Por Lylia Ciriam Verdugo Ruiz

Poco más de dos meses que en casa, en los primeros días evaluamos nuestra condición dentro de nuestro hogar. Después pusimos interés en hacer algo de provecho en nuestro beneficio, en las relaciones interpersonales y en el mantenimiento de la casa. Algunos pintaron sus casas, arreglaron jardines y otros más osados remodelaron alguna habitación o fachada de sus hogares, mientras recibíamos indicaciones en lo relacionado a las actividades de las escuelas y trabajos.

Como un cuento, mientras esto ocurría en cada hogar los cambios también se sintieron, las familias se adaptaron a sus actividades como la intelectual, ejercicio y esparcimiento. Junto con ello llegó el uso de un vocabulario distinto. Recordé aquellos días es que como docente de preparatoria expliqué a mis alumnos aquello de Pandemia, Xenofobia (Rechazo a los extranjeros) y Etnocentrismo (Actitud del grupo, raza o sociedad que presupone su superioridad sobre los demás). Pensé que ese lenguaje quedaría sólo en el uso inmediato para resolver un examen de acreditación parcial. Con pena veo que no sólo quedó su utilización en el lenguaje incorporado en el estudio dentro del aula, ahora nuestros niños y jóvenes incorporaron un lenguaje sociolingüístico (Parte de la lingüística que estudia las relaciones entre los fenómenos lingüísticos y los fenómenos socioculturales) un lenguaje que se ha vuelto parte de su vida, pero que ni con el mejor gel antibacterial podrán quitar de su memoria esos días que se debieron quedar en casa y muchos de ellos hubieran preferido continuar su vida como era, así no se hubieran percatado de otro tipo de dolores que los acechan.

Me refiero a la parte en que nuestros niños y jóvenes ahora hablan de sanitización y desinfección, conceptos diferentes pero que ahora hacemos hincapié en ellos con el interés de saber con certeza el tipo de procedimiento que se lleva a cabo en oficinas y escuelas, que las convierte en zonas seguras.

Por si fuera poco, palabras como virus, o cuarentena son tan cotidianos como un saludo por medio electrónico. Las personas estamos al pendiente de verificar que no se nos acerque nadie a dos metros de distancia, sólo nos hace falta hablar como alarma de vehículo “Atención, estás invadiendo mi espacio vital”, con el respeto que merece abordar el tema, veo con desánimo que cada vez estamos más lejos del trato físico, humano y cercano de unos con otros. En los hogares de momento no pueden visitarse, y me causa extrañeza que parece que hasta molesta que en algunas casas la gente es más ruidosa, verán ustedes. Tengo unos vecinos a unos metros de distancia de dónde vivo, en ese lugar se reunieron dos familias para llevar juntos la cuarentena, como deben suponer ellos tienen más de dos meses conviviendo, cantan, juegan, ríen y se divierten. Otros vecinos se sintieron incómodos se quejaron con la autoridad, la excusa “Que tenían fiesta, y eso está prohibido” a lo que me pregunto. ¿Les molestó que estén juntos? ¿Qué estén pasando la cuarentena cómo quieren? ¿Qué ellos si tengan bebidas y alimentos? ¿Qué estén de fiesta? Y yo, no soy buen parámetro de medición, cuando una de las vecinas me hizo la pregunta de: ¿No te molestan? A lo que contesté “No”, además estamos vivos, sólo los muertos no hacen ruido. Pobre vecina, se molestó conmigo. Sencillamente no comprendo la inconformidad de mis vecinos. Para empezar, ellos están juntos y eso me parece muy bien, compraron lo necesario para pasar el tiempo lo mejor posible, hacen ruido sólo durante el día, a una hora prudente dejan de tocar su música, y en el peor de los casos si esto de la Pandemia es peor de lo que pensamos, ellos están juntos y se quieren. Y esto pasará a ser una anécdota más en sus vidas y en la nuestra.

La diferencia está en la manera en que afrontamos la forma de vivir y sobrevivir a las condiciones adversas que se nos presentan.  Como sea el resultado en el mes de junio, ellos tienen recuerdos propios, quizá algunos no sean tan desagradables, sus niños a pesar de haber integrado a su lenguaje una cantidad de palabras distintas, de las cuales quisiéramos desconocer su significado, están fortalecidos por el cariño de sus seres cercanos que les enseñaron que como sea lo que viene, lo mejor es estar juntos, en familia. ¿Hay una enseñanza mejor que esa? Esos niños con sus risas han llenado mi calle de risas, sonidos que al igual que el canto de los pájaros me hacen sentir que todo pasará, y en un tiempo estaremos caminando a esa vida que nos dicen será “La nueva normalidad” que no se si quiero regresar a ella, de alguna manera el tráfico disminuyó y con ello el estrés de realizar las actividades cotidianas.

Ojalá que el hecho de haber incorporado a nuestro lenguaje palabras distintas también nos haya permitido revalorar todo lo que tenemos y con ello vivir en armonía. Que el uso de cubrebocas nos diera la oportunidad de acallar aquellas quejas que sólo nos contamina la mente y no nos permita hacer propuestas para hacer mejor las cosas y la vida. Que los lentes protectores no sólo nos protegieran del contagio, que además nos permitan ver las estadísticas en las que no sólo se reflejen el número de personas que dejaron de vivir por el Covid 19 y sus sinónimos. Que nos permitieran conocer el resultado de aquellos que han muerto de “Virus bala” o “Virus violencia”. La Pandemia mayor no es el generado por el Coronavirus, quizá lo es más la envidia, la falta de interés del desempeño de las actividades laborales de cada uno, o el incumplimiento a la ley de nuestros diputados, quiénes con el cuento de la Pandemia, encontraron el justo escudo para decir que “No presentarán su declaración patrimonial” que quiere decir, que el Coronavirus es tan poderoso que ¿Ataca las computadoras? O es muy complicado enviarlo por escrito.

Congruencia, nos falta congruencia, pero que yo sepa no viene inserta en las naranjas o limones como la vitamina “C”, ojalá pudiera encontrarse en alguna fruta o verdura, porque quizá todos la consumiríamos como nos dicen ahora “Cinco frutas al día, fortalecida con en congruencia adicional y de fácil digestión”.

Como podemos observar, todos hemos integrado palabras a nuestro lenguaje, en el de casa y con respecto a la sociedad, debimos hacer un esfuerzo para no enfermarnos con tanta información y no dejar de sentirnos personas al estar en aislamiento, quizá el encierro voluntario nos permitió pasar los días, y ahora deberemos integrarnos a nuestras actividades, espero que no quedemos tan infectados como para evitar acercarnos unos a otros, y ahora debamos tomar terapias para volver a tocarnos con un abrazo o un beso, eso sólo el tiempo lo dirá.   

“Mi vida era única debido a la ausencia de todas esas pequeñas cosas que constituyen la normalidad de cualquier persona”.

John Katzenbach   

“Que la recuperación se consolide no significa un retorno a la normalidad, si por normalidad se entiende la etapa que vivimos en los años que precedieron a la crisis. Las secuelas de la crisis tardarán en desaparecer”.

Emilio Botín

“La normalidad es un equilibrista sobre el abismo de la anormalidad. ¡Cuántas ocultas demencias contiene el orden cotidiano!”.  

Witold Gombrowicz

 *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*  

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