijos están aprendiendo algo, un cerebro estudiando y evitando problemas. El ser humano debe estar ocupado alimentando el pensamiento, o recibiendo información para el desarrollo de otro tipo de destrezas, con la formación adecuada de nuestros niños y jóvenes volveremos  a ser esa entidad comprometida, trabajadora y exitosa, como lo ha sido a lo largo de la historia de nuestro Estado.

Retomando nuestros principios de libertad y de justicia que hacen un Estado glorioso y pujante, es el momento de volver la vista a la formación de nuestros hijos y de quienes impartimos la educación, que la materia prima reclama espacios importantes en el crecimiento del Estado y de nuestro país.

“Sé que sólo hay una libertad: La de pensamiento”

Antoine de Saint-Exupéry

“Sin justicia, sólo hay divisiones, víctimas y opresores”

Napoleón Bonaparte

“Es el deber del Estado de educar, y el derecho de las personas a exigir educación”

 Edmund Barton

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