INMACULADA

La primera vez que me preguntó un hombre en la intimidad:

— ¿Eres virgen?
Sonreí y contesté:
—Sí, del corazón
Recogí mis calzones y me fui.

AUN NO APRENDO A LEVITAR

Si por el hecho de ser una “Vieja”, también me dices bruja. ¡Mira tú que ofensa! A mí, eso no me hace insegura. En la vida se debe avanzar y muchas veces ser salvaje o hasta dura. He sido exagerada para poder realizar un trabajo y que no escape nada a mi control. Más de una vez he usado una cerda para limpiar mis zapatos, ya que donde caminé estaba lleno de estiércol y de basura. Aunque me digan bruja, aun no aprendo a levitar.

LAS BRUJAS

Ya saben cómo es eso de ser una niña cuidada y protegida por abuelas, yo tengo la fortuna de haber conocido a mis dos bisabuelas paternas, una de nombre Natalia Oriunda de Comondú, mamá de mi abuelo paterno. La otra mamá de mi abuela paterna de nombre Josefa, nacida en El Fuerte, en Baja California Sur.

Educadas en otra época con el amor y protección de sus familias, pero llenas de historias dignas de contarse, ahora me remito a la que me trae como recuerdo el tiempo cuando llegué a Tijuana. Mi edad probablemente sería como de unos cuatro años.

Al llegar al área de lo que es hoy el Plan Libertador en Playas de Rosarito, el clima se sentía cálido y polvoriento, ¿La hora? Como las seis de la mañana y era el mes de octubre. Para ese entonces, yo no conocía muy bien cómo eran los cambios de estación, pero lo que sí recuerdo es que cada una de mis bisabuelas, en sus respectivas casas tenían por costumbre contar historias de espanto, así que cuando llegamos a esa zona de La Gloria, donde hoy es una gasolinera, mi papá se estacionó para tomar café y comer algo. Aparecieron volando unas bolas muy grandes, por la poca claridad del amanecer pensé que eran las brujas. Me asusté tanto que me cubrí con la chamarra de piel de mi papá, que extrañado preguntó:

— ¿Y ahora tú que tienes?

—Es que son muchas brujas voladoras —contesté.

—Cúbrete bien— sonrió al decirme —no te vayan a alcanzar.

Todo el día mi papá trabajó en diversos lugares, hasta que por la tarde cuando ya nos regresaríamos a Ensenada, me abrazó con cariño y me dijo:

—No son brujas, son plantas de chamizo, pero a las abuelas diles que viste muchas brujas en Tijuana.

Días después, conté con lujo de detalles el susto que pasé, y vi como cada una de mis bisabuelas intentó ocultar su sonrisa cuando les dije todo sobre las brujas, hasta afirmé que había visto su cabello suelto, movido por el aire. Creo que ya desde entonces me gustaba contar cuentos.

SENSUALIDAD

Soñé desde niña con vivir lo suficiente hasta ser exitosa

Encontré obstáculos, unos simples y otros más complicados

No creí que muchos serían puestos por otras mujeres

Sacudí mis alas, para volar y alcanzar mis sueños

Uní todas mis yo, para ser la que ahora soy

Amo cada minuto de mi existencia

Locura inaudita que tuve al correr tras lo que imaginé

Inigualable, entregada, sutil, efímera en los secretos del amor

Dudas me asaltaron alguna vez, pero no las escuché

Amor me ha acompañado, en mis sueños de ser mejor

Dura no he sido, mi corazón es blando y dispuesto a amar.

LO QUE QUIERO DECIR DEL AMOR

Cuando era jovencita, creía que el amor era entregarse en plenitud a una pareja, sin reservas, con total confianza de lo que eres y quieres ser, hasta dejar que conociera tus más íntimos secretos, preocupaciones y hasta miedos. Con el tiempo comprendí que, en el juego de la vida, hay que aprender a mentir, o evitar decir la verdad.

Hay que tener dobleces y guardar todo en un costal de emociones que nadie debe ver, porque si conocen esa parte de ti, es permitir que sepan cuál es tu debilidad. Entonces pasé a ser una fémina llena de secretos y aprendí a jugar con las armas que todas usan y algo más. Pero cuando las utilizas, también te tachan de calculadora e indolente. Entonces ¿en qué quedamos? ¿Es una lucha entre hombre y mujer?

Y si es así ¿hay oponentes dignos?

