Por Lylia Ciriam Verdugo Ruiz.

Los hechos que se han presentado en los últimos meses, me permiten recordar que el respeto es “La consideración con la que se trata a una persona o cosa por alguna cualidad, situación o circunstancia que las determina y que lleva a acatar lo que dice o establece o a no causarle ofensa o perjuicio”. Añadiré que: Según el Derecho Romano, las personas en relación con los objetos o cosas tenían el uso, goce y disfrute de las mismas, además el abuso, ya que podía, si fuera caso, el propietario destruir a voluntad sus pertenencias.

Pasado el tiempo, las personas podemos hacer lo anterior con respecto a nuestros bienes, pero tal parece que en algunos momentos evitamos recordar aquello de que “Nuestro derecho termina en el momento que daño, vulnero o restrinjo el derecho de otros”.

Hay circunstancias que se han presentado frente a nosotros y vulneran el derecho de otros, al ejercer el derecho propio. Me referiré al primero que me causa desconcierto; es aquel en que a instancia y petición de unas diputadas se pretende prohibir los concursos de belleza en nuestro país, para con ello evitar “La violencia simbólica” contra las mujeres, según lo que exponen, en esos eventos se evalúa de forma integral o parcial, con base en estereotipos sexistas, la belleza o la apariencia física de mujeres, niñas y adolescentes. Considero que deben de permitirse, aquellos concursos en que las participantes sean mujeres mayores de edad, en las que se manifieste su voluntad personal de participar, más ahora que se recalca que es importante respetar los derechos de cada individuo, ¿Dónde está el respeto al derecho que tienen esas mujeres para participar en un concurso de belleza?

Me desagrada pensar que nuestras diputadas asuman que, las participantes al ser mujeres hermosas No tengan la capacidad de decidir si les interesa participar o no. Quizá sería conveniente recordar la cantidad de horas que pasan las féminas preparándose para un certamen de belleza, el tiempo que pasan en un gimnasio para esculpir su cuerpo, así como acudir a un salón de belleza, y con diseñadores de ropa hasta obtener el mejor resultado. Nuestra Carta Magna es muy clara, cada quién tiene derecho a dedicarse a la actividad que quiera “Siempre y cuando sea lícito”. El principio es simple, si quieren y pueden participar que participen, que no le hacen daño a nadie, si hay quien quiere ver los concursos de belleza que los vea. Si hay quien quiere patrocinarlos, que también lo haga.

Por otra parte, quiero manifestar la pena que me invade al ver lo que sucede a nuestro alrededor, al ver que no hay respeto a las autoridades uniformadas, (Y a otras autoridades que no llevan uniforme). Con preocupación y tristeza observo que nos relajamos en el respeto a quien debe conservar el orden. No es poca cosa lo que sucede, los niños y jóvenes que están en formación se percatan de que el trabajo de los policías municipales estatales o federales, no es respetable, no reciben un trato adecuado y el que se merecen. Puede ser que algunos elementos no desempeñen su trabajo con probidad y honradez, que se recurra a las instancias legales para despedirlos. Pero lo mal que ellos hacen no significa que cada uno de nosotros se haga justicia por mano propia, es momento de fortalecer el respeto a la Ley y a las autoridades, un país es tan fuerte como el respaldo que reciban todas y cada una de sus autoridades.

Los policías municipales, estatales o federales, en su respectivo ámbito de competencia, deben cumplir y vigilar que se cumpla con el respeto a la ley, pero si desdeñamos a la autoridad, los ciudadanos que cada día nos levantamos pidiendo “Justicia y respeto a la ley”, entonces también somos delincuentes.

Es tiempo de terminar con una doble moral que a nadie le sirve, policías y los representantes de la ley sin importar al orden de gobierno al que estén adscritos, son hijos de alguien, hermanos de alguien, esposos de alguien y padres de alguien. Empecemos cada uno de nosotros a cumplir con lo propio, pequeñas cosas hacen grandes cosas, recojamos la basura de nuestra casa, evitemos pasarnos los altos, cuidemos que nuestros hijos cumplan con su tarea, cada uno de nuestros actos nos llenan de virtud o nos hace personas poco valiosas para nuestra vida y la sociedad.

Mejoraremos en función de lo que hagamos cada uno en nuestro metro cuadrado. ¿Corrupción? Es aquella que se da cuando una autoridad no cumple con lo establecido en la ley, cuando no le da los implementos necesarios a sus empleados para cumplir con su trabajo, cuando demeritamos a otro por cualquier cosa que no nos guste. Pero también cuando solapamos a quienes deben cumplir la ley. Al final de cuentas, el policía de cualquier dependencia cumplirá con sus órdenes, esos pobres quedan mal, malo si cumple con sus órdenes y malo si no las cumple. Tienen un trabajo que es menospreciado y en algunos casos repudiado, no es momento de dejarlos solos, queremos una sociedad mejor, seamos ciudadanos responsables y cumplidos con lo propio, tengamos presente que el servidor público en ningún momento deja de ser ciudadano, tiene derechos humanos y también lo protegen las leyes del país en el que vivimos TODOS, donde la ley no distingue no cabe hacer distinciones.

Mi escrito de hoy, es para invitar a la reflexión. Recordemos el compromiso que tenemos como personas que su vez muchos estamos formando hijos o quizá nietos es importante. ¿Queremos dejarles un mundo mejor? Entonces hagamos lo correcto.

“Una ley no debe nunca, conculcar la fe empeñada en los pactos públicos”

Nicolás Maquiavelo

“Los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes”  

Charles-Louis de Secondat Montesquieu      

  *LAS OPINIONES DEL AUTOR NO REFLEJAN LAS DE LA EMPRESA*

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