Desde hace algunos días tengo antojo de un pan dulce acompañado de un humeante café hervido, por lo que me dediqué a buscar una “Panadería” de esas en las que al ingresar al local te recibe el aroma de vainilla, canela y otros ingredientes de repostería. Mi búsqueda se vio compensada. En una antigua y estrecha calle de la ciudad, encontré un local pequeño que cumplía con los requisitos, con estantes de madera y puertas de cristal que permitían ver su dulce contenido, invitación sutil y sin mediar palabras me hizo sucumbir al pecado de la gula. Dejé de lado a mi angelito que decía en mi mente —Evita esos monstruos, bocados representantes de la gordura— continué mi camino dentro del pequeño comercio y grande fue mi sorpresa al ver entre ladrillos, piedras, moños y kekitos (Mantecadas) un pan de peculiar color y belleza. ¡Una serpiente! cubierta con azúcar de color amarillo mostaza, se apropió de mi mirada y desfilaron invisibles los recuerdos. Me vi como cuando tenía cuatro años, tiempo en que a mi corta edad lo más lejos que podía ir sola, era frente a la casa, bajo la sombra de un ciprés <<Pino alto y delgado de la región>> esperaba cada tarde la llegada de mi bisabuelo, quién vestido de pantalón y camisa color café claro (Kaki, igual a los que usan hoy los jóvenes de las escuelas secundarias) complementaba su atuendo con: Zapatos negros  y sombrero oscuro de ala corta. Yo, esperaba a que apareciera su imagen que podía divisar desde el patio en la parte más alta de la casa. El subía con pasos acompasados y lentos por cualquiera de las dos calles de acceso, por las que se podía llegar a dónde vivíamos. Sí aparecía por la calle nueve significaba que venía caminando desde el centro de la ciudad. Pero, si subía por la calle Olmeca es que venía en transporte público.

A pesar de mi corta edad, sabía que era viernes ya que alguna vez mi bisabuelo me explicó que ese día le pagaban en el lugar que laboraba, y después de recibir su sueldo, hacía una parada estratégica en la panadería de la que traía una bolsa de papel con pan dulce, misma que protegía con sus rudas manos. El contenido hubiera sido la envidia de German Valdez Tin Tan en su canción Panadero con el Pan o Chava Flores con esa pieza musical que quizá pocos recuerden de nombre La chilindrina. Una vez en casa mis primos se formaban para recibir su pieza de pan, mi fortuna de ser pequeña en esos momentos me servía para no hacer fila y recibir en mis manos una concha blanca o una serpiente amarilla, que apenas cabían en mis manitas. El tiempo pasó y me convertí en mujer y madre, mis hijos tuvieron la fortuna de ser halagados con un delicioso pan dulce pero… ya sin serpientes, no había un panadero que las hiciera.

Es curioso, ¿cómo un evento nos puede llevar con nuestra mente a otro lugar? Esa panadería cerca de mi casa hizo magia para llevarme a diferentes épocas de mi vida. Y en el comercio en mención sólo adquirí siete panes, así que era una bolsa pequeña con un contenido escaso y poco surtido, en mi hogar somos pocos comensales. Quizá debieron cobrarme más en ese lugar por el tiempo que dediqué para escoger el pan que traería a casa, no es que no supiera que panes son los que más nos gustan, es que me deje llevar por los recuerdos y llene de aromas y colores agradables los sentidos. Cerré un momento los ojos y recordé el nombre de cada uno de los panes exhibidos en los anaqueles, como tributo silencioso en mi pensamiento a quienes elaboran estos dulces manjares. En aquellos escaparates había conchitas blancas y de chocolate, moka y unas hasta color rosa, novias, cochitos, moños, banderillas, espejos, galletas con chispitas de colores y de chocolate y hasta polvorones de mantequilla. Pero, el pan que se llevó toda mi atención fue una serpiente color amarillo en la que se puede ver perfectamente dibujada su cabeza y la cola. Son artistas estos panaderos, confieso que es la primera vez que acudo a esta panadería y quedé invitada a volver, quiero saborear otra delicia de harina y azúcar que amasan y decoran en ese pequeño lugar, si deberé hacerlo una vez que esté dispuesta a añadir algo de tiempo adicional a mi caminata de las mañanas. Si no el monstruo de las calorías se pondrá feliz al verse reflejado en mi persona y en la báscula. Los panes dejados en el olvido en días fríos son incorporados nuevamente a mi dieta, me rindo ante estas delicias culinarias locales, que tienen un reconocimiento en el paladar en cada uno de los mexicanos y los llevan como presentes a cada uno de sus hogares. Aunque muchas personas se resistan a comerlos.

En momentos de nostalgia como hoy (Saboreando poco a poco un terrón) me asaltan algunas preguntas, ¿será que todos aquellos extranjeros que han llegado a nuestro municipio, se rinden ante los sabores, colores y forma de los panes? Supongo que sí ¿Quién podría evitar esta delicia? Quitar con los dedos y cuidado y poco a poco deslizar los hilos de pan azucarado de las “Novias”, meterlo en la boca con precisión de cirujano y después comerse lo que quedó, sin azúcar, pero igual de delicioso.

Morder una dona de cualquier sabor, con delicadeza para que no se caiga ningún pedacito de azúcar o de dulce. Dar un mordisco a una banderilla que al apretar tus dientes en ella esperas que no salgan por los lados brincando pedacitos de hojaldre dulce y crujiente y si salen disparados, esperas que esos minúsculos trozos queden atrapados en la servilleta, para que una vez que hayas consumido dicho alimento puedas recoger con delicadeza las migajas para también comerlas y una vez en tu boca saborear hasta el último bocado con los ojos cerrados.

En fin, cada uno de los panes tiene un merecido protocolo para degustar por cada uno de nosotros, y hasta podríamos escribir un instructivo de la mejor manera de comerse un niño envuelto, un cono relleno o empanada de crema. Sé que me quedo corta con los nombres, colores y sabores de los panes, me quedará lo suficiente para escribir la siguiente vez que acuda a ese refugio del sabor y del que supongo estarán alejados los nutriólogos y dietistas… Esperaré que alguno de los lectores mencione el nombre de algún pan del que quiera comentar algo mientras tanto me entrego a las calorías y sabores de una serpiente color amarillo acompañada de un delicioso café.

“Tu ser es creado por tus recuerdos, y tus recuerdos son creados por tus hábitos mentales”

Rick Warren

“Tu memoria es el pegamento que une tu vida. Todo lo que eres hoy es por tu increíble memoria. Eres un recolector de datos y tu memoria es donde se vive tu vida”

Kevin Horsley

“Cuanto más a menudo compartas lo que has aprendido, más fuerte será la información en tu memoria”

Steve Brunkhorst

0 Comments

Leave a Comment

Síguenos

GOOGLE PLUS

PINTEREST

FLICKR

INSTAGRAM

Síguenos

Etiquetas