POLIEDRO ROSA

Quien me mira al caminar con pasos firmes, no imagina lo silenciosa que puedo ser, con todo lo que está a mi alrededor, de mirada penetrante e inquisitiva, busco las respuestas en los ojos de quien me habla. Me gusta la gente a la que puedo ver a los ojos, con manos que pueda saludar, más de una vez he tratado con personas que realizan trabajos manuales y que tienen sucias sus palmas, evitan tocar las mías. Mas yo recuerdo que cuando niña, decía mi abuela “La mugre de trabajo no ensucia, y no debe denigrar, mientras el alma se encuentre inmaculada, con ese ser tú puedes convivir”.

Hay días que veo mis otros pensamientos y descubro una mujer perfeccionista que todo quiere controlar. También está la que se cree artista y evita arreglar sus cabellos, o llenar de maquillaje su cara, para representar a otra mujer. Alguna vez me ataca la fiaca y no quiero levantarme, es entonces que aparece la otra yo, cumplida y aguerrida, que con frenesí quiere el trabajo cumplimentar. Otras veces veo con azoro aquella persona delicada y finita, que quiere escribir cuentos o leer versos cuando vuela en los aviones de la mente y quiere llegar hasta a su amado. La irreverente y extraña, que quisiera olvidar que es una dama y en forma obscena quiere hablar de cualquier tema, aunque después se molesten con ella los que la han llegado a apreciar. Mi relato no sería completo si no hablo de esa mujer que vive atisbando a su alrededor, aunque dice cada día que ya pronto dejará de controlar. No recuerda que gracias a ello, esta fémina, llega a prever lo que puede pasar. Si alguna de las mujeres que integran mi persona, fue omitida sin querer, a lo mejor una fe de erratas deba anexar.

EL OBJETO QUE DIVIDE

Desde hace un tiempo existe esa valla que fue construida con maderas, ahora es de metal, separa dos países y aun así, el mar llega a las mismas playas, moja el mismo continente y sumerge los sueño de todos aquellos que quieren migrar a un país extranjero, que a pesar de que los haga ciudadanos, nunca suyo será.

Un océano golpeando la tierra de dos lugares separados únicamente por unas láminas corroídas, igual que el alma de aquellos que lucran con los sueños. Quienes vienen de México con el ánimo de pasar al vecino país a vivir y alcanzar las metas que creen tocar en sus sueños, sin pensar en que lo único que podrán encontrar allá es ¡La muerte!

Sé que muchos dejan sus historias atrás, junto con familiares y amigos, algunos hasta dejan esposa o hijos, y se atreven a surcar el desierto inclemente, con la esperanza fija de querer progresar.

Historias así hay por doquier en Tijuana, de quienes llegan y esperan su oportunidad de ingresar al país vecino y a pesar de haber sido regresados más de una vez, lo intentan y lo seguirán intentando hasta que consigan su objetivo. Muchas veces lo único que consiguen es la deportación. En otros tiempos esto poco les importaba a los migrantes, pero de unos años a la fecha, las condiciones para cruzar se han complicado cada vez más.

Por si fuera poco, al haber personas de diversos lugares del mundo cuyo objetivo es llegar a vivir a los Estados Unidos de Norteamérica, se incrementó el cuidado de la franja fronteriza, generando que menos personas ingresen de forma clandestina, aumentando también la cantidad de muertes de migrantes.

Estas circunstancias han cambiado a nuestro municipio, hay gente de diversas etnias de nuestro país, así como personas de diferentes partes del mundo que no logran consumar su objetivo y se quedan a vivir en esta ciudad, que a final de cuentas tiene trabajo para todo aquel que quiera progresar.

Así ha pasado por muchísimos años y con ello nuestra cultura también se ha transformado al mezclarse el idioma, las artes, la alimentación y todo lo que conlleva vivir en un lugar distinto al de su origen. Y es cuando pienso “¿Encontraron lo que buscaban?” Y esa respuesta, nunca la sabremos, aunque permanezcan viviendo en esta bendita tierra. Nuestra cultura se ha permeado de muchos que han llegado a nuestro municipio, en ese proceso que se conoce como transculturación.

Una vez más veré ese muro que sigue dividiendo dos países y ese mar bañando el mismo continente, como si de la misma manera, mojara sin deleite los sueños de los que quieren llegar al vecino país. Y después, de que vean sus sueños frustrados se quedan aquí, floreciendo con sus familias en esta tierra pródiga que cuida a todos aquellos que en ella se quieren quedar.

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